Dice una reflexión de Jorge Luis Borges que después de un tiempo aprendes muchas cosas.
Ha sido una etapa dura. Muy dura. Tan dura que no escribí lo suficiente, pues mi promesa para este blog fue siempre escribir “para que te conviertas en tu mejor versión”. Mi mejor versión salió de vacaciones y no quiso regresar en un largo tiempo.
Sin embargo, mi versión interior cambió. Y mi entorno de personas “amigas” y “familia” se modificó. Con quien creía que contaría no conté, al contrario, me estrujaron en la cara las carencias que vivía. Los que nunca conté como amistades fueron los que me socorrieron sin haberles pedido.
En resumidas cuentas, pienso que los tiempos de crisis sirven para limpieza. Si algo está ocupando un lugar en tu vida pero ese lugar lo usa para intoxicar y dañar o para ser hipócrita, es mejor que libere el espacio. Como dicen por ahí: más ayuda el que no estorba.
La matemática es simple: 7 meses sin empleo, 2 niños que mantener, incontables problemas que resolver. ¿El resultado? Un Dios misericordioso que cuando apenas intenté pensar en que todo estaba perdido me daba luces para el final del túnel. Si, eso es lo que creo, que Dios nunca me abandonó. Me premió con mucho más de lo que esperaba.
Después de esos 7 meses sin empleo, obtuve una oportunidad que me enseñó lo que me faltaba de mi carrera. Las cosas no salieron exactamente como pensé pero le estoy agradecida a esa empresa por haberme abierto las puertas. Hoy trabajo para otro lugar donde también he tenido grandes aprendizajes. Lo mejor ha sido la gente que me rodea. Hacen de mis días algo divertido.
El aprendizaje de esta etapa es sencillo: aprenda a callar cuando las cosas se pongan agrias. Si los ánimos se alteran, usted cálmese. Y mantente alerta a las señales. El camino va armándose solito.
Las metas siguen estando ahí, cada día toman mejor forma.
Declaré en el 2015 que PROGRESO era la palabra que definía mi 2016. Todo ha sido para bien. Lo mejor está por venir. Solo puedo decir: Gracias a Dios por todo.
Me verás más seguido por aquí. Espero que me sigas leyendo.
Hasta la próxima.
Delia Beato Ramos