Estos días para mí (y estoy segura de que para varios más) son más locos de lo normal. Ando apurada, corriendo de un lado para otro, estresada por encontrar los regalos perfectos, por no encontrarme con el tráfico de Diciembre. Salgo a la calle con miedo. Así, que prácticamente no salgo a la calle. Hago compras abundantes para toda la semana y me atrinchero en mi casa con mis hijos Y si pudiera, con mi esposo también pero, alguien tiene que salir a ganarse el pan.
Estaba en mi locura navideña escuchando villancicos a todo volumen (AMO estas fechas). Y de pronto me encuentro con una de esas frases luminosas de Navidad: “recuerda que los regalos no son lo más importante, sino lo más importante es compartir”. Paré un rato, y… me gustaría decir que reflexioné y me relajé y empecé a componer villancicos para cantar mañana con mi familia. Pero, no. No fue así. Me dio una cólera terrible que me trataran de imponer una “reflexividad” barata y una única forma correcta de celebrar estas fiestas. Me terminé peleando vía Facebook con alguna gente.
Navidad 2014 con toda la familia
Así que esta previa a la Navidad no llamaré a la reflexión, ni iniciaré una campaña en contra del consumismo, ni las invitaré a hacer lo mismo. Estas fiestas sólo viviré y dejaré vivir. Me uniré a la emoción de mi hijo y contaré los segundos para Noche Buena, los minutos para Navidad y me pasearé alrededor del árbol buscando nuevos regalos para mí (jajaja).
Cada vez falta menos para el gran día y en esta previa sólo quiero disfrutar. Practicaré viejas tradiciones, inventaré nuevas y sobre todo gozaré mucho. Hagan lo mismo. A su manera, pero háganlo. Por lo pronto, yo me iré a comer un delicioso postre de limón que preparó la señora que me ayuda en casa, agradeceré por la bendición de poder pasar otra Navidad con mi familia y continuaré envolviendo los regalos que me faltan.
¡FELIZ NAVIDAD A TODAS!
Y que el próximo año les traiga muchas más bendiciones de las que se imaginan.