Una madre estresada no puede cesar su actividad de nerviosismo y mal rollo ni aún en verano. Este fin de semana he quedado con unas amigas para “quemar la noche” y lo que he conseguido es quemarme conmigo misma porque he comprobado que ya soy vieja…
El sábado quedé con unas amigas. Aprovechando los últimos días de verano y el que he conseguido dejar el fin de semana a mis “mochuelos” con su padre en el pueblo decidí darlo todo
Hacía tiempo que no nos veíamos. En el recuerdo quedan aquellos días en los que salíamos a “quemar” la noche y no parabamos.
Pero los tiempos y los cuerpos han cambiado mucho y la verdad es que yo ya no me siento con ganas de salir a nada.
Bueno empezaré a contaros desde el principio.. Todo empezó por un grupo de whatsapp que una mente “privilegiada” (no sé si cuando se le ocurrió se había tomado una copita de más o es que tenía falta de sueño debido a su condición de madre primeriza) se le ocurrió llamar “Quedada viejuna”.
La verdad es que sí, ya no somos unas jovenzuelas, pero tampoco es para ir restregándoselo a la gente, ya bastante que cada día nos tenemos que ver al espejo y somos conscientes del paso del tiempo.
En principio en el grupo estábamos convocadas 12 mujeres . Si ya habéis pasado cierta edad comprobaréis como a la primera de cambio se va saliendo gente del grupo. Las excusas más recurrentes, y que todos hemos utilizado alguna vez son:
COMIDA FAMILIAR
Lo siento tengo comida familiar.
Pero chica si es para quedar a tomar unas copas a partir de las 11 de la noche
Ya, es que no conocéis a mi suegra, se enrolla se enrolla y nos dan las mil
¿Pero no decías que los niños tenían que estar en la cama a las 10? (esa fue la excusa de la otra vez)
Ya..eh..mmm (no sabe no contesta y abandona el grupo de la quedada viejuna).
MI MARIDO TRABAJA
Chicas mi marido trabaja justo ese día
¿Pero no es funcionario en el Ministerio y sale a las 3?
Bueno, es que tienen que hacer un trabajo y les han dicho que echen horas
¿A las 11 de la noche?
Ya sabes, aquí saben cuando entran pero no cuando salen (¿¿¿¿¿perdonaaaaaa???? ¿tu marido trabaja en un Ministerio en China????)
TENGO A LOS NIÑOS MALOS (Esta excusa suele utilizarse el último día ya llegando la hora clave)
Oye no voy a poder quedar, tengo al niño con fiebre
¿Pero cuanto tiene?
Tiene 37 pero seguro que durante la noche le sube
Pero está tu marido ¿no? Dale apiretal y vente para acá
No ya sabéis, no estoy tranquila..
He de decir que esta excusa es la más entendible.
ME DA PENA DEJAR A LOS NIÑOS SOLOS
Pichurras, no voy, es que siento una pena tan grande por dejar a los niños solos..
Pero que ¿tonterías estás diciendo? Tienen 14 años, está tu marido y además y pasan de tí como de comer flowers (por no decir mierda)
Ya, pero ya sabéis una madre es una madre
En fin, pasada esta primera criba al final quedamos algo más de la mitad, en total 7 mujeres que íbamos a ir vestidas con nuestras mejores galas a rememorar la época en que salíamos a intentar ligar (digo lo de intentar porque lo conseguíamos pocas veces) y sobre todo a echarnos unas risas.
Eran las 8 de la tarde y comencé a vestirme pero ¿qué me pongo? Claro los cuerpos tampoco son lo que eran y ahora las lorzas florecen alegremente y acampan por rincones de nuestra anatomía que nunca pensamos que pudiesen tener michelín.
EL DESEO…..
LA REALIDAD…
Al final opté por una camiseta “moderna” (o eso pensaba yo), unos vaqueros y taconazos de impresión
-Casual pero “arreglá” pensé. Y procedí a ir a “chapa y pintura” y embadurnarme con todo tipo de productos, que hace tiempo que no uso, con el objetivo de parecerme a las chicas de las portadas de las revistas
Habíamos quedado sobre las 10 de la noche y ya me estaba entrando hambre y sueño. He de decir que muchas veces a las 9 y media ya estoy en la cama, así que antes de que me entrase la modorra, salí corriendo al bar de la esquina a tomarme un café bien cargado.
El lugar previsto para quedar era una zona de la ciudad que desde hace unos años está muy de moda. Una de las del grupo había preguntado a sus compañeros de trabajo, por supuesto mucho más jóvenes que ella, y le habían recomendado varios lugares “en los que había mucha marcha”.
