Foto: Carrera de la mujer
Domingo, 8 de mayo de 2016. La primavera quiso que ese ese día el cielo de Madrid se desplomase. Pero no pasaba nada. Solo era lluvia. Con más pereza que ganas preparé un macuto con ropa seca porque vaticinaba una buena caladura. Me subí el coche y fui a por ella. . Allí estaba preparada, en su salsa: zapatillas nuevas, medias de compresión, uniforme de Corre Con Nosotros y su gorra. Llegamos pronto y nos dio tiempo a desayunar. Solo por ese rato ya mereció la pena el madrugón.
Faltaban 5 minutos para que diera comienzo la carrera. 3, 2, 1 y ¡adelante! Como pudimos nos fuimos abriendo paso entre la gente que se resguardaba bajo los paraguas. Y trotando, porque mi forma física y las condiciones no permitían más, fuimos quemando etapas. El primer kilómetro, la cuesta de Gran Vía, el repecho de Alcalá, la Puerta de Sol, la calle Mayor, Bailén... Un paso detrás de otro y ella siempre a mi lado: ¡cuidado con las rejillas que resbalan! ¡socavón de la derecha! Voy yo a por el agua, apretamos un ratito?... Y así llegamos a la calle Ferraz que tanto me aterra. Y siguiendo sus consejos coroné la cuesta. La carrera ya estaba hecha. No quedaba nada. Entonces me alentó, ¿ahora? Ahora!! Y corrí con todas mis ganas hasta llegar a la meta. Y entonces, el tiempo se paró mientras nos fundimos en un abrazo interminable y las lágrimas brotaron de mis ojos. Una vez más, gracias a ella, lo había conseguido.
Si ella pudo, ¿por qué yo no voy a poder con todo lo que me proponga? Porque ella es mi guía, mi consuelo, mi motor, mi inspiración. Ella es Mi Otro Yo.
Sin duda, la mejor la carrera de mi vida porque, un año más, corrimos juntas su carrera: la carrera de la mujer.
¡¡¡FELIZ MARTES!!!