Ayer estaba en carretera camino a un pueblo de mi país por asuntos laborales. Buscando emisoras para variar la música encontré un programa (del cual desconozco el nombre de la emisora y las personas que estaban conversando). Lo interesante era el contenido.
Hablaban del verdadero significado de la palabra Amor. Luego de definir el concepto con la palabra bíblica encontrada en 1ra de Corintios 13, procedieron a explicar algunos tips para la convivencia en pareja.
La pregunta que lleva como título esta entrada de mi blog me hizo eco en la conciencia. Decían: “Antes de juzgar las actitudes del otro pregúntese usted primero: ¿es agradable vivir conmigo?”
No dijeron “vivir contigo” sino vivir conmigo, entiéndase que primero analice usted si es placentero o agradable para el otro vivir con usted, con todos sus malos humores, su alegría, su tristeza, sus preocupaciones, su ira, su pena, su melancolía, sus incomodidades, su forma de tratar al otro, su forma de pensar y disentir con los demás, sus manías, su comportamiento, su enfermedad, su salud, sus quejas, sus formas de dormir, sus rituales, su religión, su familia, su trabajo, su entorno, sus amistades, sus vicios, en fin, la lista es interminable.
Me quedé tan movida con la pregunta que tuve la necesidad de sugerirla como ejercicio a los participantes del curso que impartí ayer.
La pregunta puede aplicarse a todas las relaciones de su vida. ¿Es agradable vivir conmigo como madre/padre? ¿Trabajar conmigo? ¿Es agradable vivir conmigo cómo esposa(o)? ¿Cómo hijo(a)? ¿Es agradable ser mi amigo (a)? ¿Ser mi vecino(a)?
Es un examen de conciencia difícil, ya luego de hacerlo es preciso, según pienso, atreverse a preguntarle a los demás estas mismas preguntas. Sugerencia: prepárese para recibir, en actitud de humildad dejando de lado la ira, los sentimientos agrios y la dureza del corazón.
Dios nos llama ser cada día más parecido a Él. La pregunta es: ¿Estamos representando con dignidad el rol de ser sus hijos?
Hasta la próxima.