Se trata sencillamente de un frasco de cristal o plástico lleno de agua, pegamento líquido y purpurina que debemos agitar y mostrárselo al niño para que se concentre en como se mueve la purpurina y va cayendo lentamente hacia el final del bote. Los niños al observarlo, se centran en él evadiéndose del estrés y del nerviosismo y canalizando sus emociones. De esta manera se calman y pueden pensar y reflexionar con más claridad.
Si quieres hacerte con un bote de la calma lo único que necesitarás es:
>> Un frasco de cristal (yo lo he echo con una botella de plástico porque Marc es pequeño y podría romperlo al jugar con el).
>> Pegamento líquido o también podéis utilizar gomina para el pelo.
>> Purpurina
>> Agua caliente
Para hacerlo es muy fácil, llenamos una cuarta parte del bote con el pegamento líquido o la gomina y el resto con agua caliente, añadimos unas cucharaditas de purpurina, cerramos bien la botella, agitamos para mezclar todos los ingredientes bien... ¡et voilà! ¡la calma está servida! ;)