La fuerza no proviene de la capacidad física
sino de la voluntad indomable
Indira Gandhi
Te saludo en este retorno a la escritura después varias semanas sin publicar. Y es que este post viene como anillo al dedo a tantos días de ausencia.
Hablar de ser madre y profesional ahora no es tarea sencilla ni lo ha sido en ningún otro tiempo.
Ya la sociedad es bien exigente con el género femenino, y si a esto le sumamos los roles materno y laboral se pone cuesta arriba la situación.
Así que hoy te comentaré sobre esta dupla tan interesante, maternidad y profesión, que sólo quien la vive y experimenta logra entender su verdadera dimensión…
Ser tú antes que nada…
En la dinámica del día a día, de vivir y crecer, no tenemos a la mano nada hecho o escrito con instrucciones precisas para madres mega ocupadas que indiquen paso a paso qué hacer ni cuándo. Y es que, probablemente, tampoco recordemos consultarlo ni seguirlo al pie de la letra cuando estemos en plena dificultad.
Así que lo que nos toca es echar mano de nuestro sentido común y de lo que nos dicta el corazón y la conciencia. Y en ese punto es cuando entra al ruedo quiénes y cómo somos.
En todos los ámbitos de la vida se hace necesario estar claros consigo mismos pero no siempre es así. Y, para el caso de quienes somos madres, estar clara ante sí misma es mucho más importante de lo que parece.
La razón es que no sólo somos responsables de nosotras sino de nuestros hijos, sobre todo si están pequeños o aun dependen de nosotras de alguna manera.
Mucho se dice y se recomienda acerca de qué hacer y cómo. Sin embargo, lo que leerás con frecuencia en este blog es el llamado a conocerte a ti misma, a vivir tu proceso de aprendizaje y crecimiento de forma consciente para que ese sea tu mayor y mejor herramienta en el recorrido por la senda de la maternidad.
Antes que cualquier tratado teórico, fórmula o tecnicismo, estás tú misma y tu capacidad para pensar y discernir sobre el rumbo que has de tomar.
Nadie ha dicho, ni lo dirá, que ser mujer, madre y trabajadora sea tarea fácil porque son tres roles que exigen, cada uno, lo suyo.
La buena noticia es que de experiencias exigentes se aprende mucho y en forma exponencial, y eso se traduce para nosotras en un valor agregado que a muchos otros les exigiría el triple de sus años de vida hablando en términos de años de adultos.
En resumidas cuentas, lo primero es Ser tú misma… Y para serlo será necesario que te hagas consciente de ti. Que te atrevas a pensar y disentir de ti misma tanto como de los demás. Que te enfrentes contigo misma, no en una lucha ni batalla, sino con la actitud de quien mira con atención y deseo de comprender a alguien que le interesa sobre manera… en este caso, TÚ.
Ser madre y seguir siendo tú…
Y llegamos al punto en que la realidad de tu rol de madre te exige que des atención casi que exclusiva a los pequeños querubes, y a veces no tan pequeños, de quienes eres responsable: tus hijos.
Y te encuentras en una encrucijada que es, al mismo tiempo, una montaña rusa en la que no te diste cuenta que te habías montado hasta que comenzaste a sentir los rigores de la velocidad con que marchaba.
Pasaste de una vida centrada en ti, durante tu soltería, a una vida opuesta en cuanto al foco de atención. Y es normal que así sucediera es decir, que pasaras de un extremo al otro sin darte cuenta porque así pasa en muchos aspectos de la vida.
Lo importante es que, una vez que te vas atemperando a tu nueva condición (la maternidad), puedas encontrar el punto de equilibrio en ti… donde tú, como persona, como ser, no quedes anulada ni desplazada en el tiempo y el espacio.
Y aquí volvemos a lo inicial: ¿Cómo lograr ese punto de equilibrio?
Hazte consciente de ti. Piénsate, analízate… haz el esfuerzo de no abandonarte, de no dejarte sola y sin ti.
Ser profesional y ser madre pero seguir siendo tú…
Agregamos a la lista la condición de la fuerza productiva. Y este detalle, no tan detalle, le añade su toque extra de presión a los roles que vienes desempeñando.
En el caso de los hombres, y a menos que asuman directamente la responsabilidad con los hijos que normalmente asume la mujer, el rol de la paternidad es menos denso para ellos que para nosotras.
Y resulta que en el mundo laboral las reglas han sido creadas por hombres y para hombres, sólo que nosotras decidimos incursionar en ese campo sin dejar de lado nuestro rol materno.
Toca entonces moverse dentro de un esquema predominantemente masculino y aprender además a desempeñarte de la forma más eficiente posible para poder continuar en el ruedo.
Esta exigencia del mundo laboral que apenas esbozo superficialmente hace que la dupla madre-trabajadora sea difícil de sobrellevar, aunque no imposible.
Una vez más sale a nuestro auxilio, para no morir en el intento, el conocimiento que puedas tener de ti, de lo que quieres, de tus capacidades y destrezas, para que las exigencias del día a día no te atrapen y termines envuelta en un círculo vicioso de insatisfacción que es causado por la ausencia de ti en tu propia vida.
Así que fíjate que puedes ser y hacer cuanto quieras.
Puedes llegar tan lejos como se te antoje.
Pero para todo tipo de logro necesitarás de ti misma… necesitarás estar clara y de acuerdo contigo misma.
Necesitarás estar siempre, y por encima de todo, cerca de ti... Piénsalo.
Me despido deseándote una feliz semana..
Y si quieres sacudir el mundo de las ideas de alguien más, comparte este post..
Un gran abrazo… nos leemos en el próximo post
Nota: Agradezco a Fotolia por las imágenes del post.