Realizar deporte en familia da una gran satisfacción y una importante inversión en la futura salud de los niños. Aficionar a nuestros hijos a que realicen algún tipo de deporte juntos ayuda a crear y mejorar vínculos entre los miembros de la familia, facilitan la convivencia, pasamos tiempo juntos. El deporte es un medio perfecto para transmitir a nuestros hijos determinados valores (constancia, compañerismo, sacrificio, esfuerzo, satisfacción del trabajo bien hecho…) y son un buen momento para transmitir el respeto y el amor al aire libre y a la Naturaleza. Además, ayudamos a mejorar y cuidar su salud, a trabajar los hábitos de vida saludables.
Porque cuando nos referimos al deporte infantil debería quedar claro que más importante que ganar es:
Aprender a jugar juntos, experimentando directamente que lo que hace cada uno repercute directamente en el que hacen y harán los compañeros, y viceversa: el sentimiento de pertenencia a un grupo.
Sentirse necesario para el equipo y sentir como necesarios a todos los otros, ya estén en el terreno de juego o esperando como suplentes: la valoración personal.
Aprender a entrenarse, a realizar unas actividades -físicas o no- que parece que no tengan que ver con jugar partidos, pero que son fundamentales por a poder jugar: la planificación y la constancia.
Saber que hay unas reglas, más o menos arbitrarias, que son las que conforman y enmarcan aquella actividad y la convierten en deporte: las normas en la vida.
Pasárselo bien jugando y entrenando, pero también hablante del partido y del entrenamiento, pensando y expresando como se han sentido jugando, ganando o perdiendo…: la reflexión personal y la comunicación.
Tomarle gusto a la actividad deportiva para que continúe practicando a lo largo de su vida, sea en equipo o individualmente: la educación física.
¿Por qué es tan importante el ejercicio físico?
Aporta muchos beneficios:
Quema calorías en vez de almacenarlas como grasa en el cuerpo. Ayuda a mantener un peso saludable y reduce el riesgo de sobrepeso u obesidad.
Mantiene los niveles de azúcar en sangre más equilibrados, dentro de límites normales.
Baja la presión arterial y los niveles de colesterol.
Fortalece los huesos y los músculos, y aumenta la fortaleza y la resistencia.
Alivia el estrés y mejora el sueño y la salud mental. Ayuda a combatir posibles crisis de ansiedad o de depresión.
Aumenta la autoestima. Da seguridad respecto al cuerpo y su aspecto.
Eleva la capacidad de concentración y el rendimiento escolar.
Es socializador, favorece el compañerismo y reduce la agresividad
Si nuestros hijos son deportistas, como padre y madres debemos….
Dejo algunos consejos de como los padres se deberían hacer cuando nuestro hijo compite, ya que a veces no nos manifestamos de la manera más correcta:
Evitar cualquier intromisión en los entrenamientos y colaborar siempre que se solicite con el colegio o el club al que pertenece.
Facilitar la actividad deportiva del niño y dejarle elegir la que más le guste. El niño debe divertirse, progresar y aprender.
Animarle siempre que compite, reconociendo su esfuerzo y respetando, al contrario, pero evitando “hacer de entrenador”
Asistir siempre que se pueda a las competiciones o actividades en las que participe.
Interesarnos por la práctica deportiva, solicitando información sobre las características del deporte, el reglamento, lo que espera de los padres de sus deportistas, planteándole nuestras dudas e inquietudes.
Mantenernos tranquilos y confiar en nuestro hijo/a cuando, durante un entrenamiento o una competición, comete un error o no le salen las cosas.
Mostrar respeto y cordialidad en las competiciones con entrenadores y deportistas de los equipos contrarios. Interesarnos por sus compañeros y monitores.
Respetar, comprender y apoyar la función de los árbitros en las competiciones. Las quejas propuestas pueden plantearse a través de los canales adecuados, en lugar de hacerlo en público.
Animar a nuestro hijo a practicar deporte de acuerdo con las reglas. Que no proteste, que no simule y que sea respetuoso con el árbitro de la competición.
Aplaudir las buenas actuaciones tanto de nuestros propios hijos/as como las de sus compañeros de equipo en los entrenamientos y en la organización de actividades y competiciones.
Preguntar al entrenador/a educada y discretamente (en un lugar y momento adecuados) cuando hay cuando algo que no comprendemos o no nos gusta lo que hace.
No olvidar el resto de miembros de la familia, consiguiendo que ninguno se sienta especialmente rechazado o ensalzado/encumbrado por el deporte que practica.
Tipos de padres
Aunque es bastante evidente que los padres son responsables de la educación de sus hijos (y por ello también de la deportiva), no todos los padres lo ponen en práctica. E incluso cuando lo hacen, no siempre es de la manera correcta. A continuación, se exponen algunos de las manifestaciones de padres, que podemos encontrarnos en nuestro contexto deportivo.
Desinteresados: La característica principal es su ausencia de las actividades. Sin embargo, no sólo el niño, sino también los propios monitores, valoramos positivamente su interés las pocas veces que se manifiesta.
Excesivamente críticos: Continuamente critican a sus hijos y los menosprecian. Nunca parecen estar satisfechos con la participación de su hijo. Dan la impresión de que la actividad es más “suya” que de sus hijos. La crítica constante puede producir estrés y confusión emocional (entre otros) que pueden alterar la actividad… y al niño.
Vociferantes: Se sientan cerca del terreno de juego (algo que NUNCA tiene que ocurrir), despotricando y protestando continuamente y gritando a todo el mundo. Estos gritos, son un mal ejemplo para los niños.
Entrenadores en la banda: Estos padres proporcionan a los jugadores una continua avalancha de instrucciones. A menudo contradicen al monitor y por lo tanto confunden a los jóvenes.
Sobreprotectores: Repetidamente amenazan con sacar a sus hijos de la actividad. Tienen miedo de los peligros asociados al deporte. Este miedo puede transmitirse a sus hijos.
Padres útiles: Hacen una contribución positiva a las actividades deportivas de sus hijos. Hay una tarea muy especial reservada a los padres: fomentar la participación en deporte, dando el impulso necesario, despertando entusiasmo, ayudando, etc. Sin embargo, a veces este dar ánimos puede escaparse de las manos cuando los padres excesivamente entusiastas quieren convertir a sus hijos en deportistas de alto nivel.
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