Resumo un poco, para ponernos en situación:
La pequeña terremoto siempre fue una niña de mucha teta, a demanda y casi en exclusiva hasta los 10 meses y hasta los 17 meses con bastantes tomas diarias. Hasta los 10 meses estuvo en el percentil 90 en peso.
Tuvo intolerancias alimentarias desde bebé, muy difíciles de detectar porque lo único que le provocaban eran retortijones, cólicos, gases…¡pero menudos retortijones! Aquí agradezco la consideración de los pediatras que no pusieron en duda esos síntomas, aceptaron que era intolerante y no me dijeron que tenía algo que ver con la teta. Hasta que al año, cuando casi todo lo que probaba le provocaba los síntomas y apenas comía alimentos y el test de parches no nos dijo nada, la llevamos a un experto gastroenterólogo muy recomendado a ver si podía ayudarnos. Ese superexperto me dijo lo siguiente: “bravo, ya te has hecho la super madre dándole teta un año. Ahora puedes darle leche de continuación y verás lo bien que come. Como le gusta la teta rechaza la comida.” Le dio igual todo lo demás. Lo que llegué a indignarme en esa consulta no cabe aquí en palabras.
No le hice caso, y la amamanté hasta que ella quiso. De hecho, desde los 18 meses no toma teta, y hoy tiene 3 años y medio y sigue rechazando la comida. ¿Quizá debería llevarla al mismo experto a ver si ahora me escucha?
Bueno, a lo que iba. Intentamos el prueba y error mucho tiempo, y de hecho a los 15 meses comía bastante variado: algunas frutas, cereales, sopa, conejo o codorniz con patata o boniato, arroz, pasta y un par de cosas más. Teníamos una lista con los alimentos que toleraba bien, los que teníamos duda y los que le provocaban cólicos. Me preocupé cuando dejó la teta pero fue su decisión y la respeté...y entonces, recién cumplidos los dos años nos fuimos de vacaciones y dejó de comer. Y aquí empezó el retroceso…
Unas vacaciones que no sé si por el cambio horario o el calor o el cambio de rutina o qué, la hicieron dejar de comer (esto lo hace cada vez que vamos en realidad) y a la vuelta una guardería que supuestamente nunca la obligaron a comer y que me decían que comía perfectamente. Tiempo después supe que le decían que se quedaría sin recreo o que la cocinera se llevaría su mochila o cosas así, y ella comía. Ahora lo escribo y me parece tan horrible…entonces me enteré mucho más tarde, de hecho porque yo quise ver como comía porque no me creía que fuera tan distinta en un sitio y en otro, hasta que al final me enseñaron un video para que me lo creyera. La vi comer pero la verdad, su cara no mostraba agrado alguna y no la veía muy convencida. Y ahí me lo contaron. En casa, solo comía sopa y fruta.
De ese viaje hace un año y medio. Estuvo 9 meses más en la guardería. Cuando yo supe como habían conseguido que comiera ya no se lo hacían, comía por costumbre o inercia o qué se yo. A mi me preocupaba qué comería una vez dejara de ir, porque en casa no quería nada de nada, excepto la sopa casera de su abuela y una vez al mes, pedía arroz o espaguetti. Pero el 7ª mes la cambiaron de clase en la guardería. Y ella empezó a no querer ir. Lloraba por querer quedarse en casa. Yo pensaba que era por el cambio de profesoras, porque había creado un vínculo muy fuerte con una de las profesoras que había estado un año. No podía dejarla en casa pero ¿sabes esa sensación de que algo no va bien?
Un buen día me plante a la hora en que les daban la leche y lo que vi no me gustó. Mi hija miraba con terror a la profesora que la vigilaba, y se terminó la leche con cara de asco. Dos días después me quedé un rato con ella por la mañana. Una niña lloraba mucho. La ayudante que estaba en prácticas me dijo que no le gustaba comer y no había manera de darle y añadió.. “pero tranquila que la tuya llora pero se come la comida”
QUÉ QUEEEEEEEEE!!!!!????????
