Cualquiera no puede ser maestro
Estos comentarios tan hirientes son el pan de cada día y muchos docentes los tienen que escuchar casi en cualquier sitio. Expresar que todas las personas pueden ser profesores es igual que decir que todo el mundo puede ser médico, bombero, carpintero o peluquero. ¿Todos los seres humanos están preparados para entrar en un quirófano y salvar la vida de alguien? Por supuesto que no. ¿Absolutamente todas las personas están preparadas para meterse en un edificio en llamas y salvar a la gente? Yo diría que no. ¿Y todos podemos construir un mueblo genial y hacer un corte de pelo fantástico?
Entonces, ¿por qué esos comentarios hacia el maestro? La contestación sigue siendo la misma: no, no todas las personas están preparadas para ser profesores. ¿Y por qué no? Para empezar, un maestro tiene un nivel de responsabilidad elevado. Si hablamos de los educadores infantiles, ellos trabajan con niños de 0-6 años. Tienen que preocuparse de que los pequeños se sientan seguros, estén tranquilos, disfruten de su día en el centro y aprendan cosas nuevas. Hay mucha gente que no tiene paciencia. Y para ser maestro, hace falta mucha paciencia. Además, ¿qué me decís de la vocación y la pasión por enseñar más allá de las materias tradicionales?
Muchísimos estudiantes para un único maestro
Si seguimos avanzando por las demás etapas educativas, un maestro de primaria se encuentra en la situación de que tiene delante (en el mejor de los casos) a veinticinco alumnos diferentes. Hay estudiantes que pueden presentar desmotivación o desinterés. Otros a los que les gusta aprender y se lo pasan genial en clase. Algunos otros que tienen un mal comportamiento e insultan a otros compañeros. ¿Sabéis lo complicado que tiene que ser intentar atender a todos por igual?
Veinticinco estudiantes con un único docente. Os podéis imaginar que aunque el propio profesor quiera, no va a conseguir darles atención a todos cómo de verdad se merecen. De esta manera, es muy difícil ofrecer la educación de calidad que todos los maestros de corazón quisieran dar. Hay muchos docentes angustiados, estresados y decepcionados porque tienen la sensación de no estar haciendo bien su trabajo. Pero, ¿cómo lo pueden hacer mejor si están completamente solos?
Ser maestro trata de…
Si la gente abriera un poco la mente, se daría cuenta que a los maestros “no ganan un pastizal por no hacer nada”. A parte de preparar las clases de cada día, tienen reuniones con los demás profesores y el personal educativo y también con los padres. Tienen que preparar exámenes y corregirlos, revisar los trabajos de los estudiantes. Y por supuesto, redactar el boletín de notas de todos ellos.
He podido comprobar (en mi familia hay varios profesores y tengo amigos maestros) el esfuerzo que requiere ser docente. No solo se trata de preparar las clases e impartir los temas. Se trata de buscar una forma amena, práctica y significativa de que los estudiantes aprendan y asimilen el contenido. No solo se trata de corregir exámenes si no de encontrar un método de evaluación en el que este tipo de pruebas no sean necesarias. Se trata de explicar a los estudiantes en qué se han equivocado y qué pueden hacer para mejorar. Sin malas palabras ni castigos.
Es muy fácil criticar el trabajo de los maestros
Pueden que tengan más vacaciones que en otros trabajos pero, ¿sabéis cuánto trabajo se llevan los maestros a casa? He visto las mesas de amigos en vacaciones de Navidad y estaban llenas de trabajos, notas, calendarios de clases, materiales y recursos educativos… Sí, puede que no tengan que ir al centro educativo pero muchos de ellos trabajan en fin de semanas y puentes. Quizás a nadie se le haya ocurrido pensar en eso.
Es muy fácil hablar de algo de lo que mucha gente no tiene constancia. “¿Los docentes? ¡Bah! Pero si no hacen nada nunca!”. Señores y señoras con un máster en criticar siempre a los demás: los profesores tienen la llave para que vuestros hijos se conviertan en mejores personas, más capaces, con valores y con habilidades a desarrollar día a tras día. Los maestros de corazón no solo enseñan matemáticas, inglés y lengua. Ellos van mucho más allá.
¡Hasta yo puedo ser maestro!
“Cualquiera podría ser maestro. Hasta yo”. Claro que sí. Simplemente por esa afirmación, propongo a todas esas personas tan sabias, tan profesionales y con tanta empatía (nótese la ironía), que entren un día entero en un aula. Que sean ellos los que estén delante de los alumnos y los que resuelvan sus dudas. Los que sean mediadores en caso de conflictos, los que preparen actividades que despierten el interés de los estudiantes.
Que sean ellos los que gestionen sus propias emociones cuando sientan que no pueden más y que la situación se les va de las manos. Deberían implicarse con los alumnos y sus familias. A ver si les resulta sencillo. Y por supuesto, que sean ellos los que adapten materiales educativos en los casos que hiciera falta. Entonces que, señores y señoras “los docentes no hacen nada”, ¿cuándo empezáis vuestras prácticas?