La semana pasada tuve que hacer mi primer viaje laboral. Llegó justo cuando hice el primer mes en el trabajo y fueron 3 días y medio fuera de casa. Nunca antes me había separado tanto tiempo del niño. Sólo una noche no durmió con nosotros porque tuvimos una boda y se quedó a dormir con mis cuñados pero a la mañana siguiente ya nos lo trajeron a casa.
La semana antes lo pasé mal, no tanto como la primera vez que lo llevé a la guarde, pero si estaba nerviosa por si me echaba de menos y sobre todo por si era yo la que le echaba tanto de menos a él. Pero ninguna de las dos cosas ocurrió. Yo prácticamente no tuve ni tiempo ya que me levantaba a las 7 de la mañana y me acostaba a las 11 de la noche sin parar. El trabajo desde el primer día fue bastante intenso sin tiempo para pensar ni para enterarme de lo que pasaba más allá del trabajo.
Pero por la noches, antes de que el peque se durmiese, me gustaba hacer una vídeo llamada. La primera fue todo muy bien, me tiró muchos besitos y a la hora de despedirme me decía: “aios mamá, aios mamá” con una sonrisa de oreja a oreja. Como acababa de llegar a Barcelona y me fui a cenar con mis primos antes de unirme al equipo de trabajo al día siguiente y sólo hacía 4 horas que había salido de casa, no nos dio tiempo a echarnos de menos. Eso si, cuando llegué por la noche a la habitación sentí una soledad muy extraña. En esos momentos quería estar en mi casa, durmiendo al lado de mi hijo.
Y llegó el segundo día. Por la mañana parece que no notó mucho mi ausencia y después de la guarde pasó buena tarde. Yo durante el día no paré y cuando llegamos a la vídeo llamada pensaba que se le notaría algo, pero nada, todo tan normal. Besitos por aquí, besitos por allá, muy contento y el “aios mamá, aios mamá” cuando nos despedimos.
Cuando bajé a cenar con mis compañeros, se lo comenté a una compi y me dijo que mejor así, que aprovechase eso que es mejor que no me eche de menos y que no se comporte de forma diferente. En parte me pareció guay la verdad porque sé que no sufre y me gusta que esté feliz y no dependa tanto de nosotros pero por otro lado me duele pensar que no me echa de menos.
Siempre gusta saber que cuando estás lejos de los que quieres, estás en el pensamiento de estos, pero bueno, tampoco puedo ser egoísta. Igual que yo no he tenido tiempo de echarle de menos salvo en el momento de la vídeo llamada, que me daba cuenta de lo muchísimo que le quiero, él se ha divertido en la guarde y jugando con su padre y ha sido feliz, que al final es lo realmente importante.
Ya cuando empecé a trabajar pensaba que notaría mi ausencia ya que desde que nació, siempre he estado con él por las tardes. Le iba a recoger a la guarde, pasábamos las tardes juntos y al empezar a trabajar eso se iba a acabar pero quiere tanto a su padre que el cambio parece que no le importó demasiado. Incluso cuando llego por las tardes quiere seguir jugando con papá. Se lo pasan muy bien juntos.
Hoy, casi una semana después de volver de ese viaje, cuando he llegado a casa me ha recibido con la mayor de las sonrisas. Ha venido corriendo hacia mi a darme un abrazo, cuando prácticamente nunca antes lo había hecho. Nada más llegar de trabajar había quedado un momento en el portal con Sonia de La Sonrisa Despeinada para darle una cosa y el peque se ha querido venir conmigo, no sé si por mi o por salir a la calle, pero pensaré que ha sido porque no quería que me fuese otra vez.
Vuestros peques, ¿os echan de menos cuando os vais? ¿podéis iros de casa sin llantos o llevan mal cualquier mínima ausencia?