Hace unos meses me llegó el libro “Otras formas de aprender. Lo que funciona en educación y por qué” de Alex Beard, de la mano de Plataforma Editorial. Me cautivó enseguida y me lo leí en apenas unos días.
En una época en la que los modelos tradicionales en educación todos sabemos que no funcionan, conocer el testimonio de un maestro británico que ha podido viajar por todo el mundo investigando las prácticas educativas más destacadas y punteras en la actualidad, desde Silicon Valley, Corea del Sur o la metodología inclusiva de Finlandia, me pareció fascinante, y seguirlo a través de la lectura de su libro me ha ofrecido grandes reflexiones.
¿Cuál es el sistema educativo que mejor funciona?
Esta es la principal pregunta que me llevó a leer este libro.Desde mi experiencia personal como maestra estoy muy convencida de que una educación basada en el modelo finlandés (muy inspirado en la pedagogía Waldorf) es la mejor apuesta para que todos los niños/as puedan crecer desplegando su verdadero potencial y libertad personal. Es un método que funciona, ¿pero hay otras pedagogías mejores?
Las observaciones y conclusiones de este autor, quien afirma que la escuela tradicional de hoy en día es esencialmente igual que en tiempos de Platón, y que la educación debería ser una “ciencia del aprendizaje”, no me dejaron indiferente y por eso me puse en contacto con la editorial y solicité una entrevista con él, que hoy te traigo en exclusiva.
Este hombre ha conocido de primera mano los mejores sistemas educativos del mundo. Así que le pregunté sobre cómo debería ser la escuela, cómo deberían ser los maestros/as, qué podemos hacer los padres y madres para transformar la escuela, qué metodologías son las que funcionan… Y esto es lo que me contó:
¿Cómo sería para ti a grandes rasgos la escuela ideal del siglo XXI?
Ha habido tres revoluciones en la forma en que los humanos aprenden.
La primera llegó hace 150.000 años con un cambio en nuestros cerebros, que produjo lenguaje y la posibilidad de compartir ideas y transmitir conocimientos entre generaciones.
La segunda llegó hace 8.000 años, cuando la invención de la lectura y la escritura condujo a la creación de las primeras escuelas.
Hace 500 años, la imprenta y los cambios en la religión llevaron a una revolución en la educación de masas.
Hoy estamos en la cúspide de una cuarta. Esta revolución del aprendizaje se basará en la ciencia del aprendizaje, impulsada por nuevas tecnologías y dirigida por maestros. En el siglo XXI, el invento más importante no será una nueva IA, el invento más importante será la escuela.
En tu libro hablas de la importancia de cambiar el rol del educador, ya no debe ser una autoridad que juzga el conocimiento de los alumnos/as, pero para poder hacer este cambio muchos docentes carecen de formación adecuada…
¿Cómo crees que debería ser la formación del profesor/a de hoy en día?
La enseñanza es el trabajo del futuro. No hay nada más importante hoy que aprovechar al máximo nuestros talentos humanos, y los maestros son los cultivadores de ese potencial. Los maestros llegarán a ser expertos en sus materias, conocerán la última neurociencia, usarán hábilmente la última tecnología para ayudar al aprendizaje, comprenderán la psicología de los grupos.
En el futuro, capacitaremos a los maestros de la misma manera que capacitamos a los médicos.
En los Estados Unidos, visité la Relay Graduate School of Education. Tienen un programa de capacitación de diez años para maestros. Comienzas con tres años de aprendizaje en el aula, aprendiendo el oficio. Luego pasas tres años convirtiéndote en un maestro experto. Finalmente, se especializa durante tres años, como experto en la materia, científico de datos o entrenador. La capacitación combina teoría y práctica en todo momento, al igual que la escuela de medicina.
Me ha parecido muy interesante los datos que proporcionas en el libro sobre tasa de depresión infantil, etc. y la importancia que le das a acompañar el desarrollo emocional de nuestros alumnos/as, creo que es algo muy importante. Sin embargo siempre he pensado que un profesor/a no puede transmitir algo que no ha conquistado en sí mismo, queremos niños felices pero ellos no saben lo que es un adulto feliz Esto me lleva a plantearme la pregunta,
¿En desarrollo emocional, podemos educar desde la incoherencia?
