La primera vez que fui consciente como madre de los problemas de mi hija con sus compañeras de clase y de que todo no era un jardín de rosas, fue con 5 añitos.
En esa etapa escolar en la cual se supone que los niños viven en un mundo bucólico, aparecieron los primeros cambios de comportamiento y el no querer ir al cole por las mañanas y la cara de la niña al salir de clase.
Solamente por estos elementos, ya deduje que algo estaba ocurriendo. Sin embargo, aún no conocía el alcance de lo que estaba ocurriendo.
Siempre estar atento. Una labor de padre
Aunque mi hija siempre ha sido una alumna ejemplar. Este precisamente, era el motivo que hacía que la pandillera de turno, que no era capaz de conseguir los mismos objetivos, complicara la vida de la niña y la llegara al punto de amargarle la vida.
Estas situaciones son terribles, ya de por sí. Y más aún si no se ven a tiempo. Entre los efectos más perversos están que minan la autoestima del acosado y como en casos terribles, pueden desembocar en desordenes de todo tipo e incluso en suicidios.
Como padres hemos de estar muy atentos sobre cualquier cambio en el comportamiento y estado de ánimo de nuestros hijos.
Ya sabemos que es complicado hacerlo, ya que a diario posiblemente pasamos poco tiempo con ellos. Pero es esencial, ser vigilantes e incentivar la autoexpresión del niño. Debemos de hacer una escucha activa.
En mi caso, fue así como descubrí el sufrimiento callado de mi hija. El clima de confianza hizo que me descubriera los insultos, en este caso, sólo verbales, no peleas y cosas peores, que también suceden en estos casos.
Estudios recientes muestran que 1 de cada 10 niños sufren acoso escolar.
El aislamiento, la más cruel arma
Sin duda, lo peor era el aislamiento a lo que fue sometida por las acosadoras. Porque poco a poco, la acosadora va haciendo aliadas y finalmente, consigue que la víctima se sienta aislada del resto de los compañeros de clase.
Desde mi experiencia, es necesario ser realmente cuidadosos, no quiero decir con ello que haya que quedarse con los brazos cruzados ni mucho menos.
Primero es acudir a los cauces habituales. El colegio debe de estar informado y se debe de tratar tanto con los profesores, como con la dirección. Hay protocolos en este sentido. En mi caso, esto fue un apoyo.
La profesora, siempre sin personalizar hizo un esfuerzo por explicar a la clase, ideas de compañerismo y de convivencia. Esto debería ya de estar en el currículo y ser valores a trabajar, tanto en la clase como en casa.
También se habló con los padres y con la niña causante del problema. Sin embargo, esto no es siempre bien entendido y es posible que no siempre el efecto que se pretende será el que se consiga.
Mensajes Positivos grabados
Siempre hay un motivo para el acoso escolar
Las situaciones de acoso siempre son complejas y suelen ser ocultadas bajo muchas justificaciones. “ tu hija esto..” “Es mala en educación física”. “me escogen siempre la última para cualquier actividad”. Por no entrar en situaciones como mucho más perniciosas y personales como meterse con su apariencia física o modo de vestir
En fin, el apoyo de los padres y de los profesores en estos casos es esencial. Ya que de otro modo el niño no tiene a qué agarrarse.
Pero si todo esto falla, cuando ya se ha detectado, se conveniente sacar al niño de ese ambiente. Esto puede ser visto como una huida. No es la panacea, ya que siempre será preciso el apoyo psicológico profesional, para hacer salir al niño del pozo y de la sensación de que es el perdedor.
Mas allá del colegio. El ciberacoso
Por otro lado, la adolescencia es un momento propicio para el nuevo acoso. El ciberacoso, las redes sociales se convierten en un nuevo elemento de persecución y ataque a cualquier hora y en cualquier momento.
Es necesario hacer mucho hincapié en informar la adolescente sobre el valor de su privacidad y del valor de la confianza y la comunicación con sus padres sobre cualquier situación de esta naturaleza que se produzca en estos contextos.
el 47,8% de los jovenes han sufrido este tipo de acoso en la red
En este caso, es posible que los padres sólo seamos meros espectadores de una situación que no conocemos y no sabemos cómo controlar.
No será la primera vez en la que un tu hij@ se quejará de que te entrometes en su vida o en sus amistades, en la adolescencia, más que padres, casi enemigos o metomentodos.
De nuevo el dialogo y mucha, pero que mucha paciencia, en la mayoría de los casos bastará para hacer entender a los hijos que el diálogo no es un monólogo, sino que tiene un componente de intercambio de información bidireccional.
Marcar reglas y hablar, la mejor terapia
Las redes sociales son para compartir experiencias, pero también hay una cesión de privacidad que todos hacemos. Sin embargo, es preciso insistir que lo que subimos a la red deja de ser de nuestra propiedad y que podría ser visto por personas que quizás no son ni amigos ni conocidos.
¿qué pensarías si le enseñas algo personal tuyo a un extraño?.
Es necesario concienciarles de que cuiden al máximo sus datos, nombre, dirección, teléfonos y otros detalles personales que permitan localizarlos. También sus fotos.
Es muy complicado, en el ambiente actual, hacerles entender que su comportamiento en las redes sociales y en sistemas de mensajería instantánea debe de ser como mínimo igual de cuidadosos que lo son en la vida real y que el hecho de situarse detrás de una pantalla no es ninguna protección.
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