Pero empecemos por el principio: Cuando la mamá jefa estaba embarazada e iba a celebrar su 30 cumpleaños, estuve indagando unas semanas por la web en busca de un fotógrafo que me diese confianza para regalarle una sesión molona de embarazo. Y entonces, después de pasar por muchas webs, me topé con Photitos. Julián Rojas, el fotógrafo que se esconde tras la empresa, me dio mucha confianza al hablar con él por teléfono. Y encima, rastreando por sus packs de fotografía, me encontré con uno que me pareció perfecto: El pack canicas. 2 sesiones (una del embarazo y otra ya con la peque) y unas 90 fotos de cada sesión (con unos filtros de lo más molones y en alta calidad, listas para imprimir). ¡Y todo por 180???!
La sesión de embarazo, toda vez que la mamá jefa ya recibió ilusionada su regalo, optamos por realizarla en nuestro pisito. Y hasta él que se desplazó el responsable de Photitos con todo su equipo fotográfico a cuestas. La verdad es que lo recuerdo como un momento muy tierno y muy chulo. Julián nos daba pautas y consejos y nosotros posábamos como mejor podíamos. Nos reímos mucho. Disfrutamos un montón de la experiencia. Y creo que eso se plasmó en las fotografías que luego recibimos. ¡No pudimos quedar más contentos!
Y luego llegó Maramoto. Y entre que no teníamos muy claro lo de hacer las fotografías al poco de nacer y que luego nos vimos desbordados por su actividad (hasta tal punto de casi olvidarnos de la sesión que teníamos pendiente), al final decidimos aplazarla hasta su primer cumpleaños. Nos pareció una fecha muy significativa para esa primera sesión en familia. Después de ver el resultado, hemos decidido que cada año, para el cumple de nuestra pequeña saltamontes, volveremos a tocar a la puerta de Photitos para disfrutar de una de sus sesiones y plasmar año a año nuestra evolución como familia. Ya os podéis imaginar lo contentos que hemos quedado.
En el caso de la primera sesión con Maramoto, optamos por salir al aire libre y aprovechar los colores del otoño en la Dehesa que tenemos a unos pasos de casa. La sesión la realizamos allí en su mayor parte y la completamos con otras fotos en un parque cercano, con la peque (y sus padres también, por supuesto) disfrutando en los columpios. Lo más importante en las sesiones con peques es tener paciencia. Y Julián la tuvo. A raudales. Mara está en plena fase de descubrimiento y no paró en ningún momento (cosa habitual en ella, por otra parte). Y a eso habría que añadir que no sonrió ni una vez en las cerca de dos horas que estuvimos arriba y abajo. Si os soy sincero, os diré que la mamá jefa y un servidor no dábamos un duro por las fotos de la sesión. Pero Julián nos volvió a sorprender cuando nos mandó el resultado. ¡No podíamos dejar de sonreír al mirar las fotos! ¡Y qué os voy a contar de los abuelos! Tuve que cambiar tres veces el agua de la fregona para dar a basto con tanta baba…
El año que viene repetimos. Con Photitos.
*Si tenéis poca capacidad de espera, os diré que lo único “malo” que le he encontrado a Photitos es que tardan un poco en hacerte llegar las fotos de la sesión. Entre mes o mes y medio. Pero también es verdad que tienen que tratar 90 fotografías, cuando por regla general en otros estudios apenas te tratan entre 10 o 20. Si podéis vivir sin prisas, os recomiendo muy mucho a Julián.
**Creo que se sobreentiende, pero vaya por delante que éste NO es un post patrocinado.