Consumo reducido de los alimentos
Hacia el final del primer año de vida, el ritmo de crecimiento disminuye y el consumo, consecuentemente, se reduce o deja de aumentar tan rápidamente como sucedía durante el primer año de vida. No es raro que el niño tenga temporadas de desinterés hacia ciertos alimentos, si es que se interesa por alguno. A menudo, el hecho de no reconocer estos cambios en el comportamiento conduce a intentar una alimentación forzosa. Naturalmente, el niño se rebela y surgen los problemas.
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Ya que es mejor prevenir los problemas que corregirlos, deben explicarse a la madre estas modificaciones en el patrón de los hábitos alimenticios durante el segundo año de vida antes de que aparezcan. Debe asegurarse a la madre que la falta de interés por la comida es probablemente transitoria y que los intentos de hacerle comer a la fuerza no sólo serán vanos sino que, seguramente, causarán más problemas relacionados con su alimentación saludable .
Autoselección de la dieta
El gusto, o desagrado, del niño por determinados alimentos se hace evidente a partir del primer año de vida y, si es posible, debe ser respetado. Por ejemplo, las virtudes de algunos alimentos (p. ej., las espinacas) que no son esenciales han sido sobreestimadas; por consiguiente, no debe permitirse que existan conflictos acerca de tales alimentos. Con frecuencia, alimentos que son rechazados la primera vez que se ofrecen son aceptados pocos días o semanas más tarde.Por otro lado, si rechaza constantemente alimentos básicos, como la leche o los cereales, habrá que pensar en la posibilidades de alergias alimentarias. Si éste no es el problema, deberán ofrecerse formas alternativas de presentación de tales alimentos (p. ej., queso, yogur, panes). Los niños tienden a elegir dietas que, a lo largo de varios días, demuestran estar bien equilibradas y mantener una alimentación saludable.
Por eso, debe permitirse que el niño coma lo que quiera, de una amplia variedad de alimentos, mientras las cantidades sean adecuadas dentro de ese largo intervalo de tiempo. Normalmente, el niño decide qué cantidad va a comer de un determinado alimento o plato. En esta edad, los hábitos alimenticios, especialmente respecto al gusto o rechazo de ciertos alimentos, están muy influenciados por los de los hermanos mayores. Por tanto, dado que los patrones y hábitos alimenticios desarrollados durante los dos primeros años de vida suelen mantenerse durante varios años, debe vigilarse estrechamente tal influencia.
Auto – alimentación saludable para los lactantes
Tan pronto como el niño sea físicamente capaz, debe permitírsele participar en su propia alimentación saludable, generalmente antes del año de edad. Aproximadamente a los 6 meses, el lactante puede sujetar el biberón y, 2-3 meses más tarde, una taza. A los 7-8 meses pueden introducirse en su dieta tostadas, galletas integrales u otros alimentos que se pueden coger con la mano. Debe permitírsele coger la cuchara si es capaz de llevársela a la boca, lo que sucede a los 10-12 meses de edad.
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A menudo, las madres evitan este importante proceso de aprendizaje por no ensuciar, pero se trata de un aspecto importante en el desarrollo global del niño, por lo que debe ser alentado. Al final del 2.º año de vida, el niño debe comer solo. Sin embargo, debido a que el riesgo de aspiración es relativamente alto hasta el 4.º año, no deben darse alimentos que puedan aspirarse con facilidad (p. ej., uvas, frutos secos, trozos de queso o carne) a niños menores de esta edad, a menos que esté presente un adulto.
Dieta diaria básica
Debe proporcionarse a los padres una dieta diaria básica para el niño, a partir de la cual podrán preparar el menú familiar. La selección diaria de cada uno de los grupos de alimentos (cereales, fruta, verduras, carnes y lácteos) proporcionará una alimentación saludable y equilibrada con suficientes macro y micronutrientes.
La cantidad ingerida, una vez asegurados los requerimientos básicos, puede determinarla generalmente el propio niño sano en crecimiento. La agenda de la alimentación saludable del niño es esencial para evaluar su aporte de nutrientes; sin embargo, a menos que cumplimente el diario de una forma minuciosa durante varios días, será poco fiable. Si existe un diario, será más fácil poder corregir la dieta. Los niños mayores deben saber cómo es una dieta básica equilibrada y cuál es su importancia en el crecimiento y la salud. Sin embargo, esta información no debe nunca presentarse como una amenaza con el objeto de crear hábitos alimenticios estrictos.
Hábitos alimenticios
Los hábitos alimenticios que se crean durante el primer y el segundo años de vida influyen de forma desigual en los años siguientes. Las dificultades en la alimentación responden a la insistencia excesiva por parte de los padres, así como a la ansiedad de padres e hijos cuando el niño hace caso omiso a tal insistencia.
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Las reacciones negativas del niño se deben, a menudo, al estrés durante la comida, cuya corrección requiere una mejoría de la relación paterno-filial. Otros factores que afectan a la alimentación saludable son la confusión durante las comidas, el tiempo insuficiente por parte de los adultos o niños mayores, el rechazo de algunos alimentos por otros miembros de la familia o los platos poco preparados o atractivos.
Las comidas deben ser felices, con conversaciones sobre temas de interés para toda la familia. Es importante disponer de sillas cómodas con reposapiés para que los niños pequeños se sienten a la mesa con facilidad.
Debe respetarse el apetito del niño; aunque en ocasiones coma menos de la media, no debe obligársele a comer más. Los adultos deben ser conscientes de que los hábitos alimenticios se aprenden mejor con ejemplos que con explicaciones formales.
Tentempiés entre comidas
Durante el 2.º año de vida y a lo largo de varios años más, se le puede dar al niño una galleta junto con un zumo de naranja o de otro tipo o una pieza de fruta entre las comidas. Sin embargo, la cantidad de comida que se administra en estos tentempiés no debería interferir con la ingesta en las comidas por su volumen. En las guarderías, los tentempiés deberán ser igual de nutritivos.
Dietas vegetarianas
Cualquier dieta vegetariana puede aportar todos los nutrientes necesarios, siempre que se seleccionen adecuadamente las verduras y los cereales. Las verduras tienen un alto contenido en fibra, vitaminas y minerales. Debido al elevado aporte de fibra, los vegetarianos suelen tener un tránsito gastrointestinal más rápido, un mayor volumen fecal y menores concentraciones de colesterol; en la edad adulta, la probabilidad de desarrollar diverticulitis y apendicitis es menor que en los que comen carne. Obviamente, es más probable que los vegetarianos que consumen huevos (ovovegetarianos) y leche (lactovegetarianos) tengan una dieta más equilibrada que los que no consumen ninguno de estos alimentos (veganos). Los veganos pueden manifestar un déficit de vitamina B12 y, debido al mayor aporte de fibra, deficiencias de ciertos minerales.
Las madres veganas que dan el pecho deben recibir suplementos de vitamina B12 para prevenir la deficiencia de vitamina B12 en los lactantes. También existe cierta preocupación acerca de que los niños vegetarianos no crezcan tan rápidamente como los omnívoros durante los primeros 2 años de vida.
Estimular a los niños para buena alimentación saludable es la clave de todo, con cierta flexibilidad en sus comidas y compensándolo con pequeñas meriendas siempre cumpliendo los esquemas nutricionales necesarios y esenciales para un buen crecimiento y desarrollo.
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