1. Cada vez va a peor: Esto tiene una fácil explicación. El bebé va creciendo así que cada vez tiene más fuerza para mostrar su urgencia o su necesidad de algo. Así que si al principio estabas todo el día con un renegar continuo que era más o menos soportable, a partir de los seis o siete meses esos ruidos iniciales se transforman en gritos capaces de atravesar los tímpanos. A eso hay que añadir que el bebé se mueve mucho más y si ya antes no quería parar, ahora necesita todavía más estar en permanente movimiento. Recuerdo que cuando Mara tenía un mes decíamos: “Seguro que cuando cumpla tres meses todo será más fácil”. Y recuerdo que los tres meses decíamos lo mismo sobre el momento en que cumpliera seis. Pobres ignorantes…
2. Necesitas estar muy en forma (física y psicológicamente): Siempre se ha dicho que para criar un bebé hay que estar en forma. Pero si para un bebé normal te basta con estar preparado para correr la vuelta a pie municipal, para un bebé de alta demanda necesitas tener fondo físico para aguantar una ultramaratón diaria. Porque Mara, por poner un ejemplo, se despierta a las nueve de la mañana y a las doce de la noche aún hay muchos días en los que está pegando vueltas de campana en la cama. Por el medio dos siestas de veinte minutos, siendo muy afortunados. Así que como tampoco quieren estar sentados, ni mucho menos distrayéndose un rato solos, hay que hacerlo todo con ellos a cuestas. A lo que hay que añadir el trabajo de la casa.
3. Te llevan al límite: Si no conocías tus límites, los vas a descubrir. Te lo puedo asegurar. Yo reconozco abierta y públicamente que me he derrumbado más de una noche. No podía más. Se juntan cuatro días en que duermes peor, con semanas de mucho estrés en el trabajo, con horarios que no te dejan tiempo para nada, con Mara todo el día quejándose y gritando… Y todo ello mientras ves que la mamá jefa no puede hacer absolutamente nada porque Maramoto la absorbe el 90% del tiempo. Y te sientes mal. Y al final llega un día en que explotas. Aunque al día siguiente hay que levantarse con la sonrisa puesta. Está permitido tropezar, pero está prohibido no levantarse.
4. No habrá paz para las madres: A veces me pongo en el lugar de la mamá jefa. Y entonces la admiro más y más. No puede hacer nada sin llevar a la pequeña saltamontes a cuestas. Ducharse, cocinar, lavarse el pelo, hacer la cama… Hay veces en que dejo el trabajo para prepararme el almuerzo y me la veo delante del espejo maquillándose con una mano mientras con el otro brazo sostiene a Maramoto. Hasta algo tan sencillo como encender el ordenador se convierte en una odisea para ella. La pequeña saltamontes quiere estar en constante movimiento, así que si alguna vez se ducha mientras la deja sentada en la hamaca, la ducha es amenizada por un concierto de gritos que hace tambalearse la estructura del edificio en el que vivimos. Como veis, todo muy sencillo.
5. Es muy importante tener una relación sana de pareja: Principalmente porque como he comentado en el punto 3, los bebés de alta demanda te llevan al límite. Y haciendo frontera con esos límites están los días malos, los efectos del cansancio y las contestaciones fuera de tono. Yo soy muy afortunado por tener al lado a alguien como Diana, pero doy por hecho que si un bebé de alta demanda llega a una pareja no demasiado bien avenida, su nivel de exigencia puede ser fatal para la misma.
6. La casa nunca va a estar ordenada: Hay que asimilarlo. Y es difícil si tienes cierta obsesión por el orden. La mamá jefa es muy ordenada. En mi caso, digamos que soy ordenado dentro de mi desorden. Así que ambos hemos tenido que hacernos a la idea de que no podemos volvernos loco con la casa. Principalmente porque la peque nos absorbe mucho y sacar tiempo para las tareas domésticas es a veces una tarea casi imposible.
7. Son niños cuco: Leí esta expresión el otro día en un post de Mi Pediatra Online y me hizo mucha gracia. “Yo los llamo a veces “niños cuco” (donde entra uno, no hay más)”. Y creedme que es así. Nosotros ya llevamos tiempo diciendo que nos plantamos con Mara, porque nos sale otra así y se quedan huérfanos bien pronto :)
8. Son maravillosos: Y aunque son terriblemente agotadores y absorbentes, los bebés de alta demanda son maravillosos. Siempre tan despiertos, con esa actividad y esas ganas de comerse el mundo. Siempre con esa sonrisa pícara en el rostro, buscando la forma de escaparse del parque de bolas, tirarse de la cama o escalar por las rejas de la cuna que a falta de uso utilizamos como apoyaMara. Y ellos son así, inquietos y necesitados de cercanía, contacto y cariño. Y a veces el problema somos nosotros. Y esta sociedad. Que nos deja sin tiempo. Que nos reclama a todas horas para mantener viva la rueda del capitalismo. Aunque nuestras prioridades sean otras. Aunque esas prioridades parezcan no importar a nadie.
PD: Seguro que ahora much@s estáis diciendo: “Pues tampoco es para tanto. Igual que todos los bebés”. No, os aseguro que no es igual que todos los bebés.