Es una costumbre muy sana en niños, ya que es un excelente reparador natural que aporta enormes beneficios al organismo. Es por esto que, además del sueño nocturno, durante los primeros años de vida se acostumbra a dormir en el día.
un recién nacido, durante las primeras semanas no existe un patrón nocturno. Entre las seis semanas y los tres meses se diferencia patrón día/noche y necesita dormir alrededor 16 horas al día y lo hace por periodos de tres a cinco horas
A los seis meses duermen entre 13 y 14 horas total, con 2 o 4 horas de siesta, divididas en dos. Después del año, duermen 12 horas al día con una siesta de entre una hora y media, y tres horas.
Después de los tres años, la mayoría de los niños va disminuyendo las horas de siesta hasta dejarla alrededor de los cinco años.
En general, antes de los tres años la mayoría de los niños necesita la siesta, después va a ser variable. Pero si el niño está mañoso, irritable y somnoliento durante la tarde, quiere decir que debe dormir y hay que darle la oportunidad de hacerlo. Sin embargo, se deben evitar siestas muy prolongadas o muchas en el día, ya que puede interferir con el sueño nocturno.
Restringir la siesta no va a ayudar a que el niño duerma mejor de noche. Pero si la siesta es muy tarde, cercana a la hora de dormir, va a interferir con el inicio del sueño nocturno.
Si hay algo que no hay que hacer si el niño no quiere dormir la siesta es obligarle. Incluso aunque veamos que está cansado, si se niega no debemos forzarle.
Si el niño no quiere dormir y no cae rendido mientras hace otra cosa es porque realmente no necesita dormir en ese momento. Se complica luego si se duerme a otra hora del día, porque seguramente se dormirá más tarde también por la noche.