“¡Señora que le vaya bien. Cuide su carruaje!” Fueron las alegres palabras de una vecina de unos 5 ó 6 años. Me sacó una sonrisa de los labios inmediatamente. Y es que cuando se vive entre princesas nos sobran las historias bonitas, la imaginación vuela todo el tiempo, y así la vida nos regala ese toque dulce que a pesar de nuestra rutina aplastante, entre las cuentas por pagar, las responsabilidades, el trabajo y todo esto que se llama vida, tenemos a nuestro alrededor pequeñas ángeles que nos recuerdan que me estar vivo es simplemente una maravillosa experiencia.
Mi hija de 3 años hoy despertó y lo primero que pidió utilizar fueron unas alas de mariposa y el cintillo y varita mágica de hadas que le regaló su padre ayer.
A veces estamos tan envueltas en nuestro rol como madres que olvidamos sentarnos a contemplar estas estrellitas que Dios puso en nuestros vientres para que pudiéramos apreciar el lado dulce de la vida.
Mi carro está de “emergencia” para visitar el mecánico, sin embargo, la sugerencia de mi vecina pequeñita me hizo olvidar por un momento que aún no dispongo del dinero suficiente para hacer los arreglos que necesita mi carrito. Con su comentario hizo que por un momento, al pasar el cambio e iniciar la marcha de mi automóvil, sintiera que andaba realmente como princesa: en un hermoso y perfecto carruaje.
Gracias a Dios que comentarios como estos de nuestras pequeñas princesas hacen que la vida tenga aún más sentido para ser vivida al máximo.
Te invito a descubrir en cada interacción con tus hijos el mensaje que Dios quiere enviarte para que aprendas. Te aseguro que, por lo mesos, harás un punto aparte en tu rutina y serás cada día un poquito más feliz.
¡Feliz fin de semana!