El viaje lo pasaste en cochecito de un lado a otro. Te bajabas solamente a la piscina, a la playa, a hacer burbujas o a explorar parques nuevos. Pero lo justo y necesario “tengo las piernecitas chiquitas y me canso muchoooo” nos decías todo el día.
Y, por supuesto, te cerraste en banda con la comida. Si no era exacto a lo conocido, ni lo mirabas. Solo el Cacaolat y las galletas Principe franquearon tu muro. Bueno, y tres platos de espaguetti en tres comidas seguidas (debiste flipar con nuestras caras…)
Después de una noche pedías volver a tu casa, a tu cama y tu cojín. Pero después de que te contáramos que esa era tu casa por todos los días de vacaciones, los mismos que no ibas a tener que llevar ni chaqueta ni calcetines y que ibas a poder disfrutar de la piscina y del sol, convertiste a la casa de la tía en tu casa. Te gusta tener claros los planes, de eso no hay duda.
Y volvimos, tras un laaaargo viaje en que parecías ni notar la cantidad de horas que llevábamos viajando, a pesar de tu gastroenteritis. Y llegaste a casa y tu lenguaje y tu independencia explotaron.
Ya no solo hablas con tus muñecos mientras les inventas historias, sino que nos cuentas historias: del colegio, de lo que hicimos en vacaciones, de lo que has hecho esa mañana. Ya no necesitas ir de pies a cabeza vestida de Peppa, y no la echas de menos si no la ves en la tele.
Ya no nos avisas para ir al lavabo como antes que hacías un anuncio público. Vas y vuelves sin decir nada, y nos lo cuentas después, si quieres. Lo mismo para lavarte las manos o los dientes (aunque lo de los dientes lo llevas peor). Y pides que te ayudemos a vestirte solamente cuando no puedes hacerlo sola. Llegaste de vuelta al colegio y apenas te despediste con las prisas de entrar corriendo a ver a tus amigos.
Estás creciendo. Esa independencia que siempre has tenido se está mostrando en todo su esplendor. Y yo te miro, y no quiero que crezcas, no tan rápido. Quiero que el tiempo se ralentice y sigas siendo mi bebé. Las vacaciones tienen esas cosas, uno recuerda el año anterior y ve las diferencias. Como pasa el tiempo, como crecéis tanto y tan rápido.
“Yo te espero en la cama mama” y hay días que mientras esperas que vaya a acompañarte te quedas dormida. Sí sí, te duermes sola. Y si lo cuento, todos piensan que ya era hora que con más de tres años te quedes dormida sola (aunque sigues durmiendo con nosotros). Pues yo no tengo tanta prisa. Me gusta que necesites dormirte conmigo. Me gusta saber que primero te tomas tu vaso de leche a mi lado; al mío y al de los muñecos seleccionados esa noche para acompañarnos en el sueño. Después te removerás hasta encontrar la postura, ya sea con tu mano o con tu pie sobre mi barriga mientras ves un poco de tele. Me gusta que no me dejes ver el teléfono o leer “ahora vamos a dormir mami” y entonces pasas de la tele, me abrazas y te duermes.
No quiero que crezcas. Aun no.
Sé que es egoísta, pero no quiero que crezcas tan rápido. Sigues siendo mi bebé, disfruto de que te gusten tanto los mimos, de que quieras que te duerma yo, de que no me dejes levantarme por las mañanas porque quieres quedarte pegada a mi un rato más, de que tengas mamitis, de que sigas buscando mi barriga para poner la mano cuando no ves las cosas claras. No crezcas aun. Sigue demandando esa compañía, sigue pidiendo brazos, sigue reclamando atención exclusiva para ti, sigue reclamando el clásico “la mamá, solo la mamá”
Porque aunque tu fuerte carácter y tu no escuchar a razones a veces exija toda mi paciencia, tú me has enseñado una maternidad completamente diferente a la que conocía. Gracias a ti he aprendido a defender mis puntos de vista, a seguir mis propios consejos, a escuchar a mi instinto, a no escuchar todos los comentarios, a ser yo misma también como madre, a mejorar para ti y para tu hermana. Tú llevas al límite mi paciencia, pero me das las pilas para recargarla.
No quiero que crezcas tan rápido. Quiero que me sigas ayudando a enseñarte las cosas sin que sepas qué significa la palabra castigo, quiero que juntas sigamos aprendiendo a manejar las emociones, quiero seguir intentando negociar contigo sin premios de por medio, que me sigas demostrando que no puedo enredarte que ya eres más lista que nadie.
¿Hacemos un trato? Aunque cada día seas más alta y hagas más cosas sola, aunque aprendas un millón de cosas nuevas cada mes, aunque cada día nos sorprendas, aunque los años pasen volando, aunque seas más independiente cada mañana…mantén esa esencia. Sigue pidiendo mis abrazos, mi compañía, sigue siendo mi bebé, sigue enseñándome a ser mejor cada día. Quiero seguir aprendiendo con cada lección que me das. Quiero que juntas venzamos ese muro que has construido frente a la comida. Quiero que sigamos negociando sin ceder, o atacándonos a cosquillas para cambiar el tema.
Eres un ingrediente esencial de esta familia pequeña Minion terremoto, sin ti la fórmula no saldría igual así que no cambies.
pd: sí, cuando dices que eres pequeñita, o cuando te dan esos días de llorar y llorar por todo y de irte a estirar a la cama para que venga a hacerte mimos, termino agotada de tanto paseo pero secretamente lo agradezco…porque eso quiere decir que todavía sigues siendo mi bebé! (pero shhhh, no se lo digamos a nadie!)
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