La adolescencia es el momento clave en el que las personas se hacen así mismas, experimentan nuevas sensaciones, sentimientos,… un medio clave de expresión a esa edad es la estética y todo lo que a ello acompaña. Llevar una gorra de lado no quiere significar únicamente rebeldía, sino que trae consigo características del grupo en el que el joven se siente afín. A raíz de ahí viven e interpretan el mundo.
Los jóvenes se constituyen en grupo. Los amigos son el núcleo donde se generan diferentes conductas que ya les acompañarán durante toda la vida. El principal elemento en el que se ve una diferencia del adolescente respecto a los padres es en la música, la mayor parte de jóvenes pasan el tiempo en ella. Aunque no lo creamos, la música implanta valores, modos de ver la realidad, de ser uno mismo.
Está bien que al “pequeño” se le dé libertad respecto a qué tipo de música escuchar, sin embargo, no está de más que los padres echen una mirada a lo que los jóvenes empiezan a escuchar. Cada vez más está causando más furor un estilo de canciones que lleva al joven a rebelarse contra el sistema, los cantantes de esta línea comienzan a ser ídolos, ejemplos a seguir por miles y miles de quinceañeros que, al encontrarse en una edad difícil ya de por sí, encuentran una salida fácil en las “lecciones” de moral de grupos musicales que animan a no hacer caso a la madre o recomendar de un modo sutil el abandono de los estudios.
En España causa gran expectación el conocido “rap”, el tipo de música que se encuentra dentro de esta catalogación es muy amplio, desde los que tienen ritmo y letras que no dicen nada, hasta las que denigran a la mujer totalmente. Hay personas muy cultas seguidoras de este estilo, sin embargo, desgraciadamente, dentro de este amplísimo campo, existe gran cantidad de “basura” (cada día más demandada), que no hace otra cosa que entrar donde los padres no pueden acceder en sus propios hijos, en la conciencia de éstos. Es algo que a simple vista no parece importante, pero grandes “locuras” sociales que día a día vemos tienen, en parte, su origen en esta pésima música que atrae a masas de jóvenes.
M.Ángel Sevilla. Sociólogo y periodista.
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