Habíamos quedado en la parte de arriba de una boca de metro cercana y mientras esperaba a mis amigas me dí cuenta de la realidad. Chicas y chicos jóvenes y guapísimos desfilaban con modelitos de infarto riendo y haciendose selfies.
Donde nos ha metido Sofía, pensé. Dios mio me temo lo peor.
Poco a poco fuimos llegando todas. Sofía, la más optimista del grupo comentó que esa zona estaba genial y que seguro que nos lo pasábamos “pipa”
Los bares estaban abarrotados de gente y tuvimos que esperar cola para poder entrar en uno de ellos. Nos fuimos distribuyendo poco a poco por los huecos que había libres, de tal manera que no nos veíamos ni las caras.
Yo me sentía rara, ese no era mi ambiente; hacía mucho tiempo que no salía y me parecía que estaba en un mundo paralelo.
Mira que tios tan buenorros. Sofía, soltera y tirando la caña a cualquiera no sé si se daba cuenta de que los chicos eran como 15 años más jóvenes que nosotras.
Sofía son un poco pequeños no?
Qué va!! Es que no estás en la onda, claro como no sales por ahí. Ahora se lleva el estar con gente mayor, como el Hugh Jackman ese, has visto a su mujer..y el está macizorro a tope.
Evidentemente los chicos jóvenes tenían otras “presas” más apetecibles que nuestras carnes “maduritas”.
Oye, me acerqué a las demás como pude, ¿no podríamos ir a otro sitio? No podemos ni hablar
Mientras el camarero iba preguntando a los diferentes grupos qué tapa querían tomar
Chicos, gritaba, a ver los del fondo de la barra, aquí lo tenéis
Chicas, eran cinco vinitos y tres cervezas verdad, y sonreía alegremente a un grupo de jovencitas extranjeras que, por el pelo y el color de piel debían venir de los países nórdicos.
De pronto vino hacia nuestro lado
Señoras, ¿qué les pongo?
¡ZASCA!! Eso hirió nuestro orgullo femenino. Odio que me llamen señora y encima delante de tanta juventud
-Oiga algunas somos señoritas, dijo Sofía.
-Bueno perdone, no lo sabía, se disculpó el camarero. ¿Qué van a tomar?
-Pónganos una ronda de vinitos guapetón, dijo Sofia.
El camarero se volvió y rápidamente nos puso los vinos pero sin ninguna gana de mantener ningún tipo de contacto con nosotras, como lo había hecho con el otro grupo.
Tras varios vinitos salimos del local, un poco contentillas, y nos fuimos a otro restaurante.
Celia, otra de las del grupo, intentó entablar conversación con un grupo de chavales que hacían botellón en la calle
-¿Qué tal chicos?- ¿Cómo va la noche?
Los chicos la miraron, se rieron y no contestaron
-Seguro que si tuviésemos 5 años menos nos miraban de otra manera (y 20, pensé yo, pero ya a estas alturas no era plan de deprimir a la pobre mujer)
Yo me sentía absolutamente fuera de lugar, pero algunas del grupo insistían en que fuésemos a bailar.
-Conozco un sitio cerca de aquí en el que bailaba yo cuando iba a la facultad
-¿Perdonaaaaa? ¿Hace 20 añossss? Dios no quiero ni pensar cómo estará ese sitio.
Efectivamente cuando llegamos no quedaba ni atisbo del local.
A esas horas ya me dolían los pies y quería irme a mi casa. Además del dolor de cabeza que tenía por el vino peleón me estaba deprimiendo; teníamos que tomar conciencia de que ya no teníamos 20 años.
-Chicas yo me voy a casa, mañana madrugo, les dije.
-¿Pero no estabas sola este fin de semana?, me preguntó Sofía.
-Si pero tengo que ir a regar las plantas de mi suegra (no se me ocurría nada mejor)
-Pues nosotras nos quedamos, a verrrr levantar la mano las que se queden.
-Yo me voy con María, dijo Estrella.
Al final las dos cogimos un taxi y comentamos que bien lo habíamos pasado, pero nuestra mirada nos delataba; sabía que Estrella pensaba igual que yo, cada cosa tiene su edad y ya no estamos para esos trotes.
De las que quedaron supimos por whatsapp que habían estado recorriendo la ciudad buscando los lugares “míticos” donde solíamos hacer las fiestas cuando éramos más jóvenes. Al final la mayoría se habían reconvertido o cerrado.
Lo bueno que saqué de esta experiencia es que por el momento tardaré mucho en proponer volver a salir “de marcha”.