Para suerte mía (y de nuestra bebé) tengo en casa a la mamá jefa, que es una auténtica rastreadora de información de valor en internet. Así que cuando llegó el momento y me empeciné en comprar la alfombra de foam, ella primero quiso saber qué se decía sobre estos artilugios en la red. ¡Y sorpresa! Nos enteramos de que la OCU desaconsejaba su uso por contener tóxicos (sustancias químicas poco recomendables) en cantidades elevadas. ¡Y es más, fuimos conscientes de que en Francia y Bélgica habían prohibido su venta por su alto contenido en formamida, un producto industrial altamente cancerígeno!.
La utilización de la formamida, que se usa para eliminar el olor de la goma, está prohibida en la Unión Europea desde 2013, aunque imagino que no será difícil encontrarla en productos que vengan de fuera de las fronteras o, incluso, en remanentes de stock que sigan a disposición de los clientes. No obstante, además de la formamida, estos productos, como informa la OCU, contienen otras sustancias químicas como el ftalatos o los disolventes. ¿Y cuál es el riesgo? Pues que los niños chupan estas alfombras, respiran sobre ellas, las tocan… El riesgo parece evidente.
Las dichosas alfombras de foam, por cierto, me han hecho pensar en otros artilugios de puericultura que, pese a estar más que demostrada su peligrosidad y su total inutilidad, siguen a la venta en tiendas “especializadas”. Tiendas en las que, además, te los colocan en cuanto pueden pasándose por alto todo tipo de recomendaciones médicas. Hablaré aquí de dos de esos productos, aunque imagino que los debe haber a mares:
1. Andadores o tacatás: En la Asociación Española de Pediatría son muy claros al referirse a ellos. El mejor andador es el que no se usa. Según los datos de la propia AEP, estos artilugios multiplican por cuatro el riesgo de caída por escaleras, duplican el riesgo de fractura por caída y adelantan la edad de caída por una escalera de los 12 a los 8 meses. ¿Y si yo no tengo escalera? Te debería dar igual, porque los andadores no tienen ningún beneficio para el desarrollo psicomotor de los bebés. Todo lo contrario. Les priva de seguir los pasos lógicos de su desarrollo como bebés. Y, es más, si te paras a pensarlo: ¿realmente te hace falta un tacatá para algo?
2. Mochilas no ergonómicas: También las podríamos llamar mochilas comerciales, ya que son las que se venden en las tiendas tipo de puericultura (BabyBjörn, Jané, Bebe Confort, Chicco…). ¿Y qué tienen de malo? Pues que te cuestan lo mismo que una ergonómica y buena y son criminales. Para ti y para tu bebé. El otro día, una vecina, al vernos siempre llevando a Mara en la mochila, nos dijo: “Yo no fui capaz de llevarlo en la mochila. El pequeño no estaba cómodo ahí. Y a mí me dolía mucho la espalda”. Normal, alma de cántaro. ¿Qué esperas porteando con una BabyBjörn? (Esto no se lo dije, por supuesto). Estas mochilas no ergonómicas (en las que es fácil ver a un niño mirando hacia el frente y con las piernas estiradas y colgando, con todo su peso sobre la zona genital), ofrecen a los bebés una postura de cadera que no es la adecuada para el correcto desarrollo de la articulación. Lo ideal, como pasa con las mochilas ergonómicas y de calidad, es que los bebés tengan las piernas en posición de ranita y que el peso recaiga sobre el culete. Recordad: Mochila no ergonómica, caca.
¿Qué más utensilios de puericultura añadiríais en la lista?