Antes de nada, comencemos por conocer la definición de salud emocional:
Podemos afirmar que gozamos de una buena salud emocional cuando mantenemos un equilibrio entre lo que sentimos, lo que pensamos y lo que hacemos. Esta armonía entre los vértices del triángulo de pensamiento, emoción y acción provoca que nos sintamos bien con nosotros mismos y que establezcamos relaciones positivas con nuestro entorno.
Mi salud emocional
Es posible que desde hace un tiempo hayas notado un descenso en el número de publicaciones y esto se debe a que, tras muchos meses inmersa en en un ritmo frenético repleto de responsabilidades y obligaciones, paradógicamente, yo misma había perdido parte de mi salud emocional de la que tanto hablo en mis artículos.
Maestra de Corazón ha sido un regalo para mí (y lo seguirá siendo). Tras casi tres años publicando semanalmente, he tenido la fortuna de recibir innumerables ofertas de colaboraciones, proyectos y propuestas de trabajo, cada cual más atractiva que la anterior y me ha sido
Así, casi sin saber ni cómo, me vi inmersa en una rueda en la que los días, las semanas y los meses pasaban sin que yo me diese ni cuenta. No sabía ni en qué día vivía y no sé ni cuándo, en alguno de ellos me di cuenta de que en los últimos años, apenas había disfrutado de algún día de descanso. En 2016, tan sólo “disfruté” de una semana en Mallorca, e incluso he de admitir que 2 de esos 7 días en la playa, los pasé trabajando.
A nivel emocional me sentía cansada, quería parar, relajarme y desconectar de mis obligaciones, pero a nivel cognitivo me forzaba a seguir cumpliendo con mis responsabilidades y eso era lo que terminaba haciendo. Así fue como rompí mi equilibrio entre pensamiento, sentimiento y acción. Dejé de escuchar a mi cuerpo y seguí en la rueda de trabajo que no terminaba nunca.
No quiero que interpretes este artículo como una queja, ni muchísimo menos. Lo escribo porque creo que es posible que tú te sientas reflejado con mi experiencia o que conozcas a alguien que pueda hacerlo. Seguro que no soy la única que ha pasado por etapas de estrés laboral o sienta que es un workaholic o trabajólico.
¿Cuáles son los síntomas emocionales del estrés laboral?
Aquí tienes una lista de ellos. Algunos son fácilmente perceptibles por las personas de nuestro entorno mientras que otras son más difíciles de percibir por los demás, ya que en ocasiones los adictos al trabajo tienden a fingir un estado emocional saludable, por miedo a ser rechazados o por no querer generar preocupaciones en los seres que le rodean.
Ansiedad
Mal Humor
Irritabilidad
Miedo o temor
Inseguridad
Dificultades para concentrarse
Dificultad para tomar decisiones
Bajo estado de ánimo
Depresión
Personalmente creo que los he sufrido todos, salvo el último (afortunadamente). Como acabas de ver, el estrés laboral puede alterar de modo significativo nuestra relación emocional con nuestro entorno, modificando nuestro estado de ánimo y alterando nuestro comportamiento.
¿Qué hacer para cuidar mi salud emocional?
Lo primero que debemos hacer es aceptarlo. Esto requiere cierto grado de inteligencia emocional, aunque no hace falta ser Daniel Goleman para darse cuenta. Si te conoces un poco a ti mismo te darás cuenta de que no estás bien y que tienes que hacer algo al respecto.
Particularmente la primera decisión que tomé fue la de retomar la realización de ejercicios de relajación al final de mi jornada laboral (autoimpuesta), pero me di cuenta de que me resultaba muy difícil desconectar.
El hecho de trabajar a través de internet hace que puedas leer y responder un email en cualquier momento, consultar un artículo, ver las ventas de tus libros o actualizar las redes sociales. Esto hace que termines trabajando mientras tomas algo con unos amigos, paseas por la calle, viajas en metro o ves una película. Sea lunes o sábado, miércoles o domingo. Sean las 11 de la mañana o las 11 de la noche. Siempre estás alerta.
Cuando comencé a trabajar por mi cuenta instalé una aplicación en el teléfono llamada “SelfControl”, para evitar distraerme mientras trabajaba y así ser más productiva. Con ella bloqueaba las páginas de ocio durante unas horas para así centrarme únicamente en temas laborales. Ahora lo hago al revés, para impedirme seguir trabajando.
