Quien más y quien menos “está puesto al día” en el mundo de los dispositivos electrónicos y conoce los smartphones, las tablets, ebooks, …
Tampoco nos resulta estraño hablar de WhatsApp o de Telegram, Instagram, Youtube, Facebook, Twitter, …
Por no decir de sus actores principales: Youtubers, Influencers, Milennials, Generación Z, Hackers, Trolls, …
Lo que más nos ha motivado a recortar la brecha digital ha sido estar en compañía de nuestros seres queridos, empezando por nuestros hijos. También la tercera edad se ha puesto las pilas para estar integrados, activos, aceptados y queridos.
No somos ni tan analógicos ni tan digitales.
Sí que es verdad que mientras que los jóvenes están en las redes nosotros, a veces, estamos en la nube, y no precisamente la digital. Nadie pretende comportarse como su hijo, ni hacer lo que él hace en su mundo digital. No somos iguales, y cuidado con querer serlo o imitarlos, puede ser un tanto ridículo. Cada uno tenemos nuestro rol.
Poco a poco la tecnología se está integrando en nuestros hogares. Padres, madres, hijos e hijas, con sus distintas sensibilidades, lo tenemos que ver como una oportunidad. La sintonía educativa entre padre y madre no significa que exista una fusión, cada uno tiene su papel y no deben ni pueden tratar de ser iguales.
Debemos seguir caminando con ese objetivo, aprovechar las oportunidades que nos aporta la modernidad y, siempre, dando ejemplo, haciendo un uso racional y equilibrado de los mecanismos para conseguirlo.
Nadie dijo que la vida sería fácil, solo prometieron que merecería la pena vivirla.