Neurológicamente, el cerebro de niños, pongamos entre 0-3 años, no tienen formadas todas las conexiones neuronales y las conexiones que se forman vienen determinadas por la forma de apego.
¿Qué es el apego? Es el lazo afectivo que una persona forma entre sí mismo y otro, que les empuja a estar juntos en el mismo espacio y tiempo. Es un proceso que dura toda la vida y comienza a conformarse en el segundo semestre de vida.
Cuando hablamos de niños pequeños, 0-3 años, este lazo afectivo es proporcionado por una figura de apego (cuidador), por lo que es proporcionado por el adulto hacia el niño y el niño con su memoria emocional lo integra en su cerebro y forma así unas conexiones cerebrales sanas.
Bowlby, autor relevante en el modelo de apego, habla de un período crítico que va desde los 6 meses a los 2-3 años, en el que las relaciones iniciales en la vida del niño determinarán su funcionamiento individual y social posterior.
René Spitz, demostró que aquellos niños que sufrían una pérdida de la figura de apego (madre) en el primer año de vida tenían consecuencias tales como:
-Entre los 3-5 primeros meses de vida los niños sufrían depresión anaclítica, depresión específica de separarte de tu objeto de amor. Si en este período la figura retorna el niño tendrá algunas secuelas pero, si no vuelve tras esos 5 meses, aproximadamente el 37% de estos niños llegaban a la muerte.
Este estudio demuestra las consecuencias drásticas de la ausencia de afecto hacia los niños.
Winnicot habla de un concepto denominado holding, entendiéndose como la función de sostener al bebé entre los brazos y destacando su importancia, que se ve avalada si nos fijamos en el estudio de Spitz.
Los niños con deprivación emocional tienen el cortisol por los aires y por ende un cerebro estresado.
Son sorprendentes las diversas formas de bajarle la autoestima a un niño, sobre todo cuando oyes ciertos comentarios de padres y/o madres que afirman que sus bebés hacen las cosas para molestarles: “¡Es que lo hace aposta, me saca de quicio, le daba un guantazo!”
Aquí la primera muestra de cómo bajarle la autoestima a tu hijo. Con estos mensajes tan negativos, y teniendo en cuenta que el niño se está desarrollando y todo lo que aprende lo aprende de sus figuras de apego, éstos mensajes reiterados son destructivos, no transmiten al niño que es amado.
“¡Cada vez que voy a hacer algo se pone a llorar!” Otra frase típica. El problema es que para algunos padres ésta demanda de apego por parte del niño les resulta molesta. Decirle al niño cosas como: “¡Qué quieres! ¡Cállate ya!” dan como resultado un llanto aún mayor y más desconsolado. ¿Por qué?
Hasta los dos años los niños no adquieren la capacidad de entender que una persona u objeto existe más allá de su campo visual (invarianza del objeto). Si el niño está con su figura de apego en el salón y esta se va, el niño comienza a llorar para que vuelva. ¿Lo hace a adrede? No, para él has desaparecido y su sentimiento es de soledad, sentimiento que un bebé no tiene capacidad para manejar.
“Para de hacer eso que pareces tonto.” Imaginemos a un niño dando golpes con sus juguetes por toda la casa, nos está poniendo la cabeza como un bombo, ¿soluciones?
a) Quitarle el juguete: ¡Deja de hacer esto pareces tonto, eso no se hace!
b) Quitarle el juguete: No hagas eso cariño, ven, vamos a hacer otra cosa.
¡Correcto! Con la opción a) bajaremos la autoestima a nuestro niño.
Lo sé, habrá quien diga que esto no se puede hacer porque “yo tengo que recoger la casa, tengo que… tengo que…” Lo sé, y no digo que no tengas que hacerlo, no le resto importancia. Pero la dedicación que le des a tu hijo también te hará más fácil su adolescencia y le garantizarás unas relaciones afectivas, presentes y futuras, sanas tanto con la familia como con los otros. Cuando no cuidamos el lazo afectivo con los hijos podemos oír en su adolescencia cosas como “vaya desastre de niño, él no era así, ya no me hace caso,” etc
– Cómo proteger la autoestima de mi hijo:
Lo primero de todo es comprender que tienes un infante, no tienes un adulto ni un adolescente.
Piensa que “no sabe”. Tu hijo ha nacido con respuestas automáticas, siente y reacciona, no sabe hacerlo de otra manera, por lo que tú eres su maestro.
Dedicación y cariño: Cuando comprendes que tienes un bebé, que no sabe, que tienes que enseñarle y ayudarle, entonces viene el cómo:
Hablarle con un tono suave.
Cuando sientas que te vas a enfadar párate, respira y piensa: ¿estoy seguro de lo que voy a hacer? ¿es mi reacción ajustada a lo que pasa?
No acusarle de las cosas que te suceden.
Haz cosas con él, si quieres que aprenda algo hazlo con él, si quieres que deje de hacer “ruido” o algo que te molesta hazlo con él.
Tu hijo es una esponja, aprende todo de fuera y sobre todo de su figura más importante, tú. Háblale con respeto y cariño, comprende su desarrollo evolutivo. Tu hijo tiene unos recursos básicos, reflejos, para actuar ante un mundo desconocido e impredecible, tu actuación le hará entender que el mundo es un lugar seguro y que siempre hay alguien para cuidar de él.
Este es un esfuerzo con una merecida recompensa.
Ver: http://metapsy.org/2015/10/19/tipos-de-apego-la-situacion-extrana/
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