Maria, esta contenta, su hijo adolescente ha llegado hoy del insti, ha comido y esta casi simpático. Después de comer y descansar se ha ido a su cuarto a hacer los deberes sin tener que recordarselo. María cruza los dedos, parece que la tarde va a ser tranquila, sin ninguna discusión. Bueno no es que todas las tardes haya discusiones, es que a veces parece que están en dos mundos paralelos que nunca se encuentran. De repente, Pablo (pongamosle ese nombre) grita a su madre desde la puerta:
"Mamá me voy".
"¿Donde vas?", pregunta María inquieta.
"Al médico".
"¿Cómo, te ocurre algo?, ¿estás enfermo?.".
"No, voy a pedir las pruebas genéticas, estoy casi seguro de que no es posible que seas mi madre".
Sale por la puerta. María se siente herida, indignada, esta a punto de abrir la puerta y gritarle que ella también quiere esas pruebas, esta casi segura que no es su hijo. Pasa un rato pensando en diversas y descabelladas teorías. Seguro que se lo cambiaron en el hospital, ahora que lo piensa tiene un cierto parecido a su compañera de habitación. Es posible que de bebe se le cambiaran en la guardería, ya se sabe en esa época siempre iba corriendo, estresada y agobiada así que todo es posible. Al final, se da cuenta de la descabellado de sus pensamientos y se ríe. Se centra en hacer otras cosas y se propone a hablar con su hijo en cuanto vuelva. No son maneras de hablarle. Más tranquila sigue con sus actividades.
Al rato Pablo vuelve. Vuelve gritando, feliz:
"¡Mamá, mamá me han aceptado en el equipo de baloncesto!".
"¿El equipo de baloncesto?".
"Si, no recuerdas que te dije que hoy eran las pruebas."
"¿Y el médico?- pregunta Maria."
"¿El médico, de que hablas mamá?. No he ido al médico."
"Es lo que me dijiste antes de salir"
"No se de lo que me hablas, mamá. No he ido al médico. Mañana comienzo con los entrenamientos. ¿Sabes el entrenador dice que tengo mucho potencial?"
Y así sigue Pablo, toda la tarde hablando de baloncesto. María navega entre la satisfacción de ver feliz a su hijo y de su logro y la sensación de indignación de antes. Al final, suspira y se centra en todo lo que le cuenta su hijo, en compartir ese momento con él. En otro momento, hablará tranquilamente con el sobre lo ocurrido. Son cada vez más escasos esos momentos compartidos con su hijo. En el que vuelve a contarle sus dudas y sueños. Así que decide disfrutarlo.
Cómo padres de adolescentes, ¿habéis pasado momentos similares?. Bueno, espero que no hayan dado una respuesta tan fuera de tiesto como la de Pablo. Los padres sabemos que el tener hijos es una gran aventura. Una aventura en la que tenemos una cosa segura, no sabemos lo que se nos pueda venir encima. Sobretodo el convivir con un adolescente, puede provocarnos estrés, ya que no siempre se amoldan a nuestros programas e ideas. Por lo que tenemos que estar continuamente encontrando un equilibrio entre sus necesidades y las nuestras.
Somos conscientes que durante esta época vamos a tener momentos muy complicados pero también momentos muy bonitos. Sus cambios hormonales han comenzado. Sabemos que debemos llenarnos de paciencia. Queremos estar con ellos, cerca de ellos durante este momento de su vida. ¡Aunque no demasiado cerca!, por seguridad ^-^.
