Llega el día de la madre y la segunda vez que tengo la oportunidad de celebrarlo como homenajeada, además de homenajear a la mía, claro. Confieso que el año pasado aun estaba asimilando lo de ser mamá, porque Emma llevaba con nosotros apenas un mes, así que esta va a ser la primera vez que sienta este día como verdaderamente mío, por eso me hace mucha ilusión.
Más allá de cuestiones de regalitos y flores, mola por fin estar al otro lado de la barrera y sentir en carnes propias las cosas buenas y males de esta condición. A lo largo de este año he ido moldeando, poco a poco, ese tipo de madre que deseo ser y que irremediablemente soy, porque hay cosas que se escogen y otras que van en cómo eres por naturaleza, y que, llegado el momento, simplemente afloran.
Volver a la vida profesional fue una de estas situaciones claves que ha marcado la manera de tomarme la maternidad.
En diciembre comencé a trabajar muy felizmente a media jornada, pletórica dedicándome a lo que me gustaba mientras Emma estaba en la guardería. Después la recogía y disfrutaba de casi toda la tarde con ella.
Al tiempo se me planteó la posibilidad de extender la jornada laboral, y aunque en un primer momento pensé que no tendría problema en acceder, al pensarlo un poco más se me hacía un nudo muy muy gordo en la garganta... Supongo que es algo que todas sentimos, desgraciadamente la mayoría mucho antes que yo, cuando a los cuatro meses de vida deben dejar a su bebé para reincorporarse de la baja maternal.
La cuestión es que por A o por B me salió de muy dentro lo de plantearme una manera alternativa para desarrollarme en mi carrera, a la par que estaba lo suficientemente en casa con mi hija. Por ella y por mi. Para que no le faltara nada de todo ese calor y tiempo que a nosotros nos dedicaron nuestros padres, para no perderme ni un momento de su vida a la vez que yo podía emplearme, aportar económicamente a la familia y sentir que no renunciaba a mi faceta profesional.
Reconozco que en este mundo virtual, al que todos pertenecemos, fueron muchos los ejemplos de otras madres que alentaron mi decisión. Soy consciente de que en redes sociales a veces solo se muestra lo bueno y que hay gente que maquilla mucho la realidad, pero a la larga se acaba conociendo este tipo de perfiles. Las madres de las que yo hablo me gustan porque hablan con mucha sinceridad y enseñan las buenas y las malas rachas, y es precisamente esta transparencia lo que hacía sus vidas tan atractivas a mis ojos.
A algunas tengo el placer de conocerlas en carne y hueso y me han ayudado lo suyo, a otras no tengo la suerte. Todas ellas son mi inspiración...
1. Andrea Amoretti
Por la paz y el equilibrio que transmite.
2. Lucía Be
Por su visión que mezcla el tremendismo, el humor y la sinceridad.
3. Clemmie de Mother of Daugthers
Por el sentido del humor con el que en su familia afronta las cosas.
4. Bea de Con Botas de Agua
Por ese ojo especial para capturar momentos rutinarios y volverlos mágicos, además de por su sentido común.
5. Elena Prieto
Por su sensibilidad, sus principios y toda la ayuda que me ha brindado.
6. Susana de Sugar Fotografía
Por saber sacar lo más bonito de la maternidad y ver su vida de todos los colores.
7. Amber de Barefoot Blonde
Por ir con sus niños hasta el fin del mundo.
8. María y Mar de Sonambulistas
Por saber unir a la perfección la faceta práctica con un punto de vista bonito, pero siempre real.
9. Macarena Gea
Por mantener ese halo de glamour conservando la cercanía y pisando la realidad.
10. Lucía, mi Pediatra
Por combinar el consejo del experto con su experiencia personal, sin perder la profesionalidad.