Se trata de varios estudios realizados por Walter Mischel y su equipo con niños de 4 a 6 años procedentes de una escuela infantil situada en la Universidad de Stanford (hijos de profesores y alumnos de la misma) durante comienzos de los años 70, que pone a prueba uno de los puntos más importantes de la gestión emocional: el control de los impulsos.
Durante esta parte del experimento, sentaban a cada niño en una habitación, y le colocaban delante una golosina jugosa, un marshmallow (la golosina más parecida en nuestro país sería una “nube”). Después de esto, le decían a los niños: "puedes comer el "marshmallow" ahora si quieres, pero si esperas a que yo vuelva de hacer un recado, entonces te daré otro, y podrás comerte los dos". El investigador abandonaba la habitación y se observaba la conducta del niño durante esos minutos de espera.
Las reacciones ante la situación son de lo más variopintas. Si quieres ver las grabaciones del test, aquí tienes el vídeo, te aseguro que no tiene desperdicio. Puedes activar los subtítulos en la parte inferior derecha del reproductor, aunque las imágenes hablan por sí solas ;).
Fueron más de 600 niños los que participaron en el experimento. Una minoría se comió el dulce inmediatamente. De aquellos que intentaron no caer en la tentación de comérselo, un tercio aguanto lo suficiente para obtener la gratificación prometida; la edad fue un factor determinante.
Así que la pregunta sería: ¿podremos predecir, en función de su capacidad para controlar sus impulsos, cómo se comportará un niño cuando sea adulto?
RESULTADOS DE LOS ESTUDIOS:
Los estudios de seguimiento revelaron, 14 años más tarde, que una mayor postergación de la gratificación se podía asociar con importantes logros posteriores, ya que los niños que lo hacían se convirtieron en adolescentes socialmente más competentes y académicamente más exitosos, con respecto a los que consumieron los dulces de inmediato, quienes presentaron problemas de autoestima y dificultades para relacionarse con sus compañeros. Resulta todavía más sorprendente, teniendo en cuenta que todos los niños procedían de familias de un nivel sociocultural bastante alto, ya que, como he dicho, eran hijos de profesores y estudiantes de la universidad donde se realizó el test.
Es decir, los niños con mayor capacidad de resistir la tentación del dulce desarrollaron mejores relaciones interpersonales, mejor manejo del estrés, comunicación más asertiva y mayor autoconocimiento y seguridad en sí mismos, las cuales son habilidades para la vida que determinan el éxito y la salud de los individuos.
OTRAS INVESTIGACIONES:
Posteriormente se ha realizado otro estudio en Nueva Zelanda donde se ha examinado rigurosamente el control de impulsos de 1000 niños nacidos en un mismo año durante sus años escolares, y posteriormente, les han hecho un seguimiento hasta cumplir 32 años. Los resultados indican que los niños que lograban posponer la recompensa, comparados con los niños impulsivos, tenían una salud mucho mejor. Además, incluso los ingresos de los que habían esperado eran bastante superiores, independientemente de la riqueza de su familia de origen, independientemente de su escolarización. Es decir, resultó ser un factor más fuerte a la hora de predecir el éxito profesional de lo que podía ser la educación o la familia de procedencia.
Por lo tanto, lanzo otra pregunta ¿qué podríamos hacer para ayudar a los niños a aumentar estas capacidades? Y aquí, querido amigo, es donde entran los programas educativos de aprendizaje social emocional. La espera y el autocontrol son dos elementos básicos que tratamos de desarrollar en nuestro trabajo. Practicar la paciencia a una edad temprana ayuda a los niños a mejorar las relaciones interpersonales y las habilidades sociales, y les ayuda a convertirse en personas empáticas que pueden hacer mejor frente a los retos en la vida. Así que, te animo a que matricules a tu hijo en un curso de educación emocional y social y/o a que me contactes para conocer y ayudarte a resolver tus inquietudes. Para comenzar, te daré algunas pautas para que trabajes este aspecto en casa.
TÉCNICAS PARA TRABAJAR LA PACIENCIA EN LOS NIÑOS
Te recuerdo que el tiempo es un concepto abstracto que requiere de cierta maduración cognitiva. Una actividad muy recomendable para que los niños observen el paso del tiempo es plantar unas semillas y observar como crece la planta. Puedes realizarlo a partir de los 2-3 años de edad, con algo tan sencillo como unas lentejas. A partir de esta edad, el propio test de Marshmallow indica una diferencia de resultados importante entre los niños de 4 años y los de 6. Ten esto en cuenta a la hora de llevar a cabo los siguientes aspectos.
1. Si has leído el post con 7 claves para alcanzar el éxito, estoy segura de que lo ves venir. Como no podía ser de otra forma, el punto uno es este: Debes ser el modelo a seguir. Enseña a los niños un comportamiento de paciencia mostrándoles cómo. Debes ser consciente de tus palabras y del lenguaje corporal cuando tengas que esperar por algo.
2. No intentes dárselo todo inmediatamente. Cuando tu hijo pida algo que no sea prioritario, puedes pedirle que espere un período breve. Utiliza temporizadores relacionados con el tiempo para ayudarles a visualizar la espera como “después de que haya lavado los platos” o “cuando papá vuelva a casa”. Evita dar respuestas vagas como “en un tiempo” o “más tarde”, ya que esto puede confundirles
3. Involúcrales en el proceso de esperar y a ocupar (o no) el tiempo de espera. Esto les enseñará a enfrentarse a frustraciones y a reconocer las necesidades de los demás.
4. Anima a los niños a participar en actividades en grupo y a jugar a juegos de mesa. Esto les enseña a esperar su turno. Actividades como hornear galletas, hacer pasta de sal, o moldear barro ayudan a aplicar autocontrol y a enseñarles a esperar para obtener la recompensa.
5. Mantén unas expectativas razonables. El nivel de paciencia en cada niño es diferente según cada edad. Observa a tu hijo para entender lo que es natural en él.
6. Reconoce y refuerza el buen comportamiento. Alabar y gratificarles por su paciencia les hará sentirse valorados y elevará su autoestima.
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¡Un fuerte abrazo y hasta el jueves!
Belén