Entre otras medidas que he tomado y me funcionan, actualmente estoy haciendo muchos ejercicios de renuncia y dado que estoy viendo buenos resultados, quiero compartirlos contigo.
Considero que es algo que todo el mundo puede hacer (hacer requiere actuar por tu parte, no solo leer) y si hay alguien que se pueda beneficiar de mi experiencia, ya me sentiré satisfecha. Así que vamos a ver la renuncia con más profundidad.
¡Renuncia!
Renunciar es una palabra que, a primera vista, tiene connotaciones negativas, pero te aseguro que liberarte de ciertas cosas te hará sentirte mucho mejor. Eliminar lastres de tu vida te hará sentirte más ligero y te acercará un poquito más al bienestar y felicidad que todos deseamos. Eres tú el que debe decidir a qué quiere renunciar, pero aquí tienes algunas sugerencias, basadas en mi experiencia personal.
Renuncia a los trabajos que te supongan un menor ingreso. Tu salud y tiempo de vida no tienen precio, y si lo tienen, al menos que sea acorde a tus principios. Recuerda mantener el equilibrio entre los vértices del triángulo. Si sientes que no estás siendo bien pagado o reconocido en algunos de los trabajos que desempeñas y puedes permitírtelo, renuncia a ellos y dedícate ese tiempo a ti, a tu bienestar personal.
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Renuncia a las obligaciones sociales. Hasta ayer, literalmente, estuve pensando que “tenía” que ir de rebajas porque estábamos en febrero y “hay que ir de compras”. Da igual que no necesites nada, en febrero “toca ir de rebajas“, damos por hecho que es así. Lo mismo ocurre con los disfraces en carnavales, o con la compra de regalos en San Valentín, El Día del Padre/Madre/Niño/lo-que-sea, Navidad, Halloween, Pascua y un largo etcétera. Estas tradiciones están muy bien si las disfrutas. Pero si lo haces por obligación o resignación, quizás te convenga liberarte de todo eso, al menos por un tiempo. Si estás estresado, te quitarás un peso de encima.
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Renuncia al exceso de pasividad. Limita tus horas frente a la televisión y comienza a ejercitar tu cuerpo. Hace unas semanas me lesioné un pie caminando, dando un paseo. Sí, has leído bien, ca-mi-nan-do. Eso me hizo darme cuenta de que la falta de ejercicio en mi vida había llegado a un límite preocupante. Desde entonces me estoy implicando más activamente (lo tenía fácil) en recuperar un tono muscular adecuado y he recordado lo satisfactorio que es el deporte. Libera un montón de endorfinas que aumentan nuestra sensación de bienestar. No hace falta ser un friki del running, kickboxing, pilates o triathlong. Es suficiente con que te muevas de forma moderada para beneficiarte del ejercicio. Camina, da un paseo en bici, practica yoga o sal a bailar. Movimiento y bienestar van de la mano.
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Renuncia a las relaciones tóxicas. Despídete de esas personas que te generan malestar, insatisfacción y sufrimiento. Son otra pesada carga de la que podemos y debemos desprendernos. Sea una relación laboral, familiar o de amistad, eliminar las relaciones tóxicas te liberará de un gasto de energía que podrás invertir en relaciones y prácticas mucho más beneficiosas para ti.
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Renuncia a los tóxicos en tu vida. En mi caso, el pasar demasiadas horas delante del ordenador hace que me apetezca comida basura, con niveles excesivos de azúcar y/o grasa. Otros se inclinan más por el café, el tabaco o el alcohol. Sea lo que sea, trata de renunciar a ello o reducirlo lo máximo posible. Cuidar tu cuerpo implica cuidar tu mente y tus emociones.
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Renuncia al exceso de responsabilidad y seriedad. Aunque sea difícil es necesario que dediquemos tiempo a la creatividad, la diversión y la relajación.
A mí, personalmente, me costó mucho darme cuenta de que no podía llegar a todo ni contentar a todos los que querían algo de mí (laboralmente hablando). No puedo responder todas las consultas que llegan a mi correo, ni aceptar todas las colaboraciones ni proyectos que me ofrecen. De hecho, como te he comentado anteriormente, he tenido que abandonar aquellos que menos me compensaban para dedicarme a aquellos en los que verdaderamente creo.
Espero que estos consejos te hayan servido de ayuda. Si deseas conocer otras técnicas para disfrutar de una buena salud emocional, házmelo saber en tus comentarios. Si queremos niños emocionalmente sanos, sabrás que lo primero que debemos hacer es predicar con el ejemplo.
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