Vaya por delante que no soy un cliente habitual de sus tiendas. No niego haber paseado por sus pasillos, ni haber subido y bajado plantas por sus escaleras mecánicas, incluso haberme perdido más de una vez buscando la salida. Pero también le confieso que pocas veces he comprado nada. No es culpa suya. Soy yo, que me agobia tanto producto y tanto consumismo junto. Aún así, pese a no ser cliente habitual, me permito el lujo de dirigirme a usted para llamarle la atención por la campaña comercial que ahora mismo tiene puesta en marcha en El Corte Inglés de Preciados, en Madrid. Desconozco si alguna más de sus tiendas se ha sumado a la misma. Sea como sea, yo le escribo en relación a la de Preciados, que es la única por la que he pasado en las últimas semanas.
La fotografía que acompaña a esta carta, pese a no tener demasiada calidad (hago lo que puedo con mi smartphone), imagino que le habrá servido para ponerse en situación y comprender algo mejor de qué va todo esto. Aún así, quiero explicárselo yo mismo. El pasado sábado andaba yo paseando por el centro de Madrid junto a mi mujer y mi bebé y, al pasar por delante de su establecimiento, ambos (mi mujer y yo) reparamos en los carteles que anuncian el espacio dedicado a los bebés que han habilitado en la séptima planta. No nos llamó la atención ese anuncio en sí (ya sabemos que los padres somos un filón para los comercios). Lo que atrajo a nuestra vista fue el eslogan que usted ha decidido utilizar para promocionar el espacio: “La aventura de ser madre: El primer gran espacio dedicado al bebé”.
Como padre implicado en la crianza de mi hija y como padre que reivindica cada día la paternidad activa (somos muchos, aunque usted no lo crea), tengo que decirle que su eslogan me repateó el estómago. También se lo repateó a mi mujer, que es una firme defensora de la crianza igualitaria, esa en la que los padres también participamos de forma activa, de igual a igual, en la toma de todo tipo de decisiones concernientes a nuestros hijos. Desde la elección de los artículos de puericultura, hasta la selección de la ropa de nuestros peques, pasando por la forma de crianza y la educación de nuestros hijos. Quizás a usted, que nació en plena dictadura franquista, allá por el lejano 1940, todo esto le suene a chino, pero le puedo asegurar que hoy en día, en pleno 2015, en un mundo que ha cambiado el blanco y negro por la alta resolución, la paternidad activa es una realidad patente en la sociedad.
Y siendo una realidad tan evidente, tan palpable, me sorprende aún más que a usted, que tan bien ha sabido adaptarse a los cambios acaecidos en nuestra sociedad en los últimos 75 años (sólo eso explica que tanto tiempo después sus tiendas sigan tan vivas), no haya sido capaz de captar esta nueva realidad para plasmarla en su campaña. Que ese “La aventura de ser madre” no haya sido “La aventura de ser padres”. Porque sepa usted que aunque quizás en 1940 no fuese así, hoy en día la aventura de ser padres es una aventura compartida en la que nos embarcamos por igual madres y padres. Que ambos nos ilusionamos por igual y que las dos partes (padres y madres) nos involucramos de igual forma en la compra de productos para nuestros hijos. En su crianza. En su educación.
Es una pena que a nosotros, los padres, usted haya decidido dejarnos fuera de su gran espacio dedicado al bebé en la séptima planta de su tienda de Preciados. Es una pena que no cuente con nosotros en esta aventura, porque le aseguro que somos un público bastante apetecible. Y, sobre todo, es una pena que aún no se haya dado cuenta de que los padres, en todo lo referente a la toma de decisiones de compra para nuestros hijos, también existimos (y no sólo para recibir regalos en el Día del Padre, que cada 19 de marzo bien que se acuerda de nosotros).
Sé que es mucho pedir, y que usted, señor El Corte Inglés, es posible que jamás se digne a leer estas líneas, pero ojalá que la próxima vez que pase por Preciados su campaña siga vigente y ya no llame mi atención. Eso será una buena señal. Querrá decir que se habrá percatado por fin de nuestra existencia y que nos habrá sumado a la gran aventura de ser padres. Teniendo en cuenta la capacidad de influencia que usted tiene, los padres que reivindicamos la paternidad activa le estaríamos sumamente agradecidos.
Muchas gracias de antemano por su atención. Y disculpe mi osadía, pero entenderá que era necesaria esta reivindicación.