Durante el embarazo tenía muchos sueños curiosos. Algunos eran bonitos, otros extraños o inquietantes, y algunos eran recurrentes.
Hay quien dice que los sueños reflejan nuestros miedos, nuestros deseos, etc. Supongo que algo de verdad hay en todo eso, y de hecho muchas veces me he apuntado algún sueño especialmente extraño para analizarlo. Normalmente he encontrado algún sentido a la explicación de sus símbolos.
No voy a pararme a analizarlos, pero sí que deseaba compartir uno en concreto que resultó bastante acertado.
Desde siempre he tenido claro que cuando tuviese un hijo le daría el pecho. Pues bien, mientras estaba embarazada, soñé en varias ocasiones con mi renacuajo mamando de manera apacible.
Lo curioso del caso es que en ningún momento de mi embarazo imaginé cómo sería la cara o el perfil de mi bebé de manera consciente. Sin embargo, cuando tenía este sueño, recordaba cada detalle de su rostro y de su cabeza a la perfección.
Después de tener una APP (Amenaza de Parto Prematuro) en la semana 26 de la gestación, me recomendaron reposo absoluto. Y durante ese tiempo empecé a elaborar un scrapbook del pequeñajo, para recordar todos los momentos más importantes del proceso. De esta manera, se me ocurrió incluir un dibujo del Duendecillo con un sombrerito azul en la cabeza, que simbolizaba el pesario que me habían puesto para impedir que siguiera empujando.
Una vez nació el chiquitín (que igualmente se adelantó un mes y medio), todo esto se me olvidó.
Pero de repente, un día, estaba dándole de mamar, y cuando bajé la vista para observarlo, me di cuenta de que estaba presenciando la misma imagen que había visto en mi sueño. Exactamente igual. El bebé era tal y como lo había imaginado en mi sueño. Se lo comenté a Superpapi, y nos quedamos los dos con la historia como una anécdota más de nuestra aventura paterna.
Sin embargo, pasados unos meses, estábamos el pequeñajo y yo sentados en el suelo, y de repente lo vi igual que el dibujo que había esbozado cuando aún estaba embarazada. Fui corriendo a buscarlo y se lo enseñé a Superpapi. Los dos lo miramos alucinados, porque se parecía bastante al niño que teníamos delante. Es cierto que cuando hice ese dibujo me inspiré viendo fotografías de bebés rollizos en internet, y a estas edades todos los bebés se parecen bastante, pero no deja de ser curioso que se pareciese tanto.
¡Qué puedo decir!
La mente es maravillosa.
¿Tu has vivido alguna experiencia similar? Cuéntanoslo en los comentarios.
¡Feliz semana!