Rocío y Juanfra estaban deseando llegar al parque de atracciones y estaban muy nerviosos. Iban montados en el coche con sus padres mirando por la ventanilla. Rocío jugaba con una pulsera y un collar de princesa que siempre llevaba con ella. Juanfra, en cambio, jugaba con una bolsa llena de dinosaurios. No paraban de moverse a pesar de ir abrochados en sus sillas. Su madre no paraba de decirles que tenían que ir bien sentados y que no podían echarse hacia delante, ya que si pasaba algo, el cinturón no serviría de nada.
Justo en ese momento, un perro se cruzó por delante del coche y tuvieron que frenar bruscamente. Los dos iban jugando y mal sentados. Se llevaron un gran susto cuando, sin darse cuenta, casi se salen de sus sillas. Rocío se golpeó la cabeza con la ventanilla y Juanfra contra el reposacabezas del asiento de delante. Empezaron a llorar ya que se habían hecho mucho daño.
Ya en casa, cuando ya se encontraban bien, su madre les volvió a explicar la importancia de ir bien sentados. Ahora sí le hicieron caso, aunque le hubiese gustado que se lo hubiesen hecho antes. Se hubiesen ahorrado el susto y el dolor en el cuello.
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