El desarrollo del habla está directamente unido al desarrollo cognitivo del niño, por lo que detectar a tiempo el retraso en el habla evitará futuros problemas en su aprendizaje. Por norma general, hay unas etapas establecidas que nos facilitan encontrar un problema en la evolución del lenguaje del pequeño. Alrededor de los 6 meses, el bebé empezará a balbucear o a emitir ciertos sonidos sin significación alguna. Antes de cumplir el año, los bebés ya deberían decir palabras como “papa”, “mama”, “agua”, etc. Si el niño observa su entorno con atención, pero no ha comenzado a decir sus primeras palabras, puede que tenga algún problema de audición.
Durante el primer año del pequeño, éste debe ser capaz de utilizar las palabras refiriéndose a un objeto en concreto, y empezar a expresarse con frases, aunque aun muy simples. Desde los dos a los tres años, el habla del niño evoluciona significativamente, y empieza a usar frases más largas. También mejora su comprensión, pudiendo establecer una conversación más o menos formal, adaptada a su edad. Si esto no ocurre el niño comienza a mostrar signos de que hay retraso en el habla.
Para poder diagnosticar un verdadero retraso en el habla, debemos tener en cuenta la edad del niño y su capacidad lingüística. Si al año y medio todavía no es capaz de decir ninguna palabra, o bien, a los dos años sólo dice monosílabos, no consigue unir dos palabras para decir una frase corta y ni tiene la intención de comunicar, todo indica un problema en el lenguaje.
La dificultad del niño para hablar puede deberse a factores de origen genético o neurobiológico, o a factores psicológicos, como la sobreprotección paterna o un entorno con un nivel cultural muy bajo. Para tratar este problema, es necesaria la ayuda de un especialista, que estimule adecuadamente al pequeño, evaluando previamente las causas que lo originaron.
Si bien, la actuación temprana de los padres puede evitar que el niño sufra retraso en la expresión del lenguaje, por lo que son recomendables algunas pautas a seguir. Por ejemplo, es mejor para el niño hablarle de manera correcta, usando de forma adecuada la sintaxis y las palabras, que utilizar una entonación infantil, con palabras reducidas (como “oche” en lugar de “coche”). Asimismo, permitir que el niño esté delante de las conversaciones de los adultos también le facilita el desarrollo del lenguaje, ya que asimilará patrones sociales, como respetar los turnos para hablar. Interactuar con él, leyéndole cuentos o contándole historias, también le estimulará a la hora de desarrollar su propio lenguaje.
¿Tu hijo aún no habla? ¿Cómo has tratado el retraso de su lenguaje?
Foto: Clara Rico/flickr