A menudo os podéis encontrar en esta situación de manera forzada ya que no tengáis más habitaciones en vuestros hogar; o quizás de manera voluntaria. Es decir, queréis que vuestr@s hij@s compartan habitación aún teniendo otras disponibles.
Éste es nuestro caso. Siempre supimos que nuestros hij@s iban a compartir habitación, fueran del sexo que fueran. Por varios motivos, pero sobre todo por dos principalmente:
Por el vínculo y la unión que establece el compartir dormitorio, dormir juntos y tener un espacio personal tan íntimo de manera común
Y dos, por el hecho de poder destinar una habitación de juegos exclusivamente. De este modo, dábamos al dormitorio un uso más personal y no tan lúdico (de descanso, de relax) y a la vez manteníamos más el orden. O si bien, controlábamos el caos en una sola estancia de la casa
Al principio os decía que queríamos que compartieran habitación fuera niñas o niños, ya que realmente y hasta bien entrada la adolescencia, dudo mucho que salga de ellas o de ellos el querer tener un poco más de intimidad (en el caso de que haya opción, claro). Puede que sí que la quiera o puede que no. El caso es que AHORA están encantadas las dos compartiendo habitación y durmiendo JUNTAS: algo que encanta a todos los mamíferos, dormir acompañados.
A menudo la gran pregunta que recibo, sobre todo cuando os hablaba de ampliar la habitación para poder tener camas individuales para cada un@, etc, era: ¿¿¡pero entonces cuando sean mayores tendrás que volver a hacer obras!?? Quizás sí, o quizás no. El futuro es tan incierto, que no lo sabemos. Ahora mismo no sé cuál va a ser su relación de aquí 10 años. Quizás están encantados los tres de compartir habitación y eso de que uno se vaya sol@ no lo ven nada claro, o los 3 quieren dormir sol@s y es inviable, o quieren seguir durmiendo los tres en una cama de metro ochenta.
Como os decía antes, lo que tenemos y lo que sabemos es el AHORA, así que invertir en tirar una pared si eso nos va a proporcionar mejoras a nivel de calidad de sueño o de espacio no me parece una decisión desmesurada. Aquí es dónde cada familia tiene que valorar lo que necesita y sopesarlo con lo que puede abarcar y encontrar la mejor opción para vivir mejor.
Pero además de todos estos motivos que os he ido dando hay uno que gana por goleada y es que dormir a las niñas juntas hace que las noches sean mucho más fáciles.
Me explico:
Nosotros, con las dos primeras y del mismo modo cuando nazca el tercero, siempre hemos hecho colecho en nuestra cama de matrimonio. Hemos tenido al bebé en nuestra cama hasta que ha llegado el momento de destetar. Os lo conté aquí, aquí y aquí, pero resumidamente consiste en que, cuando decidimos destetar, yo desaparezco del mapa y entra en acción su padre. A partir de ese momento, es cuando trasladamos al peque a su cuarto y somos nosotros los que vamos a su habitación en los despertares nocturnos. Ésto nos ha hecho no tener visitas en nuestra cama. Que no es que no queramos dormir con ell@s (nos encanta), pero siempre hemos pensado que cuando hubiera otro bebé dentro de la cama sería complicado de gestionar, así que siempre hemos dejado claro que la cama de mama/papa es para nosotros (o el bebé que haya en ese momento) pero que nosotros siempre iremos a su cama cuando nos necesiten.
De este modo, ellas también han relacionado siempre la noche y el dormirse con su padre. Es verdad que durante el día soy yo la que está más presente, así que también era una manera de conseguir que cada día tuvieran un momento importante y de calidad con su padre (cuentos, caricias y dormirse juntos).
No os penséis que me estoy yendo por las ramas. Ahora estaréis preguntando: ¿Y qué tiene que ver todo esto con que duerman juntas o no? El hecho de que compartan habitación o la misma cama incluso hace que sea mucho más fácil dormirlas. Ramon se tumba en medio de las dos, las abraza y así entre masajes y canciones se quedan dormidas. Cuando hay despertares por la noche, igual, el (o yo dependiendo del momento en el que nos encontremos) va hasta la cama, se tumba con ellas hasta que se vuelven a dormir (y sí, hay veces que ya te quedas instalado en su cama y te despiertas y llevas 4 horas durmiendo ahí), pero sin dolores de espalda ni nada.
Para aquellas familias que tengáis peques que necesiten (o que vosotros hayáis decidido ofrecerles) vuestra compañía durante los despertares es la fórmula más cómoda y más si tienes más de 1 hijo.
Es verdad que hay un momento, y sobre todo si se llevan muy poco, que pueden llegar a despertarse mútuamente. Si todavía están en una etapa que no tienen un sueño profundo (en el caso de nuestra primera llegó hacia los 3 años; la segunda mucho antes); puede ser que se despierten y entonces es un follong. Pero bueno, todo se pasa. Ahora están en un punto que por mucho que una se despierte a media noche no despierta a la otra, así que podemos estar tranquilos.
Al final, esta es nuestra fórmula, es la que nos funciona y sobre todo: la que hace que todos durmamos más y mejor. Siempre digo que no es que tengamos la solución perfecta, pero sí que tenemos la que se ajusta a nuestra familia. Cada pareja tiene que ver qué tipo de necesidades tiene, con qué espacios cuenta en casa y qué está dispuesto a hacer por las noches según los criterios que hayan escogido para educar a sus hij@s.
Todo está bien, si todos estamos bien.