Por muchos motivos y cada vez más, desde hace unos años, ha aumentado el número de familias que cuentan con un hijo único. A simple vista, parece que la educación de un sólo hijo tiene que ser mucho más sencilla que cuando tenemos que ocuparnos de alguno más. Sin embargo, el propio hecho de tener únicamente un hijo hace que nos exijamos más a la hora de educarlo, buscando una educación perfecta y una anteción permamente y excesiva, que, a veces, se convierte en el efecto contrario, dando como resultado hijos absorbentes y dependientes de sus padres.
Por supuesto, en cada familia, la educación es un mundo. Y no podemos generalizar. Pero, como en todo, tener un hijo único tienen tantas ventajas como desventajas y nuestra obligación como padres es intentar proporcionarles a nuestros hijos la mejor educación para ayudarles a ser mejores personas en su vida adulta.
¿Cómo nos enfrentamos a la educación de un hijo único? ¿Debemos darles todo lo que piden? ¿Restringimos sus caprichos? En este reportaje, te damos todas las claves.
Cómo son los hijos únicos
Existen múltiples tópicos acerca de lo que supone ser hijos únicos. Normalmente, nos vienen a la idea niños mimados, mandones e incluso consentidos. Pero ni todos los niños son iguales, ni los adultos, por supuesto y de ellos depende, fundamentalmente, cómo serán sus hijos, en el caso de ser hijos únicos.La evolución de los hijos, depende de su educación. El mero hecho de no tener hermanos, no tiene por qué dar lugar a la aparición de algún comportamiento determinado. Pero sí es cierto que los padres debemos vigilar que algunas reacciones normales no se generen por el hecho de ser un único hijo. El principal riesgo que tienen los padres a la hora de educar al hijo único es caer en un exceso de atención. Pero no la atención que proporciona a los niños seguridad en sí mismos, estabilidad o autoestima; sino aquella que se transforme en una actitud sobreprotectora, que se traduzca en miedo a que le suceda cualquier cosa al niño.
Qué debemos evitar en su educación
Lo más sencillo es caer en la tentación de mimar mucho a nuestro hijo, por el hecho de ser el único que tenemos. Sin embargo, precisamente esto es lo que debemos evitar en su educación, además de otras pautas que no son nada recomendables. La exuberancia material suele ser el principal problema de este tipo de niños. Como hemos dicho, es muy habitual escuchar en padres de hijos únicos aquella frase de 'a mi hijo que no le falte de nada'. Obviamente, está bien que nuestros hijos puedan tener algunas de las cosas que de pequeños, por lo que sea, nosotros no pudimos tener, pero no debemos caer en el consumismo, ni darle todo lo que nos pida, porque lo convetiremos en un niño caprichoso que no aprecia lo que tiene.Otro aspecto que debemos evitar es volcar toda nuestra atención en nuestro hijo. Por supuesto, tenemos que dedicarle toda la atención que necesite, pero no podemos estar pendientes de ellos las 24 horas del día, porque esto hará que no sean nada independientes y tengan problemas en un futuro. Esto tiene que ver también con una excesiva protección. No podemos estar pegados a ellos todo el día por miedo a que les ocurra algo porque les transmitiremos ese miedo y conseguiremos que sean adultos con miedos infundados que no tienen por qué surgir.
Algunos padres sienten un sentimiento de culpabilidad por no haber podido dar a su hijo un hermanito, lo que hace que intenten compensar (casi siempre materialmente) a su hijo por este hecho. Esto es completamente erróneo, se puede disfrutar plenamente de la paternidad o maternidad de un único hijo sin remordimientos, incluso más que aquellas personas que tuvieron más de un hijo.
Qué podemos potenciar en nuestro hijo
No todo son desventajas, tener un hijo tiene muchas cosas buenas y también para su educación. La ventaja es que podemos dedicar toda nuestra atención a educar a nuestro hijo, por lo que podemos hacerlo perfectamente bien, sin maleducarlo. ¿Qué debemos potenciar en ellos? Por un lado, como padres, tenemos que aprender a decir que no. A medida que el niño crece, intenta poner a prueba al adulto para conseguir todo lo que quiere. Y esto tenemos que evitarlo por completo. Somos nosotros quienes debemos educar a nuestro hijo y no ellos a nosotros, debemos establecerles algunos límites. Por otro lado, es nuestra responsabilidad integrarle dentro de la sociedad. Al crecer sin hermanos y vivir siempre con adultos, les puede resultar más complicado relacionarse con los niños, por ello, los padres deben procurar que tengan más contacto con los hijos, tanto en la guardería, invitando a los niños a casa, etc.
Por último, tenemos la oportunidad de descubrir a nuestro hijo el importante valor de la soledad. Muchos padres apuntan a sus hijos a muchísimas actividades para ocupar su tiempo libre. Tenemos que buscar un equilibrio para que consiga aprender a emplear por sí mismo su tiempo libre.
Agradecimientos: Leonid Mamchenov/flickr, Samuel Collins/flickr, Craig Baker/flickr P { margin-bottom: 0.21cm; }Leonid Mamchenkov/flickr