Miércoles! Ya no queda nada para decir bye bye a esta semana yujuuuuu A veces pienso que debería ser obligatorio para las que somos madres, el terminar la semana con un buen tratamiento que nos deje nuevas, un masaje, o un spa, ¡un algo! lo dicho, debería ser obligatorio. Por eso recuerdo en estos momento el lifting japonés que me hicieron hace unas semanas que me dejó como nueva!
Cuando recibí la invitación por parte del Centro Kassel, no lo dude en ningún momento. Soy fan de los tratamientos que allí dan, la atención es exquisita, y tratan a cada cliente como alguien único. Si estáis interesados, os diré que se encuentra en Fuengirola (Málaga) y que no deberíais de perder ni un minuto, si vivís cerca, de pedir cita para haceros un tratamiento, saldréis nuevas!.
Quiero explicaros un poco de qué va este lifting, que os recomiendo desde ya. Su nombre completo es Lifting Facial Japonés Kobido, su origen se remonta a cerca de los 3000 años a.c. y era común en la corte del Emperador.
Lo que más me gusta de este tratamiento es que no es nada invasivo, no hay cremas agresivas, y lo toleran todo tipo de pieles.
Entre las ventajas que aporta el lifting japonés encontramos:
Correción de pequeñas arrugas
Ayuda a no sufrir flacidez
Reduce la tensión muscular
Libera toxinas
Aporta luminosidad
(casi nada! y todo de forma natural!!)
Su duración depende del tipo de masaje que te den, en mi caso me dieron uno que tuvo una duración aproximada de 90 minutos, y me lo dieron con aceite de rosa de mosqueta.
Cuando salí de allí, era como si me hubiese quitado 10 kilos de la cara, la sentía tersa, estirada, pero muy hidratada, estaba encantada porque mi piel es muy muy sensible, casi todas las cremas me dan alergias y el hecho que se realice con rosa de mosqueta me dio total tranquilidad.
Por mi parte, pienso repetir, salí muy contenta y mi piel lo notó.
¿Y vosotras? ¿os animáis a probar técnicas milenarias para mejorar vuestra piel?
Nos vemos!