La alimentación tiene un claro carácter social, por ello los niños y niñas deben aprender reglas establecidas por la sociedad en la que viven.
Estas reglas tienen que ver tanto con las necesidades de salud del niño o niña -comer equilibradamente, de una determinada forma, masticar correctamente, etc,-, como con los criterios sociales establecidos relacionados, por ejemplo, con la correcta utilización de los cubiertos en vez de comer con las manos, y comer sentado en vez de hacerlo de pie.
Para que el niño o la niña adquiera estos hábitos, se necesita una programación sistemática, conocer el grado de madurez de cada niño o niña y el nivel que debe alcanzar en cada edad, así como la colaboración entre familia y escuela.
Los objetivos relacionados con la alimentación son:
Comportarse correctamente en la mesa sin control de ninguna persona adulta.
Manejar cubiertos adecuados para cada alimento.
Beber por sí mismos cuando lo necesiten.
Controlar la calidad y cantidad de líquido a ingerir.
Colaborar en la preparación de alimentos sencillos.
En los niños y niñas de 0 a 3 años no se podrá iniciar la programación de adquisición de hábitos relacionados con la alimentación hasta cumplir el primer año, dado que se requieren, unas habilidades y destrezas mínimas que no se tienen adquiridas hasta esa edad.
Comer sentados.
Utilizar con cierta precisión el tenedor, y la cuchara con alguna dificultad.
Beber de un vaso utilizando ambas manos.
No manchar la mesa demasiado.
Masticar con la boca cerrada.
Comer de todo.
Ayudar a traer o llevar algún vaso o plato vacío.
Esperar su turno para que le sirvan la comida.
En los niños y niñas de 3 a 6 años
Permanecer sentado toda la comida.
Comer solos y sin ayuda.
Usar correctamente el tenedor y la cuchara.
Coordinar, con alguna dificultad, el tenedor y el cuchillo.
Beber sin mojarse.
Dejar la mesa limpia.
Controlar los trozos que se lleva a la boca.
Poner y quitar la mesa.
Usar la servilleta.
Para llevar a cabo la adquisición de los hábitos de la alimentación, es necesario seguir unas pautas que son:
Hay que actuar con paciencia, la automatización de las conductas requieren tiempo, y no podemos pretender la introducción de una nueva conducta y su adquisición automática. Al mismo tiempo, también debemos ser pacientes con el niño o niña cuando está realizando una tarea, y no terminarla en su lugar para ganar tiempo, pues de esta manera el niño o la niña tardarán más en hacerse autónomos.
Respetar el ritmo de cada niño o niña durante las comidas, aunque tiene que saber que hay un tiempo limitado para las mismas, teniendo en cuenta además que demasiado tiempo delante del plato no ayuda a hacer más atractiva la comida.
Motivar a los niños y niñas hacia la actividad de comer, mediante juegos utilizando los cubiertos, las servilletas, canciones, frases, etc.
Cuando aparezcan conductas inadecuadas a lo largo del proceso, como pueden ser escupir la comida, hacer ruidos con la boca, no masticar, pedir con frecuencia de beber o golpear con los cubiertos, es conveniente corregirlas paulatinamente.
Las conducta inadecuadas en la comida pueden ser vistas al principio como molestias o inconvenientes, pero más adelante pueden constituirse en un problema que requiera otro tipo de intervención.
Tanto si aparecen este tipo de conductas como si el niño o la niña tienen dificultad para ir adquiriendo logros, es importante utilizar refuerzos sistemáticos y proporcionados a los progresos que vayan realizando.
Tiene que haber contigüidad temporal entre la conducta del niño o la niña y el refuerzo que utilicemos. La elección de la frecuencia y el momento adecuados pueden asegurar la eficacia de las recompensas.
Durante las fases iniciales del entrenamiento o del desarrollo de las destrezas, las respuestas deseables deberían reforzarse a menudo, siguiendo un programa continuo, donde cada respuesta correcta será premiada. Esta forma proporciona motivación y además información al niño o a la niña sobre lo que está haciendo correctamente y lo que no.
La elección de conductas apropiadas a recompensar también es decisiva. Es evidente que no se puede premiar a una persona cada vez que haga algo bien. Hay que escoger las conductas más importantes y adecuadas y concentrar en ellas las recompensas. No sólo han de centrarse en el rendimiento sino también en otras conductas, como las aproximaciones al éxito, al rendimiento y al esfuerzo.
Preparar el lugar idóneo para las comidas (de tal forma que si se derrama comida, no tenga graves consecuencias) y con buenas condiciones ambientales. Debemos eliminar del lugar de la comida cualquier estímulo que distraiga al niño o niña como juguetes, televisión, etc.
Debemos procurar que la ropa del niño o niña esté protegida con un babero amplio, porque si pretendemos que se vayan haciendo autónomos, lo normal es que se manchen.
Hay que tener en cuenta que durante el período de la primera infancia se producen cambios bruscos relacionados con la alimentación como:
El paso de la alimentación líquida a la ingesta de papillas y alimentos triturados, llegando a los alimentos sólidos.
Introducción de nuevos sabores a los que tiene que ir adaptándose.
La postura a la hora de comer irá experimentando una evolución, de comer sentado sobre la persona adulta, pasa a comer sentado en una silla especial, y termina comiendo sentado en la mesa.
El grado de autonomía ante la comida evoluciona desde una dependencia absoluta de las personas adultas, a comer de manera autónoma.
Bibliografía: Apuntes Educación Infantil
Foto de Comida creado por Racool_studio - www.freepik.es