Siempre he tenido la circulación bastante bien y he hecho deporte así que nunca pensé que las varices aparecerían en mi vida.
Pero llegó el momento en mi segundo embarazo. En las conversaciones en el parque con otras mamás había salido muchas veces el tema de la aparición de varices en este periodo pero la verdad es que no había prestado mucha atención porque no me había tocado de lleno.
Las varices aparecen o agravan su estado en el periodo de embarazo por varios factores:
En primer lugar, el lógico aumento de peso propio de estos nueve meses hace que lógicamente disminuyamos nuestra actividad física provocando una retención de líquidos.
La progesterona, esa hormona tan importante para nosotras en embarazo y lactancia provoca una relajación en las paredes de las venas aumentado el volumen de las mismas y haciendo que el flujo sanguíneo vaya más lento.
Durante el embarazo de mi segunda hija notaba siempre pesadez e hinchazón e las piernas y en la cara interior del muslo comenzaron a aparecer las temidas “arañas vasculares”. Cómo pasé un embarazo con náuseas y malestar general no di importancia a las mismas pensando que una vez pasase este periodo desaparecerían y como “la ignorancia es atrevida” no tomé remedio durante el mismo.
Después del embarazo me puse manos a la obra para intentar solucionar de una manera natural la aparición de estas pequeñas varices que afeaban tanto las piernas así que en primer lugar fui a mi médico de cabecera el cual me recomendó varios remedios para combatir las varices:
En primer lugar me preguntó que si practicaba ejercicio regularmente. Una buena caminata diariamente hace que retengamos menos líquidos y nuestra circulación sanguínea mejore considerablemente.
Decidí entonces comenzar a nadar ya que tanto para el embarazo como para la circulación de las piernas me iba a ir fenomenal.
Mantener las piernas en alto y evitar estar de pie mucho tiempo. También me recomendó darme duchas de agua fría en las piernas.
Evitar alimentos salados que favorecen la retención de líquidos e incluir en mi dieta alimentos diuréticos como piña, espárragos, alcachofas…
El uso de medias de compresión lo descarté completamente: primero por embarazo y segundo por el calor y el agobio que podría pasar durante este periodo.
Después del embarazo me encontraba fatal en todos los sentidos. Mi cuerpo no era el mismo ni física ni emocionalmente. Había engordado casi 20 kilos, no podía descansar por las noches, dejé de arreglarme y el estado de mis varices se había agravado considerablemente.
Después del periodo de lactancia decidí volver a tomar las riendas de mi vida y uno de los pasos fue tratar las varices. Acudí entonces a un centro médico estético para que me diesen su opinión. La doctora me comentó que mi caso eran micro varices y que podría utilizar una técnica no quirúrgica: varices. Me explicó que en este caso el tratamiento se hace inyectando en cada vena varicosa una sustancia química que lo que hace es inflamar la pared interna, cicatrizándola y cerrándola, con lo que la variz desaparece. En cada sesión se trataría una pierna.
También me preguntó si tenía en mente volver a quedarme embarazada en un breve espacio de tiempo o no ya que los tratamientos vasculares están contraindicados en mujeres embarazadas o que estén amamantando. Tampoco se recomiendan en personas con problemas cardiovasculares, circulatorios, cutáneos o de coagulación. Las personas fotosensibles no podrán someterse al tratamiento con láser.
El tratamiento fue realizado con anestesia local y duró unos 45 minutos. . Los resultados fueron inmediatos y permanentes. Entre los efectos secundarios fueron mínimos ya que en las piernas me salieron unos pequeños hematomas y rojeces pero no excesivo.
El resultado fundamental para mi: Recuperar la autoestima perdida y volver a sentirme guapa. ¿Qué mas puedo pedir?
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