Ya no recuerdo si tenía un mal presentimiento o solo era precaución de no ilusionarme, aunque esta vez el palo fue mayúsculo. Una semana antes de mi cita con el ginecólogo acabé en urgencias por un pequeñísimo sangrado, no fue nada, pero yo no estaba para dejarlo pasar y no me lo pensé dos veces. Me confirmaron que todo estaba bien y que había latido. Eso me bastó, para mi era la prueba de que esta vez saldría todo bien, estaba de 9 semanas y ya había superado al embarazo anterior. No había razones para dudar.
Llegó mi cita con el ginecólogo, no lo dudó, no era latido, solo era circulación sanguínea, pero no había un corazón, había una masa de tejido pero no era una personita. La forma era indefinida. Me enseñó una foto de como debería ser, y no se le parecía nada a lo que yo tenía dentro. Como ya había pasado por un legrado me recomendó hacerlo con pastillas, pero ingresada. Yo desconocía el procedimiento y no entendía por qué lo de ingresarme, pero se lo agradezco enormemente.
Me introdujeron 4 pastillas de Cytotec, via vaginal, que provoca la dilatación y las contracciones del útero para que sea mi cuerpo el que expulse todo. El dolor es insoportable, no se si se parecerá a parir, pero los calmantes no me hacían nada y yo me revolvía en la cama. Cuando llamaron a mi médico, no imagino como estaría para que viniera una enfermera corriendo a pincharme morfina. Vomité y me dormí.
Pasé la noche allí, al día siguiente otras dos Cytotec y otro calmante, pero para comer ya estaba fuera. No quiero imaginar como es posible que en la SS le den estas pastillas a alguien y le manden para casa, me parece vergonzoso. Vale que mi umbral del dolor es bastante bajo, pero creo que no he pasado un dolor así en mi vida.
Esto fue el 2 de diciembre, y la revisión del día 21 la temía, no tuve el bajón hormonal que tuve la otra vez, yo temía mucho una nueva oleada de tristeza, pero no llegaba. Me encontraba bien, demasiado optimista, y un día antes de la revisión me dio por mirarme la beta, seguía embarazadísima. Ya sabía lo que pasaría, según entré por la puerta me miró, y me lo confirmó, quedaban restos, y bastantes, seguían creciendo, y por eso mi cuerpo no se reiniciaba. Me dio otras dos pastillas para ponerlas en casa, en dos días, y a la semana confirmaríamos.
A la semana ya fui con más pesimismo aún, no me había dolido y no había sangrado apenas, estaba segura de que aún quedaban restos. Así era, no había otra manera que hacer un legrado. Había pasado por todo aquello para nada, otra vez a mentir en el trabajo, otro día de hospital. Dos días antes de nochevieja ingresada de nuevo.
Fue muy rápido, la anestesia esta vez me dejó cao y me costó despertar. No llegué a mi casa hasta las 22h. De nuevo con molestias, pero al menos aliviada por no tener que esperar 3 meses, había sido un legrado muy leve y no había motivos para esperar tanto. En 2 semanas me vería el médico y me daría los resultados de la anatomía patológica. Estaba tranquila, ya había pasado por ello.
Pero los resultados llegaron, y había tejido con necrosis y degeneración hidrópica, solo faltaba invasión trofoblástica para que fuera una mola y tuviera que estar un año sin poder intentarlo. Esquivé esa bala, pero me dio un mes más, mis cuentas volvían a romperse.
Le comenté que sabía que no se solían hacer pruebas hasta un tercer aborto, pero no quería pasar una tercera vez por esto, o al menos no pasarlo si se podía solucionar de una manera sencilla. Para mi sorpresa accedió a adelantarme las pruebas. Y así estamos, esperando a que me baje la regla para el primer análisis, y a los 20 días el siguiente. Llevo una analítica bastante completa, y estoy convencida de que es suficiente, aunque no se si me alegraré o me frustraré si no encuentran nada. La incertidumbre es peor a que me diga, "pasa esto", "tómate esto", punto.
Señora S.