El milagro de la vida

Pueden charlar con otras mamás y sabrán que las opiniones sobre el embarazo y el parto están basadas en la experiencia que tuvo cada una, y en lo que nos cuentan familiares y amigos. Es muy difícil decidir porque nos bombardean con consejos e incluso nos transmiten temores que ni teníamos previamente. Sólo les aconsejo que hagan lo que sientan en su interior como lo mejor, y no descarten ninguna opción. Para estar preparadas hay que estar informadas, y lo más importante, serenas que somos mujeres y nuestro cuerpo es sabio.

Quería contarles mi experiencia, por si les ayuda saber que los partos rápidos sí existen y son posibles (y también me sirve a mí para prepararme para la llegada de una nueva integrante a la familia).


Como soy un poquito obsesiva con las cosas que me interesan, desde que supe que estaba embarazada empecé a leer con avidez todo lo relacionado con este hermoso estado, y descubrí el canal Home & Health, donde pasaban a toda hora programas relacionados con el embarazo, los partos y los bebés. Y por supuesto no me perdía un capítulo. Y por ese medio conocí todas las opciones que tenía, ya que veía ciento de casos de otras mujeres y de cada uno sacaba mis conclusiones.


Por mi parte decidí empezar clases de natación, primero lo hice para no subir mucho de peso, pero luego descubrí el placer de relajarme en el agua y lo bien que me hacía a nivel respiración y tonicidad muscular. Y cuando estaba de cinco meses empecé a sentir que a mi bebita le gustaba también, porque mientras estaba sumergida su movimiento era armonioso y constante en mi vientre. Y es ahora que ama estar en el agua.


También aprendí los ejercicios de Kegel, para preparar específicamente los músculos que intervienen en el trabajo de parto y dejarlos tonificados para su recuperación.


Luego vinieron las clases de preparación para el parto, y con la respiración y la relajación y el pensamiento firme que todo estaría de maravillas, decidí que quería un parto lo más natural posible. No tenía la opción de un parto en casa y en el agua, pero sí podía probarme a mí misma que el dolor sólo es un pensamiento y no un hecho, aunque estuviera en una clínica y rodeada de enfermeras y doctores. Por eso todas las noches y cuando tenía un momento de descanso, cerraba los ojos y me imaginaba el parto con lujo de detalles, en una casa en el campo, con la luz del sol filtrándose por unas cortinas blancas, todo el cuarto luminoso y claro, un agradable perfume, y yo y mi bebé sintiendo cada movimiento hasta por fin conocernos. Yo la sentía deslizarse por mi útero como si realmente lo estuviera haciendo, y era una sensación cálida y sin dolor. Sólo sintiendo su movimiento y los latidos de nuestros corazones. Esa era mi visualización, y fue eso lo que traté de recrear cuando llegó el momento.


La fecha prevista para el parto era el sábado 4 de agosto. Hacía dos semanas que ya había perdido el famoso tapón mucoso que recubre la puerta del útero, pero hasta ese momento ni noticias del trabajo de parto. Como bien me había dicho mi médico, esa caída no significa que inmediatamente venga el parto. Es sólo una señal que el momento se acerca, tarde o temprano llegará. Incluso tuve una dilatación de 2 centímetros durante esas dos semanas previas y no pasó nada. Contracciones tenía todos los días pero muy distanciadas unas de otras, y no eran muy distintas a las de Braxton Hicks.


El viernes 3 de agosto fui a control, y acordamos que si durante el fin de semana no empezaba con el trabajo de parto, debía ir a control nuevamente el lunes, y el martes me internaba y me inducía el parto. Estaba todo listo: bebé, placenta y canal de parto, por eso su decisión de inducir, es decir que mediante un medicamento se genera la oxitocina, la hormona encargada de iniciar el trabajo de parto, necesaria para que comiencen las contracciones.


Hasta la semana anterior había concurrido a las clases de natación, así que estuve activa hasta el último instante. El domingo 5 de agosto fuimos con mi marido, mi suegra y mi cuñada a caminar en una feria de artesanías, y estuvimos más de dos horas recorriendo los stands. Cuando regresamos a casa estaba cansada, y con un ligero malestar en la zona baja de la espalda, justo donde está el huequito entre la cintura y la cola. Después de tanto tiempo de pie era normal así que no le di mayor importancia. Dormí muy bien esa noche, aunque desperté temprano con una ansiedad que ni les cuento. Estaba tan cerca de conocer a mi angelito, pero a la vez sentía temor porque en mis planes no entraba “una inducción del parto”. Pero bueno, si así tenía que ser….


Me levanté ese día (lunes 6) y seguía con el malestar en la espalda, nunca llegó a ser dolor, sólo esa sensación de haber estado sentada en mala posición. Pude ir al baño sin problemas, me duché, comimos con mi marido un almuerzo liviano. Luego de una siestecita (no pude pegar un ojo pero descansé mi espalda), nos fuimos al control con mi médico. Al llegar me tomó la presión, escuchamos los latidos del corazoncito del bebé (esto lo hacen porque cualquier variación puede significar sufrimiento fetal, y hay que acelerar el proceso de parto, incluso puede significar que necesitemos cesárea) y procedió a chequear el cuello del útero. Y oh sorpresa!!! Ya tenía una dilatación de seis centímetros!!! Urgente me mandó a buscar el bolso y que vaya para la clínica!! Esto fue a las 5 de la tarde.


