Supongo que llega un momento en que todos los padres nos enfrentamos a estos miedos pero no siempre lo sabemos detectar o nos preguntamos por qué le está ocurriendo precisamente a nuestros hijos.
Desde siempre he tratado de inculcarle a mi hija valores que he creído fundamentales, basados sobre todo en la empatía, en la tolerancia, en el respeto hacia ella misma y hacia los demás, a ser educada, a tratar bien a los demás…En fin, lo que creo que intentamos todos los padres, que nuestros hijos sean buenas personas…
Bien, hasta hace poco todo iba perfectamente, pero desde que ha empezado a ser algo más mayor, no puedo dejar de preguntarme si estoy criando una niña demasiado buena.
Porque, ¿Qué pasa cuando nuestros hijos tienen que enfrentarse en su día a día con otros niños que no han interiorizado igual de bien estos valores? ¿Qué resulta que no son tan buenos como nuestros hijos esperan que tienen que ser todos los niños del mundo?
Y es que , qué podemos hacer si desde siempre les hemos dicho a nuestros hijos que hay que tratar bien a los demás, que nadie se puede meter con otra persona por ser distinta, qué no está bien reírse de alguien por algo malo que le ha ocurrido, que no hay que insultar ni pegar a nadie, y resulta que el niño que tiene enfrente de repente empieza a insultarle o a reírse de él por estar más gordito, por tener las orejas más grandes, por caerse en el patio, por hablar diferente o por cualquier otra cosa?
Seguro que todos recordamos en nuestra infancia al niño diferente con el que todo el mundo se metía, o que apartaban del grupo, al que no dejaban jugar o incluso al que pegaban simplemente por ser distinto. Quizá hace años no existía el término ahora tan conocido como “acoso escolar”, lo que está claro que se llamase como se llamase, sin duda existir existía.
La diferencia es que ahora tenemos una oportunidad para intentar hacer una generación de niños más tolerantes, que sepan respetar a los demás… y que ahora, por suerte cada vez somos más los padres y las madres que luchamos por conseguir esto.
Sin embargo, no me negaréis que cuando vuestros hijos llegan a casa diciendo que fulanito o menganito se ha metido con él, por su aspecto, por no saber algo en clase, por la ropa que lleva o vete tú a saber, no os entran ganas de haber estado allí y decirle cuatro cosas bien dichas al niño en cuestión.
Lógicamente en el fondo sabes, que nunca lo vas a hacer, que tienes que enseñar a tu hijo a encontrar sus propios mecanismos para luchar contra ese tipo de situaciones, pero sobre todo que tienes que enseñarles a que se defiendan y se enfrenten solos a ellas; el problema viene en cómo hacerlo, sobre todo si parten de la base de que no entienden por qué alguien se puede comportar así, si ellos no son capaces de hacerlo.
Hace unos meses, mi hija con 5 años, me contó algo que me hizo reflexionar sobre esto profundamente.
En un parque de bolas, unos niños mayores empezaron a insultarla a meterse con ella con diferentes insultos que ni siquiera ella supo reproducir, y su reacción fue no decir nada, bajarse y decir que se quería ir a casa porque los niños estaban gritando mucho y era “insoportable”. Lógicamente en ese momento no lo supe y cuando me lo contaba, días después, su pregunta fue:
-“Mamá ¿por qué hay niños que se portan tan mal y se meten con los demás? ¿Qué pasa? ¿qué sus madres no les saben educar?…
Mientras que yo intentaba reaccionar ante esa pregunta, ella sola se respondió….
-Ah, ya lo sé, a lo mejor es que sus madres se piensan que son buenísimos, porque en casa cuando les ven sus madres se portan bien, y cuando no les ven, hacen lo que les da la gana.
El caso es que mi hija no supo enfrentarse a esa situación, simplemente desapareció para no tener que afrontarlo.
Y esto puede ser un buen mecanismo para una situación con unos niños a los que no tienes que ver cada día. Pero ¿qué pasa cuando esto sucede en el colegio? ¿Con niños a los que tienen que ver cada día y a los que les parece divertido o les hace sentirse más fuertes, más respetados el meterse con los demás? ¿A qué edad esto deja de ser una actividad puntual para convertirse en una conducta habitual?
Sabemos que están los profesores, los monitores, los cuidadores, para intentar detectar estas situaciones y ponerles freno, pero eso servirá una vez, dos, ¿qué pasará cuando ellos no estén delante?
Sinceramente no tengo respuestas, me asusta sobremanera, pero me he dado cuenta de que a lo mejor, llega un momento en que hay que empezar a enseñar a nuestros hijos otros principios fundamentales que pasan por el hacerse respetar, el no dejarse pegar ni insultar por nadie, y sobre todo por que hay momentos muy concretos en los que tiene que dejar un poco de lado su actitud de niños demasiado buenos, aunque ello signifique entrar en confrontación directa con otros niños para conseguir ésto.
Creo firmemente, que si tienen interiorizados los valores correctos, no lo harán de manera gratuita; y es más, es probable que no lo tengan que volver a repetir, si han conseguido demostrar que meterse con ellos no es tan divertido.
Lo que sí tengo claro es que el acoso escolar es algo muy preocupante y si se tiene un hijo que lo sufre intentarás como padre, tomar todas las medidas posibles para evitarlo.
Pero mi pregunta va más allá, ¿dónde están los padres de los niños que acosan a los demás? ¿por qué permiten que sus hijos se comporten así? Quizá la reflexión de mi hija con 5 años, sea la respuesta a esa pregunta.
No cabe duda, de que el colegio puede ayudar mucho poniendo medidas contra el acoso escolar, educando en la tolerancia, en la empatía…, pero los valores fundamentales tienen que estar en casa y desde edades muy tempranas, sin esto será difícil erradicar el acoso escolar.
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