Aunque aún no lo he acabado, son tantas las frases que he subrayado y que me han hecho pensar en cómo actuamos los padres con nuestros hijos e hijas, que quería recoger uno de esos temas en este post.
Aquello que elogias define lo que tu hijo percibe como éxito.
Y es que a menudo utilizamos los elogios para decir a nuestros peques lo bien que han hecho tal o cual cosa, lo bien que ha quedado un trabajo, lo listo/a que es…. sin embargo, olvidamos reforzar su esfuerzo, el trabajo que le ha costado hacer una determinada cosa, en definitiva, el proceso, no el resultado.
Y es que cuando centramos nuestros elogios en un resultado que depende de “lo listo” que es o deja de ser nuestro hijo/a, ellos empiezan a ver los errores como fracasos, y no como una oportunidad de aprendizaje. Me ha encantado una frase del libro que dice:
Los niños con una actitud proclive al crecimiento manifiestan una refrescante actitud ante el fracaso. No se obsesionan con sus errores. Tan sólo perciben los errores como problemas que hay que solucionar y luego se ponen manos a la obra.
Y es entonces cuando pienso que yo también soy de las que a menudo digo a mis hijas “muy bien” a aquello que hacen, pero podría dedicar más tiempo a preguntarles como se sienten ellas ante determinados logros y alabar su esfuerzo y toda su dedicación a una actividad en concreto. Después de hacer hace un tiempo el curso de disciplina positiva de Bei (Tigriteando) caí en la cuenta de lo necesario que es que nuestros hijos/as se sientan bien con aquello que hacen y se sientan orgullosos de sí mismos.
Si nos paramos a pensarlo, elogiamos aquello que nos gusta de lo que hacen nuestros peques, aquello que va acorde con lo que esperamos de ellos, pero al final, lo que nuestros hijos acaban buscando es nuestra aprobación y hacer “las cosas bien” para nosotros, para sentirse queridos y no tanto aquello que realmente les hace felices o que harían si nosotros no ejerciéramos ningún tipo de influencia.
Por este motivo, creo que tengo mucho camino aún por recorrer en este aspecto y muchas cositas que entrenar a diario para que mis hijas hagan las cosas para ellas, aquello que les motiva, les gusta y realmente las hace sentir bien. En este camino debería preguntarles más por cómo se han sentido ellas al realizar cualquier actividad, motivarlas para que aprendan de sus errores y los vean como una oportunidad y un aprendizaje y no como un fracaso.
Porque… ¿qué ocurriría el día que olvidásemos decirle el muy bien? podrían pensar que ya no tienen nuestra aprobación, o que no hicieron las cosas demasiado bien… al final, su bienestar dependerá más de nosotros que de lo que realmente ocurra en su interior.
¿Qué pensáis? ¿sois de los que alabáis sus logros a menudo? ¿tendéis a decir “muy bien” por todo?
Nuestros hijos necesitan que confiemos en ellos, que tengamos expectativas, que valoremos su esfuerzo… en definitiva, necesitan nuestra compañía y respeto para crecer como personas empoderadas.