Fuimos a buscar el bolso y algunos papeles que debíamos presentar en la clínica (el carnet con todos los controles, estudios y análisis), avisamos a mi papá y a mi mamá y a mi suegra que viajó 1.200 km desde otra provincia para conocer a su nieta. Y a su vez ellos se encargaron de avisar al resto (aunque yo no quería que fueran todos hasta que no esté tranquila en la habitación con mi beba en brazos).

A las 18:15 llegamos a la clínica, y a las 18:30 estuve ingresando a la habitación que me asignaron.

Hasta ese momento no sentía las contracciones, sólo esa molestia en la espalda. Pero no podía más de la ansiedad. La partera me estaba esperando, y cuando la vi creo que sentí la primera, pero no fue más fuerte que un dolor de regla. Sin embargo al verme hizo que me acostara en la cama, sin tiempo de ponerme el camisón, me quedé con una camisetita y las medias puestas. Me revisó y ya estaba dilatada totalmente!! Mientras la enfermera me pinchaba el brazo para colocarme un suero (sinceramente nunca pregunté qué me pusieron, porque veníamos todos con una aceleración vertiginosa), la partera rompió mis fuentes. Sentí un calorcillo un poco incómodo ya que el líquido amniótico está calentito, e instantáneamente me vinieron ganas de pujar!! Para mí eran incontrolables, le dije a la partera que lo que sentía eran ganas de ir de cuerpo, y ella me hacía respirar para controlarlas porque iba a parir en la habitación, debían llevarme a la sala de partos. Y lo peor aún es que mi obstetra no llegaba!!


A todo esto mi marido seguía en la mesa de admisión de la clínica, llegó justo cuando me estaban subiendo a la sala de partos, pero apenas entramos volvió a desaparecer porque debían prepararlo para estar a mi lado. Esto llevó cinco minutos solamente, y yo haciendo lo posible para no pujar. No era dolor, eran literalmente ganas de ir de cuerpo, hasta que apareció mi marido vestido de médico, y el médico por detrás preguntándome ¿cómo estás? Y yo contesté con toda sinceridad “quiero hacer popó” (bueno usé otras palabras…) Y él me dijo “bueno dale, si tienes ganas haz ahora”. La sensación de pujar y querer ir de cuerpo es igual, por suerte no pasó más allá de la sensación. Y pujé con todas mis fuerzas una vez, olvidándome de cómo respirar, diciéndole a mi marido y a la partera que saquen la mano de mi barriga (me estaban masajeando para ayudarme a que baje la beba y yo como loca porque no querían ni que me toquen) y les juro que la mente me quedó en blanco. Apenas si escuché a mi médico decirme que estaba respirando al revés, o sea que en lugar de hacerla descender a mi beba, la estaba succionando hacia arriba. ¡NO INSPIRES, SUELTA TODO EL AIRE Y PUJA QUE AQUÍ YA ESTÁ SU CABECITA! Pujé una vez más con todas mis fuerzas, y otra vez más fue la vencida y se produjo el milagro!! Eran las 19:46.


Mi mente estaba a diez mil pero cuando escuché el primer llantito y ví que el médico colocaba a Giuliana en brazos de su papito, solté todas las emociones y me largué a llorar. Subí mi camiseta y mi marido la puso sobre mi pecho, y me invadió el sentimiento más sublime y puro que existe en este y en cualquier mundo. No se puede explicar, sólo se trata de sentir. Mientras tanto le dieron las tijeras a Néstor para que corte el cordón umbilical.

Luego llevaron a mi princesa para vestirla y hacerle el Apgar (estudios preliminares que le hacen a los recién nacidos) Su papi no se despegaba ni un segundo de ella.


Pasó menos de un par de minutos y se produjo el alumbramiento, que es cuando sale la placenta. El médico la revisó para ver si salió completa y procedió a hacerme cinco puntos, porque si bien no me hizo episiotomía, la gordita al pasar me provocó un pequeño desgarro con su codito y tuvo que coser. Pero no sentí nada, no sé si por las santas manos del doc o porque estaba tan emocionada que era sólo yo y mi alma. Pues bien, me higienizaron y a las 20.15 ya estaba en la habitación.


Me pasaron de la camilla a la cama y al ratito trajeron a mi pequeña. Y he ahí otro momento que me llenó de emoción, porque estábamos solitos los tres, la nueva familia a pleno (bueno estaba la enfermera pero hagan de cuenta que no estaba, bueno…sí estaba, agradecida porque me mostró como debía colocarla en el pecho) Estuve un buen rato tratando de prenderla hasta que lo logramos!! Poco después hicimos entrar a los abuelos y más tarde empezaron a llegar todos mis familiares para compartir nuestra felicidad.


Bueno, esta ha sido mi experiencia. Espero no haberlas aburrido y qué más decirles, sólo tengan en su mente pensamientos positivos. Imaginen que todo está bien, sueñen con ese momento como lo mejor que les va a pasar en la vida, y dejen que la naturaleza que es sabia les muestre el camino. En mi caso en el momento de la verdad olvidé todo lo que había aprendido en el curso de preparación, debo confesarlo, pero mi cuerpo y mi mente ya estaban preparados para hacer lo mejor.


A mis barriguitas compis del foro Mamás para octubre 2010, les deseo los mejores dos últimos meses de embarazo y un feliz y exitoso parto. Gracias por dejarme compartir todo esto con vosotras!!

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