Un poco de estrés puede ser positivo ya que proporciona la energía para enfrentar una gran prueba, presentación o evento deportivo. Este estrés se llama Eustrés, pero también existen otros tipos de estrés, que pueden crear dificultades y desafíos innecesarios.
Los adultos a veces desconocen cuando sus hijos experimentan una sensación abrumadora de estrés.
Reconocer las señales emocionales o de comportamiento es importante para identificar problemas potenciales y trabajar con su hijo para ayudarlo a manejar sus dificultades.
Aquí hay algunas señales de posibles signos de estrés.
Señales de advertencia que tu hijo tiene estrés
Pesadillas: el miedo asociado con el sueño es una respuesta común a experiencias estresantes o traumáticas. Contarle historias a tu hijo en la noche y hablar de sus dificultades puede ayudarlos a sentirse mejor. Les haces saber que entiendes sus sentimientos.
Problemas para concentrarse: las presiones académicas y sociales, especialmente la necesidad de adaptarse a un grupo, son las principales causas de estrés para los niños. Si bien actividades extracurriculares pueden ser una solución, el exceso de tareas aumenta la ansiedad. Ayuda a tu hijo a equilibrar sus prioridades de manera apropiada.
Agresión: algunos niños, cuando están bajo estrés, reaccionan con agresión física (mordiendo, pateando o golpeando) o agresión verbal (gritando o insultando).
También tienden a tener dificultades para completar tareas que requieren paciencia. Si hablar con su hijo no ayuda, consulta a un experto en psicología infantil.
Enuresis: los niños que se sienten inseguros o que tienen mucho en sus mentes pueden pasar por alto las señales de ir al baño. Asegúrale a tu hijo que no estás enojada si ocurre un accidente de baño. Consulta a tu médico para descartar otro problema que podría causar enuresis.
Comportamiento hiperactivo: cuando los niños no pueden controlar el estrés que sienten, liberan energía negativa. Tienen rabietas, huyen o desobedecen constantemente como formas de alertar a adultos que existe un problema. Ayuda a tu hijo a quemar energía de una manera positiva y relajante: Ejercicios de respiración profunda, escuchar música relajante, estiramientos o yoga.
Retirarse de la familia: Mudarse, divorciarse, tener un nuevo hermano o ser víctima de bullying en la escuela puede hacer que un niño se sienta excluido o asustado. Ofréceles más atención y crea rutinas familiares para proporcionarles más comodidad. Habla con la maestra si sospechas que tiene problemas con sus amigos en la escuela.
Trastornos de la alimentación o sueño: cuando un niño está bajo presión, la inquietud y la preocupación interrumpen sus hábitos de sueño. Un cambio repentino en los hábitos alimentarios, ya sea comer menos o más, es otro signo de estrés. Llegar a la raíz de su ansiedad (a menudo con la ayuda de un psicólogo) puede aliviar estos comportamientos.
Reacciones excesivas a problemas menores: a veces, la presión para complacer a los padres hace que los niños sean perfeccionistas y se preocupen demasiado. Aumenta la confianza de tu hijo para que pueda enfrentar los desafíos y resolver los problemas por sí mismo.