Cuando lo confirmamos con ese eco era la mujer más feliz. Yo tuve suerte creciendo en este mundo de hoy como mujer. Tuve suerte por que mi mamá me enseñó que yo puedo hacer todo y así aprendí a usar el taladro para colgar mis propios cuadros. Tuve suerte porque crecí siempre rodeada de amigos que nunca me hicieron sentir menos por ser mujer y que me aceptaron en su grupo como uno más. Tuve suerte porque encontré a tu papá que jamás me ha hecho sentir menos por ser mujer y que es mi mejor amigo y compañero.
Tuve suerte porque crecí ilusa, ignorante de lo que sucedía a mi alrededor. Ahora sé que no todas han tenido esa misma suerte.
Nunca me sentí menos por ser mujer hasta que ya fui grande. Cuando se enojó conmigo un profesor que yo admiraba en la Universidad porque me casé con tu papi y me dijo: “Que pena que te hayas casado porque eras una estudiante con mucho talento”. Yo no entendía porque casarme era una sentencia de muerte a mi talento. Cuando intentaba buscar trabajo antes de que nazca tu hermano y siempre era rechazada y una vez me dijeron que no sabrían como podría cumplir con la responsabilidad de ese trabajo cuando tenía una hija en casa. No entendían que yo era calificada y organizada. Cuando un conocido me preguntó “¿Cuándo vuelves a trabajar? porque ya sabes que mujer en casa es mujer desperdiciada“; creyendo que su comentario era feminista cuando no podía estar más cerca al machismo.
Ahí y en muchas ocaciones más me he sentido menos por ser mujer, porque así es el mundo en el que vivimos aún. Pero nunca he callado. Así como crecí ilusa, crecí segura. Segura de mi misma y de mis capacidades.
Para tí en este mundo de hoy, en donde cada vez veo más y más machismo, pido que igual crezcas ilusa como yo. Un mundo en donde te sostengan la puerta si vas atrás y en dónde tu la sostengas si vas primera. Un mundo en donde ser amable sea prioridad y no se confunda la amabilidad con la caballerosidad, que tú también seas “caballera” con todos. Pero, que si te toca enfrentar una situación en donde te traten menos por ser mujer, sepas reconocerla y no tengas miedo de enfrentarla. No tengas miedo de defenderte y de alejarte cuando sea necesario.
Que si bien no podemos cambiar al resto y su forma de pensar tampoco tenemos que normalizar sus acciones, tenemos derecho y obligación a decir “No me gusta”, “No es verdad”, “Eso está mal” y “Yo puedo”.
Tú puedes todo hija. Todo puedes y harás. Que sigas subiendo árboles en tus vestidos de princesa sin que nadie te diga que te vas a ensuciar.
Que crezcas segura, pensando siempre que tu eres igual, para que cuando llegue la hora en donde te hagan sentir menos sepas decir y estés convencida: “Yo no soy menos, yo soy igual”.
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