Se dice, se comenta, se rumorea, que tu vida cambia totalmente cuando nace tu primer hijo. Y, es cierto, tu vida da un vuelco, un giro de 180º, pero, un giro que se mantiene durante toda tu permanencia en el planeta tierra. Es una experiencia difícil de explicar, no hay palabras. Simplemente, hay que vivirla.
Como madre y padre principiante, no sabemos qué hacer con esa personita que llora, come y duerme. Y, ojo, lo de llorar, lo hacen todos y muy bien. Pero, lo de comer y dormir ya es otro asunto.
Alguna vez nos hemos planteado la pregunta sobre ¿por qué queremos ser madres? ¿por qué llega ese momento en nuestra vida en el que queremos tener hijos?. Quizás, ahora, todo es motivo de preguntas, dilemas, planteamientos... sobre todas las cuestiones, más o menos, importantes de nuestra existencia. Antes, unos cuantos años atrás, en tiempos de nuestros bisabuelos y abuelos, una mujer no se planteaba ser madre, simplemente, lo era y punto. No había preguntas, ni motivos, no se necesitaban. Eran madres porque no entraba en su pensamiento la cuestión de no serlo.
Eran madres naturalmente, ahora somos madres después de haber meditado y vuelta a meditar sobre si ya estamos preparadas o no, si vamos a dar ese paso por miedo a la soledad o no, si es más bien cuestión de presión familiar y social o es cuestión nuestra y solo nuestra, de la pareja, quiero decir.
Cuando llega un bebé a casa, ni te quiero contar lo que le tenemos preparado: El cuarto de dormir perfectamente decorado. Los juguetes y muñecos que va a ir toqueteando a lo largo de sus meses y años de vida. Y, por supuesto, otra habitación de la casa acondicionada para albergar todos los accesorios, cambiador, cuna, coche de paseo, silla para el coche, mochila, calentador de biberones, canastilla, capazo, arrullos, pijamas, bodys, patucos, ropa y ajuar personalizados... parece mentira que una cosita tan pequeña, necesite tantas cosas para subsistir. Seguramente, todo el dinero que hemos ido ahorrando, no nos dé ni para empezar y mucho menos para seguir, así que, a pesar de la inestimable ayuda de los abuelos, demás familia y amigos, tendremos que echar mano de financiación que nos permita seguir comprando y pagarlo de forma cómoda y aplazada. Cada mes una parte de nuestras nóminas se irá para nunca volver, pero, a cambio, la satisfacción de saber que a nuestro retoño no le faltará nada de nada.
Pero, la pregunta es ¿por qué antes se tenían tantos hijos y ahora uno o dos como máximo? Porque antes los bebés, los niños, los adolescentes, no necesitaban tanto. Y, donde comían dos, comían tres. Y se iba a la escuela del pueblo, los libros pasaban de unos a otros, la ropa también. Las actividades extraescolares consistían en jugar con los amigos en las calles y en el campo. No necesitaban juegos didácticos ni educativos, se aprendía a compartir con todo el que se interesaba en nuestras travesuras y fabricábamos nuestros propios juegos y juguetes, una cuerda, una goma, cartones, canicas, ruedas viejas... todo valía y todo nos divertía.
Ahora, nos compramos más y más libros sobre cómo alimentar, cuidar, educar y disfrutar de nuestro bebé. Guías prácticas sobre educación durante los primeros años de vida. Qué colegio es el más adecuado, uno bilingüe o uno de los de toda la vida. El castigo es bueno o puede crearle un trauma de por vida. Cuándo y de qué manera debemos enfocar los temas serios, sexualidad, prevención, drogas...
Y, ¿Qué es lo mejor? Quizás, la respuesta la tengamos al mirar a nuestros hijos, pero, mirar no quiere decir mirar por encima y ver que están bien. Es mirar su interior, su actitud, su comportamiento, su satisfacción.
A lo mejor, la respuesta está en el término medio.