Hoy voy tarde, lo sé. A veces no consigo publicar teniendo el post programado y el tiempo se me echa encima. Lo siento por todos los que os pasáis a primera hora por el blog con ganas de leer sobre lo que escribo. Hoy os vengo a hablar de los "temibles dos años", de la época de las rabietas, de los primeros conflictos y de cómo solucionamos en casa esta primera aDOSlescencia que está pasando Álvaro.
Álvaro siempre ha sido un chico estupendo, ha tenido muy buen carácter. Siempre estaba sonriendo, todo le parecía bien. Incluso cuando nació su hermano (él tenía 23 meses recién cumplidos) también le gustó la idea. Cuando la gente le preguntaba por su hermano, él siempre decía que lo quería mucho y que no quería que nadie se lo llevara. Digamos que la época de los conflictos con Álvaro ha llegado un poco más tarde, pero ha llegado. Son etapas normales que todos los niños pasan antes o después, y ya llevamos un tiempo en el que Álvaro nos demuestra que ha adquirido su identidad.
¿Por qué digo que ya ha adquirido su identidad si desde que nacen son otras personas?
Bueno, esto es algo que sabemos y entendemos los adultos, los niños pequeños no lo ven así. Hay un período entre el nacimiento y los 9 meses aproximadamente (momento en el que se empiezan a mover de forma autónoma) que se denomina exterogestación o exogestación (se usan indistintamente los dos términos) en el que los niños necesitan de los brazos y abrazos de papá y mamá (quizá más los de mamá por el tema de la lactancia materna) y ellos aún se sienten como una prolongación de la madre. Pensad que han estado nueve meses en el vientre materno y aún no entienden que ellos tengan identidad propia y que ésta sea diferente a la de su madre.
Poco a poco los niños van creciendo y van aprendiendo a tener una personalidad diferente a la de sus padres. Más o menos, coincidiendo con los dos años es el momento de máximo esplendor para las llamadas rabietas porque es el momento en el que el niño quiere reafirmar su identidad y su toma de decisiones (que además, por lo general, chocará frontalmente con lo que hayamos decidido el resto). Por eso los niños pasan por un momento en el que todo es "NO" y luego, un poco más adelante, pasamos a los chillidos, llantos y pataletas.
Mi postura como maestra y madre es tratar de calmar al niño, empatizar con él e intentar el diálogo para llegar a pactos. Seguro que no es tan descabellado aquello que está reclamando o pidiendo. Si no es posible el diálogo en ese momento, ofrecerle un abrazo que le contenga y le demuestre que estamos ahí incondicionalmente y que le enseñaremos a enfrentarse a estos problemillas y a gestionarlos de una forma menos agresiva para él (que sufren mucho) y para el resto (que también sufrimos cuando los vemos así).
Hace unos días mi hijo tuvo una "crisis" de los dos años en un supermercado. Tuve que aguantar miradas y algún comentario que me animó a "darle dos en el culo, para que se vaya espabilando". Lo siento, yo condeno la violencia. No la quiero en mi vida y no voy a educar a mis hijos en eso. Tiene la edad que tiene y se comporta como se debe comportar teniendo dos años. Cuando tenga ocho (si ha pasado por esta fase y la "ha quemado") no tendrá estás crisis; afrontará los problemas y los gestionará de otra forma. Quizá ya esté tan maduro lingüísticamente que sepa darme lecciones de moral o convencerme sobre la importancia de su punto de vista; pero todo tiene un tiempo.
Ahora nos toca armarnos de paciencia, de brazos y abrazos, de palabras de afecto y de cariño, para ayudarle a crecer. No consiste en que haga lo que nosotros queremos, no debe ser un niño sumiso y obediente ante la sociedad o ante sus padres, debe ser un niño crítico con el mundo, con ideas renovadas, con ganas de vivir y de cambiar el mundo. Quizá por eso ahora lo tenga en brazos mientras le voy leyendo que quiero que sea, por encima de todo, un niño feliz, que juntos aprenderemos a gestionar cada momento y que yo (y su padre, por supuesto) estaremos a su lado para acompañarle en su crecimiento y desarrollo, aunque esta primera aDOSlescencia sea todo un reto de pacto, palabras y abrazos.
Por si estáis en el mismo momento que nosotros y necesitáis algún cuento para ponerle palabras a todo lo que estáis viviendo y los niños también necesitan sentirse identificados con el protagonista, os recomiendo el cuento de "Rabietas". Hace un tiempo hice una pequeña reseña de él y a nosotros nos encanta. Álvaro le gusta mucho hacer gestos y movimientos según la página que estamos leyendo. Os dejo unas fotografías de Álvaro con este libro infantil.
También os dejo el vídeo que hizo Bei, autora de Tigriteando, junto con su hija Abril del cuento "Rabietas" para que podáis ver lo chulo que es.
Rabietas from Bei M. Muñoz on Vimeo.
Y, por último, os dejo un enlace afiliado del cuento en Amazon. Como sabéis, si lo compráis a través del blog, Amazon me dará una pequeña comisión por su venta.
¿Y vosotros cómo gestionáis las "rabietas"?
¿Qué hacéis en casa?
¡Os veo en los comentarios!