Ese mismo día pedí, sin mencionar el chivatazo, tanto con la directora del centro como con la profesora responsable del curso, que no intentaran siquiera una vez que comiera. Que le pusieran el plato delante y si quería bien. Y si no, aceptaba que no comiera nada. Pero que nadie le diera ni una sola cucharada. Desde ese día cambiaron los informes. Apenas comía! De hecho, pasó una semana ayunando, solo tomaba leche. No quería ni siquiera sopa en casa. Creo que ella se sintió por fin libre de poder elegir entre comer o no. Algo había pasado en la guardería, ahora lo tenía claro. La habían obligado a comer!!! Ella seguía sin querer ir, y yo ya no confiaba en el centro, así que terminamos sacándola.
Me costó 7 días que comiera en casa. No la obligamos, no la forzamos. No hubo aviones ni chantajes. Solo le poníamos la comida delante. Y si no quería, pasábamos a la siguiente comida. No le dábamos galletas que no fueran de cereal como merienda, y así fuimos ganando posiciones. Hasta que establecimos un “menú” con ella. Leche y galletas para desayunar, sopa y yogur para comer, galletas y leche para merendar, y cereales y yogur para cenar. Hace casi un año de ese momento. Y seguimos con el mismo menú, aunque el postre de las noches ahora es fruta. Y muy de vez en cuando, nos sorprende y pide pasta para comer.
¿Que si me preocupa? Sí. Me gustaría que comiera más variedad. Pollo, verdura, legumbres, arroz, algo!!! Pero no la forzamos. No sé qué pasó en la guardería. Para mi, lo que me queda es que primero comía con chantajes, y después la obligaron a comer. Aunque nadie me lo reconociera, pedazos de comentarios aquí y allá me daban información suficiente. Aun me parece increíble. ¿Qué ganamos con obligarla a comer? Ayuno, aversión a la comida, desconfianza cuando quieres que pruebe algo nuevo. 1 año y medio que llevo para que confíe cuando el plato que le ponen delante no es exactamente el que ella conoce. Ella siempre se sintió segura con la comida. Nunca le llamó la atención, probaba lo justo y rechazaba lo que le sentaba mal. Y comía sola desde bien pequeña. Ahora la comida para ella, en general le da asco. Estudia cada plato, lo mira con desconfianza, rechaza marcas distintas (de los potitos que le gustan por ejemplo) Y eso, no es causado por las intolerancias solamente, es por como las manejaron en la guardería. La manía que tenemos con que los niños tienen que comerse el plato entero, que tienen que comer de todo, y sino, son unos “mañosos” y nos toman el pelo.
Y sí, yo podría haberme dado cuenta antes. Pero confiaba en el centro. Mi hija mayor pasó casi 3 años ahí, lo sentía como su casa, y ella que habló de bien pequeña jamás nos contó nada que nos hiciera sospechar. ¿Podría haberla sacado cuando supe que la habían chantajeado para que comiera? Sí, pero entonces ya no lo hacían porque comía sin que le dijeran nada. Pensé que ya era tarde. Pero obligarla a comer, eso sí que no. Hay dos platos que a mi siempre me obligaron a comer en el colegio aunque los detestaba. Aun hoy, solo el olor, me produce arcadas.
No se saca nada bueno de oligar a los niños a comer.
He escuchado muchas mamás preocupadas por la cantidad o variedad de comida que comen sus hijos. Muchas me han contado que sus hijos no comen nada, donde nada les parecía mucho cuando les contaba lo que come la terremoto. Pero pienso seguir sin obligarla. Ahora que va al colegio, no la obligan a comer, le preguntan y ella decide que come y que no. Y ha ido probando cosas nuevas por decisión propia. Si a nosotros como adultos nadie nos obliga a comer lo que no nos gusta, ¿por qué tendemos a hacerlo con los niños?
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