Yo no soy tu mamá.
La historia empieza así:
una mañana, Mina, una ardilla curiosa y nuestra “no mamá” protagonista, encuentra una extraña bola verde delante de su casa. Contiene una criatura pequeña, redonda y peluda. Mina lo acoge en su casa, pensando que al día siguiente encontrará a su mamá. Pero los días pasan y la mamá de la extraña criatura no aparece por ninguna parte.
La pequeña bola peluda crece y crece, y la acogedora casa de Mina va quedando pequeña y desordenada, tanto es así que Mina llega a pensar en dejar su hogar ya no soporta ver su casa patas arriba, ni su nueva vida … ¡Con lo bien que estaba antes! Llegados a este punto el cuento nos invita a los padres a una profunda reflexión. Porque ciertamente, los bebés crecen rápido sin que podamos hacer nada al respecto. Cada vez sus necesidades se amplían y requieren mayor atención, la casa se desordena y nuestras vidas nunca volverán a ser las de antes. Esto es precisamente lo que le ocurre a nuestra ardilla protagonista. Pero la maternidad tiene otras muchas cosas, algunas no tan fantásticas como éstas, pero otras muy bonitas y enriquecedoras. Si no nos dejamos abrumar por las menos agradables e intentamos adaptarnos al nuevo orden que la maternidad requiere será más simple vivir con ese caos inicial. Esta es una de las reflexiones que como padres podemos extraer de la lectura de Yo no soy tu mamá, pero hay otros valores en el libro como por ejemplo el de la amistad.
Desde el punto de vista de la educación en valores “Yo no soy tu mamá” nos ofrece la posibilidad de explicar a nuestros hijos en qué consiste la verdadera amistad y qué significa ser amigo de alguien. Somos amigos aquellos que nos ayudamos, nos respetamos y aceptamos tal y como somos. Tener amigos supone tener quien alguien que se preocupa por ti, te cuida y protege, y sí, la amistad requiere comprometerse con el otro y pensar en su bienestar.
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¡Lo quiero!
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