Dos consejos para sobrellevar mejor esta época. Pausar crea espacio entre ambos y conectar te ofrece la oportunidad de sintonizar con lo que sientes, con las reacciones de tu cuerpo. A Maria no le gusto la respuesta de Pablo, cuando salía por la puerta. Si lo hubiera llamado a gritos y exigido que volviera para aclararle ese comentario tan desafortunado, hubiera habido una discusión, en la que probablemente no hubiera obtenido respuestas claras o directamente ninguna y es posible que Pablo hubiera acabado castigado y perdiendo la oportunidad de entrar en el equipo de baloncesto. En vez de eso Maria dejo una pausa, al principio de la pausa se dejo arrastrar por pensamientos más que negativos absurdos, por su malestar e indignación. Reconoce sus sentimientos y decide no dejarse arrastrar por ellos, sigue con sus cometidos. Al volver Pablo, aparca todos esos sentimientos para disfrutar del éxito de su hijo. Aparca, la conversación que había decidido tener con él, aparcar no es renunciar. Si no buscar el mejor momento, en el que la ira no nos arrastre a decir o hacer cosas que no queremos. Y lo aparca por disfrutar de ese momento de intimidad y felicidad con su hijo. Más adelante conversara con el sobre los comentarios "fuera de tiesto", lo poco útiles y sobre el daño que hacen.
Hay veces que tendremos que intervenir casi inmediatamente, pero otras en las que tendremos que esperar o crear el momento ideal. Ser padres no es fácil, es un camino que termina el día que morimos (o tal vez no). Un camino en el que nos equivocamos, tenemos grandes y pequeños triunfos. Un camino agotador, retador, motivador y que nos cambia la vida por completo. En el que aprendemos todos los días algo nuevo, en el que intentar hacerlo lo mejor posible a veces no es suficiente. En el que no estamos solos, no somos los únicos que influenciamos en ellos. Aunque seamos los más importantes hay abuelos, profesores, entrenadores, amigos (sobretodo en la adolescencia) y mass media (TV, internet,....).
A pesar de todo esto la mayoría de padres saben encontrar su camino. La mayoría de adolescentes crecen sin grandes problemas. Sabemos que forman parte del proceso las dudas, las oposiciones, no atenerse a las reglas, experimentar con lo prohibido. Debemos aceptarlo sin crear un tragedia por eso, sin pensar que somos los peores padres del mundo y nuestros hijos un desastre. ¿Quién no le doy una calada a un cigarro durante esta época, por ejemplo?. Intervenir cuando sea necesario, dejandoles espacio para su crecimiento.
Durante esta época de vuestras relaciones te tendrás que armar de valor, para reconocer que la paternidad perfecta no existe, para aprender y prepararnos lo mejor posible. Para marcar límites. El valor nos habla del coraje que se necesita para enfrentarse con situaciones que no nos agradan o difíciles. El coraje que se necesita para abrirse a aquello que temes.
Vas a necesitar compasión, para tomar conciencia de tu propio corazón. El corazón puedes abrirlo para dar y recibir amor. Pero igualmente se puede cerrar. La compasión hacia uno mismo es la necesidad natural de disminuir el dolor y el sufrimiento y de buscar la felicidad. "El arte de educar reside en mantener el equilibrio entre una mente abierta y un corazón cálido, para poder sentir intensamente y poder actuar con sabiduría, especialmente cuando las cosas parecen ir mal." (E. Snel).
La confianza es muy importante para los padres. Te proporciona una sensación básica de seguridad y esperanza de que toda va a ir bien, aunque en estos momentos no vaya así. La esperanza es lo último que se pierde. Se necesita confianza en las ocasiones en las ocasiones en las que tenemos que aceptar aquello en lo que no tenemos autoridad.
Paciencia. Ese arte que a veces es tan difícil, cuando estas cansado, cuando quieres que las cosas vayan un poco más deprisa o por otro camino. Paciencia con tu hijo, pero también paciencia contigo.
RECUERDA UNA ORUGA SE CONVIERTE EN MARIPOSA. SIEMPRE QUE NO ABRAS EL CAPULLO ANTES DE TIEMPO
Hasta aquí el post de hoy. ¿Tenéis un adolescente en casa?, me contáis vuestra experiencia un poquito más abajo, en comentarios.