Mientras llegan esos días de asueto y descanso os contaré que este año y por motivos ajenos a mi voluntad, no es posible el viaje anual a Altea para hacer el vago, playa, piscina, martinis, cenitas, alguna que otra copa,... Así que por si no tenía bastante me ha tocado preparar vacaciones, lo cual es complicado, porque tiene que reunir mil y una condiciones que aquí somos así.
Primero, que nos guste a todos, así quizás hasta si puede ser venga Primogénito, que nos cuadre las fechas a todos, que ya sabemos que agosto aquí son fiestas y claro, hay mucho que hacer y mucho que salir y .... mucho de todo, que haga buen tiempo pero que tampoco sea un destino de sol y playa que este año no puede ser, que haya muchas cosas que ver, que también haya mar,.... vamos que no sabemos lo que queremos. O sí.
De momento, como actividad prevacacional el domingo hemos ido al bosque de Muniellos, donde disfrutamos de un día en plena naturaleza y en familia. Bueno, la idea era esa en familia total, pero aquí Primogénito que si son las fiestas de Somió que hay que madrugar mucho y no sé yo a que hora llegaré... pues eso que el niño se cayó del plan.
El domingo amaneció con sol en la costa, así que para allá nos fuimos pertrechados de chubasqueros y crema solar, que esto es Asturias, cuando a medio camino comenzó a llover ya, la predicción era esa pero la esperanza es lo único que nos queda a los que vivimos en el norte. Lloviendo llegamos a Muniellos, entramos a identificarnos y la chica de la recepción nos cuenta que aunque el día no es muy bueno en cuanto entremos al bosque no nos lloverá pero que tenemos que tener cuidado con la zona alta de piedra suelta ya que al estar mojada, aquí llevaba lloviendo desde el sábado, es más peligrosa. Y echamos a caminar. Nos llovió de tal manera que en un momento dado las niñas se metieron sentadas en el hueco de un árbol, no hay foto pero llovía tanto que ni el móvil saqué para hacerles la foto, mientras yo me resguardaba bajo un paraguas y el padre de las criaturas seguía triscando por el monte para llegar a las lagunas, según su versión a pesar del diluvio preciosas. Iniciamos la bajada mientras seguía diluviando y yo utilizando el paraguas de bastón, qué bien me vino, estoy segura de que me hubiera sapotado más de una vez. De pronto paró de llover y salió el sol, lo que nos dió tiempo para sacar algunas fotos. La calidad de las fotos no es muy allá pues a pesar de Peque ir con su cámara, no salió de la mochila en ningún momento "a ver si se me va a mojar y la estreno bien".
Ahí os dejo unas fotos para que os hagáis una idea, de verdad es un sitio estupendo, aunque la ruta entera es dura, que nadie os engañe, es todo subida y además con piedra suelta, lo que dificulta un poquito más la caminata de 20 kilómetros si se hace entera. Otra opción es la de empezar el camino por la opción adaptada y dar un paseo sin más objetivo que disfrutar del bosque, porque de verdad, que es precioso.