Pero me he puesto a recordar…y me han dado ganas de contaros nuestra vuela al cole, vista en retrospectiva después de seis meses de clase. Este pasado marzo en casa tuvimos a la terremoto mayor que volvía a clase, a un colegio que ya conocía y ya le gustaba, al reencuentro con sus amigos. Y a la terremoto pequeña que pasaba de la guardería, con un final algo…digamos abrupto, al colegio de mayores. ¿nos pasaría como en la guardería? ¿salir desencantada de la guardería afectaría el colegio?
Bien pues, empecemos por la mayor, que no tuvo mayor problema, como ya os conté cuando empezó el cole de grandes. A los padres nos puede gustar más o menos el colegio que hemos elegido, o el profesor que nos toca cada curso, pero no hay mayor tranquilidad que cuando a tu hija le gusta el colegio al que asiste. Cuando se emociona los días previos, cuando va feliz desde el primer día, cuando te cuenta las cosas que hace y escuchas en su voz la emoción de cómo lo disfruta. además, tuve la suerte que, al coincidir la adaptación de la enana, fui espectadora “a escondidas” del primer patio de la mayor. Reuniones de cotilleo, emoción al jugar…se veía a todas sus amigas tan contentas de reencontrarse! Ninguna duda, terremoto mayor ya es muy fan de su colegio.
Con la pequeña…el inicio y lo que llevamos de curso han sido diferentes a los de su hermana mayor. Ella es más independiente desde siempre, y mucho más “echá pa’lante” pero la adaptación a la guardería no la llevo bien en su día así que estábamos preparados. Y resulta que, desde días antes, ella se contagió de la emoción de su hermana por el primer día de clase. Estaba encantada preparando su mochila y sus materiales. El primer día, como ella tenía adaptación, no iba a la misma hora que su hermana, y eso no le gustó nada. Pero cuando la vine a buscar para llevarla, sonreía todo el camino, sonreía en la puerta esperando que nos abrieran. Recorrió su clase, jugó con todo lo que les habían preparado y, aunque no le hizo mucho caso al resto de niños, incluso se fue directa a una de las profesoras a preguntarle si podía salir al patio con su hermana jajaja. Al irnos, se despidió con un contundente “hasta mañanaaaaa”. Todo parecía pronosticar una adaptación feliz al colegio.
Pero. ¿porqué siempre hay un pero? Los primeros días de la adaptación no son solo para que los niños se adapten al colegio, también son para que las profesoras conozcan a los niños y “equilibren” las clases, almenos en el centro donde ellas asisten. ¿Qué pasó entonces? La vieron tan segura de si misma y con tanto desparpajo, que la eligieron como candidata para cambiarla de clase…al final del periodo de adaptación. Fue a parar a otra clase donde había mucho niño tímido, para darles algo “de vidilla”. Pero para ella fue un shock. Empezó a decirnos que por qué no la llevábamos a su clase, que no quería quedarse ahí, que quería irse a casa…la habían descolocado y a ella no le gusta nada que la saquen de sus esquemas.
Toda la perfección se vino abajo. Incluso su hermana la visitaba siempre que podía pero ni eso funcionaba. No quería ir al colegio y saltaban las lágrimas todas las mañanas. A la salida iba contenta pero…tampoco emocionada. Y contaba muy poco de lo que hacía en clase. Además, al empezar en marzo, las vacaciones de semana santa están muy cerca. Cuando creíamos que ya se estaba acostumbrando a su clase, aunque a regañadientes, tuvieron unos días libres…y pensamos que retrocederíamos en la adaptación. Pero no! Sorpresas que nos dan estas pequeñas. En esos días se dio cuenta que lo pasaba bien en clase, y quería volver!!! Desde entonces, algo cambió. Empezó a hablar de sus compañeros, de sus profesoras, a tener ganas de ir al colegio por la mañana, se terminaron las lágrimas. Nos costó, pero lo superamos!! De hecho, ahora que ya hemos superado la mitad del curso, confieso que me pasa a la inversa…temo las vacaciones de verano!! Ahora pide ir al colegio incluso los sábados, las vacaciones de Fiestas Patrias se le hacían eternas y todo lo que quería era ir al colegio, ver a sus amigos y a sus profesoras. ahora que ya está en su rutina, acostumbrada, feliz, disfrutando de las jornada escolares, le quedan tres meses escasos para las vacaciones… al final, aunque el inicio no fue fácil, estamos teniendo un curso muy bueno, y reconozco que el mayor mérito es de sus profesoras. Ellas la han contenido, la han comprendido, le han dado sus espacios y la han ayudado a aceptar el cambio. Y ahora ella ni se acuerda de aquellos primeros días de adaptación.
Eso sí, que la vuelta al cole es la vuelta a las rutinas…en esta casa no. Cuando ambas iban a la guardería almenos volvían tan cansadas que en invierno se dormían temprano…¿pero ahora? Confieso que en esta casa rutinas hay bien pocas, pero creo que ni la hora de dormir varía entre vacaciones escolares y el curso (lease vacaciones escolares pero padres trabajando…que si estamos todos de vacaciones ahí si que la liamos) Solo la pequeña terremoto intenta cumplir sus propias rutinas, e intenta convencer a su alocada familia de que las cumplamos. Nos guía y nos recuerda cuando se quiere duchar, cuando se quiere acostar, incluso me recuerda que me he olvidado de decirle que se lave los dientes antes de ir a dormir jajaja (pobre se está dando cuenta de la familia en que ha ido a caer) Pero ni vuelta a clase, ni días más cortos ni ná. Aquí ni la ducha, ni la cena, ni el ir a dormir, ni siquiera las actividades de la tarde consigo establecer rutinas. Y eso que a la que mejor le irían esas rutinas es a mi! Pero una que es muy relajada…y un día se bañan a las 5, otro a las 7, otro pasamos que hace frío, otro pasamos las tardes en remojo…ves a saber. Y como eso, con todo. Y de verdad que a mi me van mejor las ruinas, que cuando están de vacaciones me olvido hasta de llevarme mi desayuno al trabajo por no hacer la misma “rutina” mañanera de todos los días. En fin, creo que las rutinas podrían ser un objetivo para el próximo curso! (o quizá ni me canso en planteármelo, siendo realistas…que para estas cosas soy un poco desastre)
Feliz nuevo curso a aquellos que lo inician, y feliz recta final a los que como nosotros, entramos en la época más loca del curso.
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