Hola a todos los padres. Hoy les quiero hablar un poco acerca de cómo tratar a los hijos y porqué es importante tener cuidado con eso.
Es tremendamente complicado controlar al detalle la manera en la que hablamos y nos dirigimos a nuestros hijos. Por eso, es bastante habitual que los padres sobre todo, pero también tíos y abuelos, dirijan a los pequeños frases que, sin quererlo ni saberlo, provocan en ellos sentimientos de temor, celos, tristeza, frustración y humillación. En realidad, son expresiones muy cotidianas, fruto de las situaciones de estrés, agobio o enfado, que nos llevan a actuar sin atender a las consecuencias. Además, es muy común creer que nuestras palabras no van a tener grandes repercusiones. En verdad debemos aprender a cómo tratar a los hijos para que la relación con ellos sea la mejor.
Así no se llega a ningún sitio
El primer tipo de expresiones que debemos evitar son las del tipo “como no hagas esto..”, “como sigas comportándote así...”. Es cierto que muchas veces son inevitables, pero los expertos opinan que este tipo de amenazas son contraproducentes y no consiguen cambiar la conducta de los niños.
Etiquetar a un niño con un “eres tan..” o “eres muy..”, sea positivo o negativo, puede llegar a cambiar su verdadera personalidad. De la misma manera, hay veces que empleamos frases que, sin darnos cuenta, desmoralizan al pequeño porque les hace sentirse avergonzados. Nos referimos a cosas tipo “pareces un bebé”, “¿no te da vergüenza comportarte así?” o “pero mira que eres torpe”.
Por otro lado, hay momentos en los que las rabietas y malas conductas provocan situaciones de estrés que nos llevan a reaccionar con un “eres un niño malo”, “esto es insoportable”, “me estás volviendo loca” o “cada día te portas peor”, y no nos damos cuenta de que los niños pueden creer que es un pensamiento real y permanente, que es lo que opinamos de ellos y, por tanto, afectar directamente sobre su personalidad, pues pueden llegar a asumir que realmente son así. Esto lo debemos aprender a controlar sabiendo cómo tratar a los hijos correctamente.
¿Aplaudiendo su esfuerzo?
En ocasiones, cuando le transmitimos al pequeño un “lo puedes hacer mejor” creemos que estamos motivándole para superarse a si mismo. Sin embargo, a veces puede ocurrir que generemos una especie de frustración en el niño si no se ve capaz de hacerlo mejor.Por el contrario, no es bueno decir un “buen trabajo” a cada pequeña cosa que haga, pues así le restaremos importancia a esa frase que debe ser empleada para valorar el esfuerzo del pequeño. Ejemplo: se lo podemos decir cuando recoja sus juguetes, pero no por el dibujo número diez del día.
Referir a otros familiares
A veces es inevitable frases como “mira las notas de tu hermano” o “mira lo recogida que tiene la habitación tu hermano”. Está claro que nuestra intención al decir algo así es provocar la reacción del niño para que así recoja, haga los deberes... Sin embargo, lo que podemos conseguir es crear una fuerte rivalidad entre ellos que puede, incluso, provocar una mala relación.Es muy habitual que refiramos a la figura del padre en muchos contextos que pueden resultar contraproducentes. Por ejemplo, si decimos “es que eres igual que tu padre” transmitimos una especie de 'rechazo' en el niño a llegar a parecerse a él. Por su parte, un “verás cuando llegue tu padre” te resta autoridad y, además, convertirá al padre en el 'ogro' de la casa.
La complicada adolescencia
Cuando somos padres de adolescentes, la situación se complica un poco más pues podemos llegar a un enfrentamiento más 'duro'. Cuando queremos conseguir algo de ellos, sobre todo en lo referido a los estudios, tendemos a usar expresiones como “no vas a llegar a nada”, “yo a tu edad ya trabajaba y mirate tú”, “eres un vago” o “no aprecias lo que tienes”. Todas ellas frases que soltamos pretendiendo provocar una reacción en ellos, pero que solo refuerzan la distancia entre los progenitores y los hijos, su desorientación y frustración y, por tanto, su desinterés por las responsabilidades.Del mismo modo, expresiones como “me da igual lo que hagan tus amigos”, “porque lo digo yo” o “me da igual lo que pienses” solo provocarán un rechazo en tu hijo y una relación de tensión y distanciamiento entre ambos.
En general, comprobar que resultan muy familiares este tipo de expresiones no significa que se sea un buen o mal padre. La realidad demuestra que son muy comunes en la educación de los niños y que son fruto de la cotidianidad y el esfuerzo diario. Sin embargo, el primer paso para intentar evitarlas es conocerlas, asumirlas y aprender sus posibles consecuencias.
Agradecimientos: a Terra, Euroresidentes, Colegio Sagrada Familia, Sinalefa y BioBioChile. Y a Hoy Bolivia, Tus Trucos, Progresa Parador, Blog de Nenes y Prodavinci por las fotografías