“No puedes detener las olas, pero puedes aprender a surfear”.Eso es lo que me dijo una directora cuando visité su escuela. Sus alumnos tenían clases de atención plena y mindfulness todos los días, y había un rincón de atención plena en cada aula, que los estudiantes podían usar para tomar un descanso. Ella me dijo que a menudo eran los maestros los que causaban el conflicto sin darse cuenta, o que se enojaban con los estudiantes, por lo que capacitó a todos los maestros en las mismas técnicas de atención plena que los estudiantes. Los entrenadores emocionales de la escuela trabajaron tanto con los maestros como con los estudiantes.
Hoy, el autoconocimiento es uno de los objetivos más importantes de la educación.
Esto me recuerda a Bután, un pequeño país en el sur de Asia; Tuve el placer de conocer a su ministro de educación hace unos años, y él nos hablaba de que allí educan para la felicidad. El gobierno mide cada año la felicidad interior bruta, que lo consideran mucho más importante que el producto interior bruto, y de hecho Bután aparece siempre en los estudios como uno de los países más felices del mundo. Esto me lleva a la pregunta…
¿Cuáles serían para ti los aprendizajes más importantes que debería hacer una persona a lo largo de su escolarización? ¿Qué deberíamos aprender en la escuela?
Ya sea que el futuro traiga el cambio climático, la automatización de los empleos, la creciente desigualdad global o una utopía socialista, nada será más importante que la educación.Para prepararnos, debemos aprender a pensar de nuevo, hacerlo mejor y cuidarnos.
Pensar de nuevo significa aprender a pensar críticamente sobre el mundo que nos rodea y las fuentes que encontramos. Significa reconocer que el poder de nuestras mentes humanas es mucho mayor que el de nuestras máquinas.
Hacerlo mejor significa que aprendemos a usar nuestras facultades creativas completas, trabajar con las herramientas de hoy para hacer las cosas que nos interesan, desarrollar una pasión por el aprendizaje para toda la vida.
Cuidar significa conocernos a nosotros mismos, aumentar nuestra confianza y aprender a cooperar y vivir en armonía con los demás. Deberíamos abandonar la escuela con mentes agudas, cuerpos capaces y una comprensión de nuestras emociones.
Leyendo tu libro he recordado mucho el de André Stern, quien escribió un famoso libro titulado “Yo nunca fui a la escuela”. André nunca fue a la escuela ni recibió clases en casa, simplemente todo lo que aprendió lo hizo jugando y hoy en día es una persona excepcional y altamente preparada. Es una persona que crea impacto positivo por donde va y defiende el juego como la herramienta de aprendizaje más potente. Todos los que somos padres y madres sabemos que los niños/as aprenden jugando y despiertan así su creatividad.
¿Qué papel le darías al juego libre en las escuelas? ¿Y en los institutos de secundaria?
En su famoso estudio de genios creativos, Ben Bloom descubrió que todos tenían una cosa en común. Ya fueran artistas, nadadores, neurocientíficos o matemáticos, todos habían pasado miles de horas practicando su disciplina, ¡así es como se volvieron tan buenos! Pero creo que ahora hemos ido demasiado lejos con nuestro culto a la memorización y la práctica. ¡La práctica hace la perfección, pero no hace nada nuevo!
De hecho, el estudio de Bloom mostró un paso igualmente importante en la historia de sus genios creativos. Antes de comenzar a practicar, cada uno de ellos había disfrutado de lo que él llamó una etapa romántica, que se caracterizó por el juego, por la exploración, la investigación y la libertad. La creatividad depende de encontrar algo que te apasione, trabajar en proyectos que sean importantes para ti, colaborar con compañeros, pero sobre todo tener la libertad de jugar.
Un estudio de adolescentes altamente creativos descubrió que el 5% más creativo no proviene de las familias más creativas, sino de los hogares con menos reglas.
En España hay una tendencia actual de convertir las escuelas en escuelas activas, basadas en el método de aprendizaje autodidacta de Rebeca Wild, escuelas donde los niños circulan libremente por diferentes ambientes educativos, donde ellos deciden qué hacer y qué aprender. Incluso se hace en institutos de educación secundaria, especialmente en Cataluña.
¿Qué opinas sobre las escuelas activas?
