Antes de ser madre nadie me informó de algunas cosas sobre la maternidad. Nadie me dijo que las madres juzgamos a otras madres sin pudor. Que el mayor enemigo de algunas madres son otras madres.
Nadie me dijo que cuando eres madre, todo el mundo tiene derecho a opinar sobre lo bien o mal que lo haces. Esto si que es una prueba de fondo… y creo que aquí me entendereis más de una.
Pero… ¿cuándo comienza esta carrera?… según mi punto de vista, desde el mismo momento en el que te quedas embarazada. De pronto, cualquiera que pase a tu alrededor se cree en el derecho de opinar sobre cómo te comportas cuando estás embarazada, lo que deberías hacer, comer, etc y sobre todo… lo que no deberías hacer jamás. Y cuando digo cualquiera… es cualquiera.. incluso personas que no son madres/padres.
Pero lo que es peor es que somos las propias madres las que más opinamos, decimos, sentenciamos y nos juzgamos. Y duele… duele cuando se cuestiona tu manera de entender la maternidad, cuando todo el mundo cree conocer mejor que tú lo que ocurre dentro de tu casa o incluso dentro de tí misma. Lo siento… pero para todos aquellos que se meten con mi manera de educar o criar, les diría que nadie mejor que yo conoce a mis propias hijas y nadie mejor que yo entiende lo que pueden necesitar.
Han sido madres las que me han recomendado que llevara a mis hijas a una guardería porque es allí donde aprenden a socializar y me han recordado que si Vera es tímida y hace unos años le costaba socializar, era precisamente porque no había ido a la guarde.
Madres, las que me han aconsejado que le diera una ayudita a mis hijas porque si lloraban era porque seguramente tenían hambre, haciéndote sentir culpable por ello.
Madres, las que no entienden mi manera de criar e intentar hacerme ver lo importante y buena que es su manera de pensar.
Madres, las que cada día veo como se fusilan unas a las otras por la efectividad de la lactancia materna, el biberón, el cochecito o el porteo, la educación en casa o formal, el comedor escolar o la comida en casa, la papilla o el BLW… y así una infinita lista que tardaría siglos en escribir.
Cuando naces como madre nadie te avisa de toda la carga que acabarás llevando en la mochila, todas las charlas y sermones que tendrás que aguantar y la cantidad de veces que tendrás que hacer una mueca, modo sonrisa, por no decir cuatro palabras a más de uno/a.
Ser madre es lo más bonito que hay en el mundo (para mí), pero es agotador en ocasiones. No solo tienes que pasar el día a día con los buenos y malos momentos propios de la crianza, sino que también tienes que continuar en la carrera de fondo, siempre nadando a contracorriente del resto del mundo, saltando los obstáculos que la sociedad en general pone a las madres… así que por favor… no seamos las propias madres las que nos pongamos la zancadilla.
A las personas que me dicen que desde que me conocen llevo dando la teta… os diré que siento como lo decís con un cierto tono de lástima… pero también os diré, que no sabeis la cantidad de momentos increíbles que la lactancia ha traido a mi vida. Que los momentos durante más de 3 años que me han unido a Vera, cuando tomaba teta… no los cambiaría por nada, ni siquiera las noches de lactancia en tándem… ni siquiera el año y cuatro meses que lleva lactando la peque… todo eso lo hago por gusto propio, porque no hago daño a nadie y por ello, pido que nadie me lo haga a mí.
Ser madre es complicado a veces, pero cuando las miras a los ojos, y te sumerges en la naturalidad de tu casa, donde no importa hasta donde estén de manchas, ni qué pelos o que ropa lleven, todo es mucho más fácil y cómodo.. las risas son infinitas…
Lo que nadie me dijo de la maternidad es que las dudas de la gente sobre tu manera de ser, de educar y de sentir, te hacen daño a veces… pero cuando ese daño se pasa… todo resbala, y ya no hay comentario que te duela… y así se continúa el día a día…
Tampoco me contó nadie que a veces los gestos hacen más daño que las propias palabras. No me mires mal por hacer las cosas a mi manera, por llevar a las niñas con manchas hasta en la frente, por dejarlas andar descalzas día y noche, por todo eso y mucho más… no me mires mal.
Pero lo peor de todo es que nadie me contó que a veces nosotras mismas… nos convertimos en nuestras propias enemigas… intentando ser madres perfectas, estando para todos en cualquier momento del día, sacrificándote siempre para que todo esté preparado, colocado en su sitio, y a nadie la falte nada. Nos convertimos en madres, parejas, amigas, cuidadoras, enfermeras, y así un largo etcétera … y muy a menudo nos olvidamos de nosotras mismas y a cambio nos exigimos más y más… No volvemos a ratos madres egoístas, deseando por momentos que se queden pequeños para siempre, para tenerlos siempre en nuestros brazos, en nuestra casa… todo eso también es ser madre, hasta que se pasa el rato de egoísmo y entiendes que son libres para hacer su vida cómo y dónde quieran…
¿No os pasa? ¿alguien os contó todo esto sobre la maternidad?
Lo peor o lo mejor de todo… es que a pesar de todo esto, sigue mereciendo la pena y seguiría haciéndolo una y mil veces más tan solo por tenerlas a mi lado.
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