Se que acabo de empezar a buscar un embarazo, que no llevo nada intentándolo, que lo que me ha pasado no es nada comparado con lo que le ha pasado a otras parejas, pero esto no siempre me consuela, y muchas veces pienso en si podría vivir sin ser madre.
Posiblemente sería muy feliz, haría cosas que no podría haber hecho con hijos, y por supuesto dispondría de más tiempo y más dinero. El dinero es importante, pero es verdad que no da la felicidad, pero el tiempo lo valoro muchísimo, tengo muchas aficiones y pasar tiempo con mi marido, viajar, pintar, hacer fotos, es algo que nunca me gustaría dejar de hacer, aunque sea en pequeñas pinceladas del tiempo que pueda quedarme. De hecho, cuando tengo tardes enteras para pintar, o me tiro una mañana con la cámara y el photoshop, o esos fines de semana sin planes que nos vemos un montón de pelis y series si movernos del sofá, pienso que eso se acabará. Por supuesto que estoy totalmente convencida de que lo cambiaría por completo con los ojos cerrados, pero ¿y si luego lo hecho de menos? Posiblemente sí, pero se que no me importará, otras cosas buenas vendrán.
Si no fuera madre me imagino como llenaría mi tiempo y las cosas que haría, pero siempre queda la sensación de que precisamente hay cosas que quiero hacer con niños, que no se disfrutan igual.
Luego está mi marido, a él le gustan los niños, se que sería (y será) un padrazo, pero al igual que a mi le apetece hacer cosas con niños, con sus niños. Cuantas veces hemos visto una situación con niños en la que ha dicho "con nuestro hijo..." o "cuando tengamos niños...". Entre nosotros hemos aplaudido o criticado muchas conductas que hemos visto en otros padres, nos hemos ido marcando nuestras pautas de educación que aplicaremos o evitaremos (a veces sin éxito), pero siempre con ganas de ver como se nos dará a nosotros.
Mi padre dijo una vez que un matrimonio sin hijos es como un jardín sin flores. Claro está que esto fue hace muchos años cuando yo vivía mi soltería y comenté la posibilidad de no tener hijos (mentira cochina, y lo sabía). Pero me ponía ejemplos de matrimonios de conocidos entrados en una edad que por circunstancias no habían tenido hijos, y cuando eres joven puede estar bien, pero a cierta edad enriquece mucho, y a veces es lo mejor que te queda.
Al final el otro día se lo pregunté a mi marido, "¿y si no conseguimos ser padres?", "No pasa nada", esa fue su respuesta. Me tranquilizó mucho que lo tuviera asumido, o por lo menos que su felicidad no dependa de que lo consigamos. Pensamos en las cosas que haríamos, escapadas, un viaje largo al año, un coche "menos familiar", y por supuesto, pasar mucho tiempo con los sobrinos, tenemos 4, que queremos con locura, y a los que no me importaría dedicarles toda esa atención maternal que tengo guardada. Pero que desde el punto de vista de tía se vive de otra manera. Creo que me llenarían mucho, con el permiso de sus madres haría más cosas con ellos, y podría mimar sin la presión de educar, y seguro que me harían muy feliz.
No es por dramatizar, creo que si yo pasara por las historias que he leído, en las que pasan años de decepciones, matrimonios que se resienten y a veces se rompen, que su único objetivo en la vida se ha convertido en algo que posiblemente no llegue, eso te hace infeliz y te hace perder años de tu vida. Pero ¿cuándo parar?, ¿en qué momento dices "hasta aquí"?, ¿en qué momento te planteas una adopción?, ¿en qué momento te planteas una vida sin hijos? Me gustaría oír experiencias de mujeres que decidieron empezar a ser feliz con la vida que les ha tocado, porque es de una fortaleza muy grande, una capacidad de adaptación y una voluntad que no se si tendría.
Como ejemplo, leí una vez la historia de una persona a la que le tocó la lotería y dejó de trabajar, para siempre, se dedica a vivir con muchos millones, y su familia cercana está muy desahogada, y entonces yo pensé, eso puede pasarme a mi, y de vez en cuando hecho una primitiva o un euromillón, y cada vez que lo hago pienso en lo feliz que sería quitando la hipoteca a mi familia, dejando de trabajar y a vivir la vida. Pero cabe la posibilidad de que nunca me toque, y no puedo dejar que mi felicidad dependa de ello. Pues esto es así, estas navidades con el aborto tan reciente, me di cuenta de que no me hacía tanta ilusión como otros años ver el gordo de navidad, porque aunque me tocara no me haría feliz, y no me gustó esa sensación. Para mi la verdadera lotería era un embarazo sano, el hijo que tanto deseábamos, pero que parece cuestión de azar, un azar que no nos sonríe.
Asique cada día intento disfrutar del tiempo que tengo, de las siestas, de los viajes y teniendo claro que llegado el momento, si no conseguimos ser padres o no nos toca la lotería, podría seguir siendo féliz.
Seguiremos jugando.
Señora S.