Los estudiantes deben experimentar independencia y libertad en la escuela, pero esto debe ser equilibrado en momentos en que los estudiantes se sientan y escuchan al maestro, memorizan fragmentos de conocimiento y aprenden a deletrear o restar.Creo que las mejores pedagogías combinan una variedad de objetivos y metodologías de aprendizaje, pero cualquier pedagogía es tan buena como el maestro que la imparte.
¿Qué impacto ha tenido en tu vida profesional la investigación que has llevado a cabo, qué cambios has hecho como profesor?
Ya no soy maestro. Ahora trabajo para una organización que dirige proyectos de educación en todo el mundo. Capacitamos a los maestros, ayudamos a establecer escuelas y desarrollamos nuevas políticas.El impacto de mi investigación en mi vida profesional es que ahora tengo aún más curiosidad acerca de cómo aprendemos, qué debemos aprender y cómo podemos establecer nuestros sistemas educativos para que todos aprendamos más.
Desconozco si eres padre, pero muchos padres y madres tenemos la necesidad de colaborar en el cambio educativo, sin embargo ¿de qué manera podríamos aportar?
¿Crees que las familias pueden facilitar de alguna manera este cambio?
Los padres necesitan organizarse. En Hong Kong conocí a Joshua Wong. A los 14 años comenzó una protesta contra un cambio en el plan de estudios que llevó a doscientos mil jóvenes a salir a las calles para exigir que el gobierno chino dejara de interferir en su educación. Me dijo que la razón por la cual la protesta tuvo éxito fue porque nadie, ni siquiera el gobierno chino, puede enfrentarse a una madre tigre de Hong Kong cuando está pensando en la educación de su hijo.Cada padre y familia tiene el poder de lograr un cambio educativo, pero requiere organización, ya sea para construir una relación con un maestro de clase, crear un grupo que trabaje con la escuela o desarrollar un movimiento político para hacer cambios en la política.
¿Qué es lo que más te impactó de las escuelas que has visitado para escribir tu libro?
En educación, no hay bala de plata. Hubo grandes diferencias entre las grandes escuelas que visité.En Shanghai, los niños dominan mucho más conocimiento que en cualquier otro lugar del mundo. En Silicon Valley, los niños estaban aprendiendo a trabajar juntos con las últimas herramientas que existen hoy día.
En Finlandia, los estudiantes tenían una enorme libertad y un fuerte sentido de comunidad. Pero todos tenían algunas cosas en común. En todas las mejores escuelas y sistemas que visité, los maestros estaban altamente valorados, bien entrenados y tenían un alto estatus. Había un fuerte sentido de responsabilidad compartida entre el alumno, el maestro y los padres, apoyado por fuertes relaciones humanas. El desafío es que no hay atajos en este tipo de trabajo, depende de las personas.
¿Cuáles han sido algunos de tus grandes aprendizajes al emprender este proyecto divulgativo?
Los bebés nacen para aprender, llegando al mundo con cerebros especialmente adaptados para aprender del entorno, las herramientas y otras personas.
La inteligencia artificial no es rival para el poder del cerebro humano, pero podría aumentarlo.
Hoy nada es más importante que aprender a aprender, pero eso depende de encontrar tu pasión. Todos nos beneficiaríamos de más tiempo para jugar.
Podemos aprender a mejorar nuestro bienestar personal, pero podría ser mucho mejor luchar para hacer del mundo un lugar más saludable para vivir.
Los robots vienen para muchos trabajos, pero no los de los maestros.
Entendemos la educación al revés, en realidad son los primeros años los que cuentan más.
Ninguna escuela tiene buen café, aunque los maestros lo beben sin parar.
Si viajas por el mundo y conoces a las personas que intentan transformar la educación para el siglo XXI, te volverás optimista sobre el futuro.
Muchísimas gracias por tu tiempo y tus respuestas, un 97% de mis seguidores me pidieron que te entrevistara cuando mostré tu libro en mis redes sociales, y era para mí muy interesante también poder hacerlo. ¡Gracias por tu labor Alex! Gracias también a Plataforma Editorial por facilitar el encuentro.
¿Qué te han parecido sus respuestas? Aquí te dejo sus mejores conclusiones.
Puedes encontrar su libro aquí.
Y antes de terminar, permíteme que te comente algo importante ahora que se acerca la época navideña…
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Si viajas por el mundo y conoces a las personas que intentan transformar la educación para el siglo XXI, te volverás optimista sobre el futuro. – Alex Beard